¿Te ha pasado que, por más que intentas, todo parece ir en tu contra? Como si despertarás y te levantaras con el pie izquierdo, y, en modo efecto dominó, ocurren una serie de situaciones desafortunadas para al terminar el día pensar: "Hoy fue un día de perros". El estrés y las preocupaciones nos llevan a una secuencia sin fin. ¿Qué pensarías si te dijera que la forma en como vives las experiencias depende de cómo estás pensando?
Nuestra mente funciona como si fueran unos lentes. Si estos últimos están sucios o rayados, todo lo que vemos a través de ellos se distorsiona. De la misma manera, si nuestra mente está llena de preocupaciones, miedo o pensamientos negativos, la realidad que percibimos se vuelve borrosa y difícil. En cambio, si limpiamos los lentes y ajustamos con pensamientos más claros y positivos, todo a nuestro alrededor parece más brillante y manejable. Lo que repetimos en nuestra mente, una y otra vez, termina moldeando la manera en que vemos y experimentamos el mundo.
Muchas veces reaccionamos de cierta manera sin darnos cuenta, y esto tiene que ver con las impresiones del pasado. Son como huellas mentales que se han ido formando con nuestras experiencias. Por ejemplo, si de niño alguien te hizo creer que no eras bueno para hablar en público, es probable que aun de adulto sientas nervios cada vez que te toca hacerlo. Pero aquí viene lo interesante: cuando tomas conciencia de estos patrones, puedes empezar a cambiarlos.
Si quieres empezar a transformar estos hábitos mentales, aquí tienes algunas cosas sencillas que puedes hacer en tu día a día:
1.- Empieza el día con una acción que disfrutes: Puede ser tomar un café en calma, escuchar tu canción favorita o dar un pequeño paseo. Comenzar con algo que te haga sentir bien ayuda a establecer un tono positivo para el resto del día. Puede ser algo simple como "Hoy me voy a dar un gusto con mi café favorito" o "Voy a disfrutar mi trabajo con una mejor actitud".
2.- Tómate un momento antes de reaccionar: Cuando algo te moleste o te estrese, en lugar de responder de inmediato, respira profundo y date unos segundos. Muchas veces, esa pausa hace toda la diferencia.
3.- Rodéate de personas que sumen: Si notas que ciertas conversaciones solo giran en torno a quejas y negatividad, busca espacios donde puedas hablar de cosas que te inspiren y motiven.
Cambia tu diálogo interno: En vez de decirte "No puedo hacerlo", intenta "Voy a intentarlo y ver qué aprendo en el camino". La manera en que te hablas a ti mismo define mucho cómo te enfrentas a los retos.
4.- Practica la gratitud: Antes de dormir, piensa en tres cosas por las cuales sientas agradecimiento. Esto ayuda a cerrar el día con una sensación de plenitud en lugar de enfocarte en lo que salió mal.
Así que la próxima vez que sientas que todo a tu alrededor está en caos, haz una pausa. Respira y observa lo que estás pensando. Pero ahí, en ese pequeño instante de consciencia, es donde empieza el cambio.
