El matador lagunero Juan Manuel agradeció a los amantes a la tauromaquia durante su salida de la plaza lerdense.
El regiomontano Guillermo Guerra y el lagunero JuanMa Ibarra cortaron una oreja cada quién para salir triunfantes de la tradicional Novillada de Año Nuevo, celebrada ayer en la plaza de toros "Alberto Balderas", de Ciudad Lerdo, que registró una entrada de media plaza.
Se lidiaron novillos de la ganadería de Doña Carmen, en general de buena presencia, pero de juego bastante desigual.
LAS FAENAS
Abrió el festejo con "Hasta siempre Leo" saliendo de la puerta de toriles, herrado con el número 44 y de 380 kilos registrados en peso, para Kevin Loyo, de celeste claro y oro, con buenos argumentos y elegancia al tener el capote en las manos.
Una puya profunda y malas banderillas, dieron paso a la faena con muleta, durante la que exprimió al novillo que iba bien por el lado derecho, asistió noble a la cita de un muchacho con cualidades, pero que necesita más oportunidades para torear, así quedó demostrado al dejar el ayudado, pues colocó tres bajonazos y otras dos estocadas en mal sitio, se escuchó el primer aviso y el astado dobló, para luego exhalar ante una certera acción del puntillero; discretas, pero sinceras palmas, se escucharon desde el tendido.
Siguió en suerte "Renatín", marcado con el 90, de 330 kilos, negro bragado, paliabierto, para el regiomontano Guillermo Guerra, ataviado de obispo y negro, ejecutó buenas chicuelinas, con ambos pies plantados en la arena.
Puyazo breve y sólo un par de banderillas permanecieron incrustadas, tras brindar al popular "Moreno", Guillermo ejecutó derechazos de altura y al cambiar de mano, el astado siguió embistiendo; en segundo intento, el novillero colocó una estocada fulminante, que le valió el pasear la primera oreja de la tarde.
De la puerta de toriles salió "Don Güero", marcado con el 49, de 370 kilos, para Enrique de Ayala, vestido de celeste claro y oro, se encontró con un astado bien presentado, pero manso en demasía, buscaba la querencia e incluso trató, sin éxito, de saltar al callejón.
Una profunda puya surtió efecto, el ánimo del novillo cambió y demostró la bravura que tenía guardada, dos buenos pares de banderillas y tras brindar al respetable, Guillermo llevó al astado a los medios, ejecutó naturales que arrancaron algunos "olés" desde el tendido, pero el novillo simplemente no embistió; mató al segundo descabello.
Cerró el festejo "Rafi", de 360 kilos, herrado con el 97, cárdeno oscuro, bragado, cornivuelto, para Juan Manuel Ibarra, de obispo y oro, recibió de rodillas en los medios y con medias verónicas dio paso a breve y efectiva labor del picador.
El propio novillero colocó tres pares de banderillas que encendieron el ánimo de los espectadores, para luego torear en los medios, naturales, pase de pecho, molinetes para mantenerse cerca de un astado distraído, al que le sacó todo el jugo posible; mató al tercer intento, para recibir una oreja tras fuerte petición.
La empresa otorgó cinco mil pesos a cada uno de los novilleros que tocaron pelo y por clamor popular, Ibarra se quedó con el trofeo "Rodolfo Rodríguez El Pana".
