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¿Un milagro póstumo?

JUAN VILLORO

El único trabajo que se inicia hacia los 70 años es el de Papa. A partir del 5 de mayo, 1,400 millones de católicos esperarán a que el Vaticano elija al nuevo piloto de la barca de San Pedro entre los cardenales que cuentan con una apropiada senectud.

La película "Cónclave" trató el tema con una sincronía inquietante, sólo comparable a la de que Francisco muriera en plena Semana Santa. La ola conservadora, proveniente de Estados Unidos y algunos países de África, podría llevar a un Papa blindado ante los cambios, mientras que la ola progresista, con fuerte presencia en Italia y ciertos países periféricos, podría cumplir las inacabadas reformas de Jorge Mario Bergoglio.

Sólo los cardenales menores de 80 años participan en la toma de decisiones; como dos de ellos están gravemente enfermos, el "humo blanco" llegará gracias a la combinación de 133 voluntades.

En 2013, el papado de Francisco comenzó dando significativa importancia a los símbolos, comenzando por el nombre elegido para llevar a cabo su tarea. Sorprende que ninguno de sus predecesores se amparara en el defensor de los pobres y la ecología.

En México, el Papa amonestó a los obispos por vivir como príncipes y señaló que la virgen María es superior a cualquier prelado. Tuvo palabras de encomio para toda forma del amor, pero no se pronunció directamente sobre los matrimonios del mismo sexo. En sus encíclicas y entrevistas se opuso a un mundo banalizado por el consumo y sometido a la discriminación y la injusticia. Sin embargo, tuvo que conformarse con aplicar la principal reforma a su conducta. No se hospedó en el palacio apostólico, sino en la austera casa Santa Marta; repudió los zapatos rojos, de bailarín de discoteca, y usó los mismos con los que había recorrido Buenos Aires; se desplazó por Roma en un Fiat 500 y trabó amistades de barrio; compraba helado de dulce de leche en el número 38 de la Via Gregorio VII y cada año felicitaba por su cumpleaños al optometrista que actualizaba la graduación de sus lentes. De manera emblemática, no quiso ser enterrado en los canónicos tres ataúdes concedidos al Sumo Pontífice, sino en uno de madera, y decidió que su lápida contuviera una sola palabra: "Francisco".

Los discursos y la gestualidad del Papa trajeron aire fresco a una institución medieval, pero no cambiaron mucho las cosas. Poco antes de morir, cuando era tratado en la clínica Gemelli, elogió que ahí hubiera una directora: "Donde mandan las mujeres todo funciona mejor", dijo. Esta frase recordó otra, pronunciada cuando acababa de mudarse al Vaticano: "La Iglesia es mujer". Sin embargo, el intento por desmasculinizar a la jerarquía tuvo escasos resultados. Es cierto que en 2022 incluyó a tres mujeres (dos monjas, Raffaela Petrini e Yvonne Reungoat, y una laica consagrada, Maria Lia Zervino) en el organismo que elige a los obispos, y que nombró a sor Simona Brambilla al frente de los Institutos de Vida Consagrada, pero no se trató de transformaciones estructurales. Nada garantiza que se siga optando por mujeres. Además, sor Simona tuvo que compartir su trabajo con un cardenal, algo que confunde la línea de mando, pues los prelados son superiores de las monjas.

En El País la historiadora Lucetta Scaraffia destacó "dos decisiones positivas en favor de las mujeres": el reconocimiento de María Magdalena como una figura tan importante como los apóstoles y la eliminación del "pecado reservado" en caso de aborto. Antes de Francisco, sólo un obispo, o un sacerdote nombrado por un obispo, podía conceder el perdón a una mujer que abortaba; ahora cualquier cura puede hacerlo. Estas modificaciones, difíciles de lograr, no dejan de ser menores.

A diferencia de Juan Pablo II, que en sus 27 años de papado ejerció un incesante pragmatismo político, Francisco no pudo materializar sus ideales.

Acaso su mayor legado sea el cónclave que está a punto de reunirse. Él nombró al 70 por ciento de los cardenales; muchos no se conocen entre sí y vienen de lejos. En su primer viaje oficial, el Papa honró en Lampedusa a migrantes y refugiados, y su misión pastoral apeló a las "periferias del mundo".

La Iglesia ha reportado numerosos milagros pero nunca el de ser actual. Acaso la mayor contribución de Francisco sea póstuma y consista en haber creado las condiciones para que su sucesor consiga, al fin, que el presente llegue al Vaticano.

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