Aunque el principio debe ser el optimismo, el panorama no lo permite del todo. Por lo menos en México. Faltan 10 días para que asuma la presidencia de los Estados Unidos de América por segunda ocasión el magnate inmobiliario Donald Trump, quien en esta segunda vuelta por el tono de sus declaraciones, gobernará con un estilo más xenofóbico que su periodo anterior.
Trump ha dicho que expulsará sin miramientos a miles de migrantes indocumentados y que tomará acciones para detener el flujo migratorio que corre con naturaleza desde territorio mexicano hacia el vecino del norte.
Además, ha amenazado con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas con una tasa general del 25%, lo que de inició supondría un terrible obstáculo de las exportaciones nacionales hacia nuestro principal comprador internacional, los propios Estados Unidos, que significan más del 80% del total de todas las ventas internacionales.
Por otro lado, en el contexto doméstico nacional, los pronósticos no son buenos. Apenas unos días atrás se dieron a conocer las cifras del empleo formal en México, y aunque en el mes de diciembre es cíclico la pérdida de fuentes de trabajos formales, en 2024 el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la caída de más de 400 mil fuentes de trabajo, la más fuerte desde hace diez años.
En términos económicos, nadie puede negar que el actual régimen iniciado en diciembre del 2018 optó el año pasado por disparar el nivel de endeudamiento soberano del país, contrayendo empréstitos por más de 1.6 billones de pesos.
Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder, la deuda soberana mexicana rondaba el 43.6% de su producto interno bruto (PIB) Al cierre del año pasado el apalancamiento había rebasado el 50% (50.2%) Ni el corrupto sexenio de Enrique Peña Nieto llegó a tanto, pero como la deuda se repartió en apoyos y dádivas sociales, el grueso de la población aprueba lo hecho por López Obrador, difícilmente objetará y el destino del recursos que hoy engrosan los pasivos nacionales fueron destinados a fines productivos.
Los últimos años también hay que señalar que aunque ciertamente y con justicia hubo una mejor repartición de la riqueza entre el pueblo mexicano, el crecimiento de la economía en el pasado sexenio resultó el más modesto desde los años ochentas. Según información publicada por El Financiero, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la economía mexicana presentó una notable desaceleración afectada en un inicio por el cambio de régimen y posteriormente por el impacto de la pandemia de COVID-19.
En el balance del 2019 al 2024, el crecimiento acumulado del PIB ronda el 5.5 por ciento, que sería el más bajo desde 1983 a 1988, con Miguel de la Madrid, cuando fue de 3.1 por ciento, según cifras desestacionalizadas.
"La cifra oportuna del INEGI permite estimar el crecimiento acumulado del sexenio de AMLO en 5.5%, por debajo de todos los sexenios previos desde 1988. Además, la desaceleración, propia de un cambio de administración, se aprecia en un crecimiento acumulado de 1.7% al 3T24", explicó el director de analítica de datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Víctor Gómez Ayala.
En comparación con el gobierno anterior, el de Enrique Peña Nieto se vio un crecimiento acumulado del PIB de 11.6 por ciento; con Felipe Calderón de 8.6 por ciento, y con Vicente Fox fue de 12.3 por ciento.
Más atrás en el tiempo, el crecimiento del PIB mostró tasas más sólidas. Con Ernesto Zedillo fue de 20.5 por ciento y con Carlos Salinas de Gortari de 26.9 por ciento, de acuerdo con el INEGI.
El grave problema es que la nueva presidenta Claudia Sheinbaum no ha mostrado ningún indicio de corregir en materia económica y en fomento a la inversión privada, las políticas de su antecesor que hoy demuestran que han ahuyentado al empresario a invertir, por lo que el pasado año y este apenas comienza el pronóstico de crecimiento es paupérrimo.
Que bueno que el pastel de la economía nacional se reparta más equitativamente, pero cada vez hay más ciudadanos que se reparten ese mismo pastel que crece a un ritmo menor al de la población por lo que inexorablemente condujera de nuevo a una parte de la población a regresar a la pobreza, a esa que AMLO habría logrado sacar parcialmente de manera artificiosa, pero al correr del tiempo insostenible. Sombrío panorama.
