Icono, emblema y símbolo de identidad. Quintaesencia lagunera. Patrimonio, joya arquitectónica, testigo privilegiado de la historia. El Teatro Isauro Martínez cumple esta semana 95 años. Para ser exactos, el día 7 de marzo de 1930, se inauguró el magnífico teatro, bajo un programa que no escatimó en calidad y recursos. Cantaron los célebres Cuty Cárdenas y Alfonso Esparza Oteo al piano. "Que un viejo amor, no se olvida ni se deja".
Bajo la batuta del maestro Refugio G. Aguilar, 50 músicos de la Orquesta Sinfónica de Torreón, interpretaron la obertura Il Guarany de Gómez y la Inconclusa de Schubert. El programa fue estupendo y representó, en buena medida, la aspiración de la población. Pese a la juventud de la ciudad, aquí se pudo construir uno de los teatros más hermosos del país. La hechura del teatro, resume una época brillante de Torreón, donde el crecimiento económico también dio espacio a la más fina empresa cultural.
Con motivo de la inauguración, Don Isauro Martínez Puente (1876-1956), empresario del espectáculo e impulsor notable de la cultura, escribió: "Siempre hemos creído que la cultura de las ciudades se mide por sus teatros".
La apertura la realizó el gobernador de Coahuila, Nazario Ortiz Garza, uno de los mejores políticos que dejó gran huella en el estado. Por donde se le vea, hablamos de una época memorable.
Don Isauro fue el gran promotor de la magia del cine, el teatro, la música y el arte. A través de la Compañía Cinematográfica de Torreón, empezó modestamente con la carpa de cine Pathe, para luego hacer el primer teatro de categoría en 1919, el Princesa, ubicado en la esquina de la avenida Morelos y calle Valdés Carrillo, ahora, ¡un estacionamiento! Como es mala costumbre, ese teatro fue demolido en 1995. Casi le sucedió lo mismo al Teatro Isauro en los años 70, no obstante, para fortuna de las siguientes generaciones, un grupo de ciudadanos comprometidos, lo salvaron. ¿Se imaginan a Torreón sin el Isauro? No olvidemos que estuvo a punto de perderse. En arquitectura, como en otros campos, lo más valioso puede desaparecer.
De cara al centenario, más nos vale valorarlo. Cuando pienso en la grandeza del Teatro Isauro, me pregunto por qué ahora no se construyen edificios e inmuebles de ese calado estético. Estamos muy lejos de lo que hicieron nuestros abuelos en la ciudad. Detrás de los 748 mil ladrillos y las 430 toneladas de cemento, está el cuidadoso cálculo de Antonio Blas Cortinas. En sus muros quedó la belleza que imprimió el artista valenciano, Salvador Tarazona. Como filigrana, realizó la decoración artística y nos legó un conjunto ecléctico a más no poder. Ahí está todo. Grecia y Oriente. Estética y erotismo. Cada vez que admiramos el plafón, titulado la "Inspiración", el artista nos legó cierta interpretación local de una larga tradición universal.
Lo mismo sucede con la fachada. En un viaje que realizó Don Isauro a los Estados Unidos, le gustó la fachada del Teatro Missouri. De esa manera, la referencia que tomó superó en propuesta y dimensión a su pariente gringo. Hoy por hoy, nuestro Isauro es uno de los teatros más bellos del país y está a la altura de los mejores. Qué mejor experiencia, que disfrutarlo desde sus rojas butacas. De alguna manera, la historia llama. En la línea familiar, felizmente el teatro está a cargo de Antonio Anaya Finck, presidente del patronato; sin duda, el bisabuelo está tranquilo de saber que está en buenas manos. Celebramos como a Don Isauro le gustaba: levantamos nuestra copa y brindamos por el aniversario. ¡Qué vengan los cien!
Posdata. El próximo 11 de marzo, a las 7:15, daré en la galería, una conferencia sobre la historia del teatro.
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