"Les pido que sean revolucionarios, tengan el coraje de ir contra la corriente, tengan el coraje de ser felices."
Y aquí estoy leyendo una y otra vez tu mensaje, tus consejos, tu sabiduría.
Tratando de entender lo que nos pides, nos solicitas con urgencia, como si fuera fácil, mientras tú lo hacías parecer sencillo, mientras tú lo hacías con alegría.
¿Qué es ser feliz?
¿Será desafiar las normas establecidas por otros, seguidas por muchos, aceptadas por todos, difíciles de enfrentar, de romper, de cambiar?
¿Será aprender a vivir, a ser uno mismo, alzar la voz sin miedo, enfrentar lo inhumano, ser valiente sin parar?
¿Qué es ser revolucionario?
¿Qué me dices, Francisco?
¿Qué me enseñaste, que aprendí de ti, de tu tiempo en el mundo?
No necesitas pedírmelo, ni siquiera explicármelo, porque… lo vi.
En cada gesto, cada acción, con tu cara incómoda a un lado de Trump, con tus palabras duras y precisas sobre los muros construidos, los puentes abandonados, las minorías incomprendidas, los homosexuales señalados, los corruptos aplaudidos, los inmigrantes olvidados.
Con tu amor a la naturaleza, tus acciones contra el cambio climático, tu empoderamiento e impulso a la mujer dentro de la iglesia y fuera de ella, tus besos a los desvalidos, tu humildad, tus cuestionamientos a los abusos de poder, a la pederastia.
Y sigue resonando en mi cabeza y en la del mundo tus palabras, y con eso alineo mis acciones.
Gracias por tu legado, Francisco, tus ganas, tus alegrías, tus sonrisas, gracias, por tanto, por tu liderazgo, tu forma de ser, muy tú, gracias por en realidad no irte y estar más presente que nunca.
"Tengan el coraje de ser felices"
¿Qué es ser feliz? Vivir, vivir al máximo.
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