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Robo rupestre en Cuatro Ciénegas, arte milenario perdido

Yuri de la Rosa, investigador del INAH, conversa sobre el evento más trágico de la arqueología coahuilense

Daños. Un hueco, tan sólo un hueco en la pared de la roca fue todo lo que quedó, como si alguien hubiese tratado de extirparle el corazón a la montaña. El robo de la pintura rupestre de la cueva Pinta es, sin duda, el evento más trágico de la arqueología coahuilense.

Daños. Un hueco, tan sólo un hueco en la pared de la roca fue todo lo que quedó, como si alguien hubiese tratado de extirparle el corazón a la montaña. El robo de la pintura rupestre de la cueva Pinta es, sin duda, el evento más trágico de la arqueología coahuilense.

Saúl Rodríguez

Un hueco, tan sólo un hueco en la pared de la roca fue todo lo que quedó, como si alguien hubiese tratado de extirparle el corazón a la montaña. El arqueólogo Yuri de la Rosa, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Coahuila, dice que se le revolvió el estómago cuando pobladores de Cuatro Ciénegas le llamaron por teléfono para darle la noticia: una pintura rupestre, cuya antigüedad oscila entre 500 y cinco mil años, fue arrancada con herramienta industrial de la cueva Pinta, en la Sierra de Australia. La robaron, desapareció.

No tardó el lamentable suceso en imprimirse en las páginas de periódicos locales, nacionales e internacionales. El patrimonio de Coahuila había sido violentado. El INAH recibió el reporte el sábado 4 de enero, realizó el dictamen y presentó la denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR) el lunes 6, dos días después. Tanto peritos como especialistas ya han acudido al lugar y la investigación continúa, pero es innegable que se ha prendido una alarma respecto a la vulnerabilidad de los sitios arqueológicos en el estado.

"Cuando lo vi se me revolvió el estómago. Fue una mezcla de coraje, impotencia, tristeza, enojo, muchas sensaciones. Uno ha dedicado su vida a investigar este tipo de expresiones culturales y el hecho de que sean destruidas da mucha tristeza".

Yuri de la Rosa es, junto a Leticia González, uno de los dos arqueólogos de planta que el INAH tiene en Coahuila. Autor del libro Los astros en las rocas de Coahuila (Secretaría de Cultura, 2020), durante quince años vivió en Cuatro Ciénegas, donde además de trabajos de investigación, encabezó campañas de difusión y concientización del patrimonio arqueológico. Por eso se lamenta, sabe que el daño es irreparable.

Yuri de la Rosa explica que las pinturas rupestres de Coahuila suelen ser de tipo geométrico. Es decir, contienen líneas y círculos que forman figuras. Aclara que no emplean un estilo naturalista como las pinturas de la cueva de Lascaux, en Francia. Los cazadores-recolectores del estado pintaban ideas, experiencias y su cosmovisión, es decir, su forma de ver el mundo, empleando para ello óxido de fierro.

"Son figuras de carácter geométrico que nosotros, al principio, para la investigación arqueológica, describimos como círculos, círculos concéntricos, círculos con líneas, líneas en zigzag. Y que después de un análisis muy detallado de figura por figura, de la posición en los paneles, de la asociación de figura con figura, es que vamos dando interpretaciones de lo que pudieran ser. En lo que los arqueólogos del norte más o menos estamos de acuerdo es que hay temas que se están representando: los astros, la figura humana, los animales, el agua".

La cueva Pinta, ubicada en una propiedad privada a unos 70 kilómetros de la cabecera municipal de Cuatro Ciénegas, es uno de los 500 sitios arqueológicos que el INAH tiene registrados y catalogados en el estado. Es probable que su uso fuese ceremonial, pero se complica fechar las más de 150 pinturas rupestres que alberga en su interior. La causa, dice Yuri de la Rosa, radica en que las distintas figuras no fueron pintadas en un sólo momento. Lo que es seguro es que son de carácter prehispánico. Para tratar de datarlas se toman 500 años desde la llegada de los españoles a la región y hasta cinco mil años, fecha aproximada, según estudios, de cuando la zona comenzó a ser poblada por cazadores-recolectores.

