Desde hace 600 años, cada segundo domingo del mes de junio, un grupo de 800 descendientes incas lleva a cabo una tradición ancestral que fue transmitida de una generación a otra. Construyen un puente muy especial, pues no es de materiales tradicionales como hierro o madera, sino que está tejido con sogas, en su construcción se emplean técnicas muy antiguas que se han enseñado a través de las manos silenciosas y laboriosas. Durante estos tres días de celebración se reivindican con algarabía y sentimiento las raíces y la historia.
El puente colgante de Queswachaca es conocido como el último puente que han construido los Incas y está ubicado en la región de Cusco, anudado a las montañas de los Andes. Esas piedras silenciosas y sabias, han visto todo y parecen custodiar la preservación de esas tradiciones para que jamás se olviden.
Nuestra historia está siempre presente como las raíces de un árbol. El recuerdo es una forma de reivindicación de los ancestros. En este caso, cuando llega el segundo día, el puente viejo se desarma, para poder construir uno nuevo, cada año. Una metáfora extraordinaria acerca de nuestra propia vida, en ocasiones es necesario desarticular lo que hemos hecho para construir algo nuevo.
Volver a tejer nuestros puentes es una forma de comprender los orígenes y facilitar la evolución.
Te invitamos a seguir nuestras redes sociales en Facebook como vibremospositivo, en Instagram como @jorge_lpz, @vengavibremospositivo y @claudiopenso. Escríbenos a [email protected].