En junio de 1941, casi cuatro millones de soldados alemanes avanzaban por la frontera de la Unión Soviética en una de las ofensivas más grandes de todas las guerras.
La Operación Barbarroja fue una audaz apuesta de Hitler con el propósito de someter a un territorio que se había resistido incluso a Napoleón.
Stalin era un líder temible, subestimó la amenaza, no creyó que Hitler lo atacaría. Entre las principales razones y argumentos, creía que tenía menor poder de fuego y un ejército mal organizado, casi carente de generales, con tácticas de la primera guerra.
Los alemanes llegaron casi a las puertas de Moscú, la hipótesis de Stalin fue errónea; no obstante, jamás lograron su objetivo.
¿Cuáles fueron algunas de las razones del fracaso?
Minutos antes del inicio de la operación, los soldados alemanes ya esgrimían un aire triunfal y brindaban por el éxito que aún no habían obtenido.
El alto mando había previsto erróneamente que la guerra sería de pocas semanas y no tenían equipamiento para soportar las crudas condiciones del invierno.
Además, no conocían lo increíblemente extenso que es el territorio, lo que obligaba a tener líneas de abastecimiento desplegadas a través de miles de kilómetros.
Los germanos subestimaron no solo a los factores del contexto sino a los rusos, pues nunca imaginaron sus sentimientos nacionalistas. Como ejemplo de esta condición fundamentalista, quemaban sus propias ciudades y granjas para no dejar nada utilizable al enemigo.
También hay otro aspecto a tener en cuenta: Hitler interfería con su omnipotencia en las decisiones tácticas de sus generales, ellos eran complacientes y no se atrevían a defender sus propias convicciones si contrariaban al jefe.
Y, por último, ese fue uno de los inviernos más crudos de los que se tenga memoria, las temperaturas llegaron a 40° bajo cero, algo totalmente difícil de soportar en una situación de combate.
Los alemanes desfilaron, finalmente, por las calles de Moscú, aunque lo hicieron como prisioneros.
En muchas circunstancias, el éxito y el fracaso coinciden y se nutren de los mismos ingredientes. La habilidad o torpeza con que se usa: La confianza, el tiempo, la información, las amenazas, los recursos y el liderazgo.
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