"Solo la fortaleza puede cooperar. La debilidad nada más puede suplicar". —Dwight D. Eisenhower
La soberanía de un país únicamente puede construirse sobre la fortaleza económica. Donald Trump puede ser un bully y amenazarnos constantemente porque México depende en buena medida de la economía de Estados Unidos. No tendría por qué ser así. Nuestro país tiene recursos y gente que nos permitirían lograr una prosperidad igual o superior a la de la Unión Americana. El problema es que hemos tenido malos gobernantes que han aplicado pésimas políticas. Y lo siguen haciendo.
Ante las amenazas de Trump, la respuesta de la presidenta Sheinbaum ha sido declarar que "de todas maneras tenemos nuestro Himno Nacional". También mandó al Congreso una iniciativa para "fortalecer la defensa de la soberanía nacional" que dice: "el pueblo de México, bajo ninguna circunstancia, aceptará intervenciones, intromisiones o cualquier otro acto desde el extranjero que sea lesivo de la integridad, independencia y soberanía de México.". No, no es una broma; ayer las comisiones de puntos constitucionales, justicia y estudios legislativos del Senado la aprobaron.
Si enmendar la Constitución fuera el camino para construir un país más próspero y fuerte, México sería hoy mucho más rico y soberano que Estados Unidos. Según el Instituto Belisario Domínguez del Senado, la Constitución mexicana ha tenido 256 reformas que modificaron en 770 ocasiones artículos diversos. Hay que sumar una veintena de reformas desde el inicio de la actual legislatura, en septiembre de 2024, más estas dos que vienen en proceso y modificarán los artículos 19 y 40. En cambio, la Constitución de Estados Unidos solo ha tenido 27 enmiendas desde su promulgación en 1788. ¡Qué falta de imaginación!
El que tengamos la "primera constitución social" del mundo tampoco ha ayudado. Nuestras leyes y políticas económicas hacen que nos rezaguemos cada vez más. En 1910 el PIB per cápita de México era de 1,694 dólares internacionales de 1990 y el de Estados Unidos de 4,964 (Angus Maddison). Los mexicanos lográbamos así una producción equivalente al 34.1 por ciento de los estadounidenses. En 2018, al terminar el sexenio de Enrique Peña Nieto, el PIB per cápita mexicano era de 13,790 dólares corrientes contra 63,201 de Estados Unidos (Banco Mundial). Nuestro producto era ya de solo 21.8 por ciento del de nuestros vecinos. Pero seguimos cayendo en el sexenio de López Obrador. En 2024 México registró un PIB per cápita de 13,972 dólares corrientes contra 86,601 de Estados Unidos (FMI); ya solo era 16.1 por ciento del de nuestros vecinos.
Ante este deterioro constante, no sorprende que tantos mexicanos arriesguen la vida para ir a trabajar en la Unión Americana, ese supuesto infierno capitalista. Tampoco que la pobreza en nuestro país afecte a 36.3 por ciento de la población y la miseria a 7.1 por ciento (Coneval). Nuestra debilidad económica nos quita capacidad para enfrentarnos al bully de Mar-a-Lago.
Los gobernantes estadounidenses han cometido muchos errores, pero en general han permitido una mayor libertad económica que los nuestros, lo cual ha resultado en un crecimiento más vigoroso. Las consecuencias son una mayor prosperidad y una fortaleza nacional más firme. En México nuestros gobiernos han asumido poderes enormes, han centralizado la economía y han disminuido la competencia y la inversión privada. Por eso tenemos una soberanía más débil.
Lo peor es que no aprendemos. El Congreso mexicano está adoptando medidas que prohíben el cultivo de transgénicos y la fractura hidráulica; también está concentrando de nuevo la actividad energética en dos grandes monopolios gubernamentales. Son estrategias hechas para debilitar la economía y la soberanía de nuestro país.
NEPOTISMO
No solo ha aprobado el Senado una iniciativa contra el nepotismo que no ataca de fondo esta práctica, sino que ha aceptado aplazar la aplicación de la ley hasta 2030 para permitir la elección de Félix Salgado Macedonio en Guerrero, Saúl Monreal en Zacatecas y Ruth González en San Luis Potosí. ¡Viva el nepotismo!