"Esa cueva fue utilizada por varias generaciones a lo largo de los años para estar pintando figuras. Llegaron unos, pintaron unas figuras, llegaron otras generaciones, y así a lo largo de varios cientos y, probablemente miles de años, es que se realizó la pintura por completo de la cueva. Pero como hay figuras superpuestas, claramente nos indica que unas fueron pintadas antes que otras".

Fotografías tomadas con anterioridad muestran a la pared de la cueva decorada con figuras geométricas, líneas e incluso unos dibujos que la arqueóloga Leticia González ha identificado como chamanes. Casi en el centro del mosaico, una rojiza mano humana capta la atención del espectador. Esa mano fue la que hurtaron los ladrones, el patrimonio extraído en un área aproximada de 30 por 35 centímetros y profundidad de 2 a 3 centímetros. Para ello, probablemente se usó una sierra eléctrica de baterías.

"Esta mano muy probablemente tiene cuestiones de identidad: 'Yo estoy aquí, este es mi territorio, este es mi grupo'. Son cuestiones que tienen que ver con la identidad, particularmente la figura de la mano que es algo muy, muy humano y muy personal".

Yuri de la Rosa indica que por la complejidad del lugar, no está seguro si los hurtadores lograron extraer la pieza completa o la destruyeron durante las maniobras. Advierte que intentaron hacer lo mismo con una figura de los chamanes, la cual también dañaron, pero sólo dejaron marcado un cuadro alrededor de la misma, como si se tratara de un marco.

"También se intentó extraer, pero las personas que hicieron eso, me imagino, vieron que estaban causando un daño mayor y que no la iban a poder extraer y dejaron de intentarlo. Sigue la figura en la pared de la cueva, pero haz de cuenta que la rayaron como un cuadro alrededor".

El robo rupestre a Cuatro Ciénegas, según el arqueólogo, implica la pérdida de la historia que narran estos sitios, la identidad respecto al desierto y su paisaje, así como el patrimonio local, estatal, nacional y mundial. Lo considera tan grave como si se hubiese destrozado el cuadro de La Gioconda, de Leonardo da Vinci. El evento más trágico de la arqueología coahuilense impedirá a las nuevas generaciones conocer el patrimonio destruido.

"Que quede claro y hay que señalarlo, no es patrimonio de Coahuila, no es patrimonio de Cuatro Ciénegas, no es patrimonio de México, es patrimonio del mundo. Así como el área natural de Cuatro Ciénegas está declarada por la Unesco como un bien patrimonial mundial, eso incluye también los vestigios culturales […] Yo no conocía un caso similar en México y creo que en el mundo tampoco hay un caso donde se haya extraído un fragmento de la pared de un abrigo rocoso para robar una pintura rupestre. Es un caso muy grave, es excepcional, es la primera vez que lo veo y es muy lamentable".

SEGURIDAD

Ante los saqueos en Coahuila, el INAH ha sido señalado de no implementar la seguridad necesaria en los sitios arqueológicos del estado. Cuestionado sobre el tema, Yuri de la Rosa indica que el INAH tiene facultades de investigación académica y científica, así como de conservación y difusión del patrimonio arqueológico y paleontológico del estado. Pero se necesita, insiste, una amplia gama de acuerdos para proteger estos sitios, sobre todo los que están en propiedades privadas. En todo caso, la falta de seguridad es una responsabilidad compartida con autoridades municipales y estatales.

"Suponiendo que yo hubiera estado en Cuatro Ciénegas permanentemente, con un equipo de 10 arqueólogos, no hubiera podido impedir el extracto. ¿Por qué? Porque estamos hablando del monte, de que yo no estoy cuidando la cueva las 24 horas, no es mi función y, además, estamos hablando de que es un terreno privado, que no hay permiso de entrada, que tiene puertas y un candado que ya violentaron, que está alejado de la población a 70 kilómetros. Entonces, es una responsabilidad compartida entre la sociedad, las instituciones y las órdenes de gobierno".

La apuesta, entonces, es la concientización y educación de la población. "Es el único camino que tenemos para proteger estos sitios". El arqueólogo cierra señalando que, si bien hay 500 sitios arqueológicos registrados en Coahuila, en cien años tan sólo se ha explorado el 10 por ciento de los 151 mil 571 kilómetros cuadrados que comprenden la extensión territorial de la entidad. El llamado es para las autoridades y la alerta se mantiene, pues en esos rincones seguro aguardan más vestigios que, en su silencio, rezan por no perder la protección de los dioses.

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