Quizá a Agostino Ramelli le sucedía exactamente lo mismo que a muchos lectores de la actualidad, cuando están frente a las palabras, ellas despiertan la curiosidad y la lectura se transforma en un acto voraz. Asimismo, un rasgo que caracteriza a los lectores apasionados es la inconstancia. Acumulan textos que comenzaron a leer y los dejan en reposo, mientras acometen la lectura de otros nuevos.
¿QUIÉN ERA AGOSTINO RAMELLI?
Era un inventor de la época renacentista que ideó una rueda vertical que contenía muchos libros, abiertos exactamente donde los había dejado. Una idea sin duda ingeniosa para este perfil de lector curioso y voraz. Permitía además consultar en simultáneo varios volúmenes con un suave movimiento de la noria.
Agostino anticipó, sin saberlo, la conducta vertiginosa de nuestros días, disponer de la tecnología para leer instantáneamente información diversa con un suave toque de los dedos.
Al mismo tiempo que aumenta la volatilidad de los ojos sobre un texto, el acelerado zapping genera una conducta adictiva. Los ojos, como colibríes, se posan en una información sólo por segundos y pasan a otra y a otra y a otra.
La atención rebota como un balón de goma, elude la profundidad.
Lentamente, agonizan con este hábito de leer superficialmente, esos momentos de profunda intimidad, a solas con un texto, degustando cada uno de sus rasgos, mientras cerramos los ojos y echamos a volar la imaginación.
El cerebro se atasca, por ausencia de lectura comprensiva, por falta de reflexión, se colma de palabras que se olvidan en pocos segundos. Una sobrecarga sensorial que devora lo que tiene delante y lo extingue con la misma fruición.