Un joven de 24 años fue asesinado el 28 de febrero de 1525, hace 500 años. Ese joven era un dirigente comunitario en el Anáhuac que buscaba la alianza de los pueblos para enfrentar al invasor extranjero. El tlatoani Cuauhtémoc es el máximo héroe de la resistencia en México, su llamado a la unidad contra el colonialismo fue la primera piedra para la construcción de México y fortalecer la resistencia y defensa de las naciones originarias.
En la actualidad, coincidiendo con los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, se preparan las grandes conmemoraciones que merece el joven abuelo Cuauhtémoc para este año 2025, ya que es momento del rescate de nuestra historia, cultura, raíz, y de reforzar la resistencia contra el neocolonialismo y el neoliberalismo, para que salga nuestro nuevo sol, tal como lo anunciara el último hueyi tlahtoani el 12 de agosto de 1521, en el último mensaje a los pueblos del Anáhuac.
Aquel último mensaje, que Pablo Moctezuma enfatiza en su libro "Cuauhtémoc, águila que retoma el vuelo", de Sísifo Ediciones y Mexteki, 2024, no es sólo un llamado a resguardar la grandeza de la civilización del Anáhuac, de generación en generación, para que jamás se olvide, ni tan sólo un mensaje de memoria, de resistencia y esperanza; es una convocatoria a seguir su ejemplo de lucha para actuar en las condiciones actuales en el siglo XXI para derrotar al neocolonialismo.
Durante siglos se ha denunciado el genocidio, las mentiras, la explotación, las imposiciones culturales, y es prueba de que la llama de la dignidad que nos legó el máximo héroe de la resistencia en nuestras tierras sigue encendida.
"Hoy que enfrentamos el neocolonialismo y el neoliberalismo, el ejemplo de Cuauhtémoc nos acompaña a través de nuestras luchas, el águila que descendió y atacó a los españoles retoma el vuelo".
Cuauhtémoc nació en Ixcateopan, en la hermosa sierra de lo que hoy es Guerrero, el 23 de febrero de 1501.
Su mamá fue Cuayauhtitlali y su papá Ahuízotl, hijo del tlahtoani Ahuízotl.
En aquel pueblo yacen sus restos y actualmente se rinden grandes homenajes al joven guerrero, símbolo de identidad y espíritu de lucha en México, quien además es reconocido en el mundo entero.
Al nacer el niño, la partera hizo la lectura del tiempo y le dijo a su madre: "Hija mía, muy amada, mujer valiente y esforzada, has hecho como águila y como tigre".
Con el corte del cordón umbilical, indicaron al recién nacido y a los demás asistentes el nombre que le daría su identidad: Cuauhtémoc Águila que desciende.
Los utensilios en miniatura que acompañaron el momento de su nacimiento le indicaron el rol preciso que debía cumplir a lo largo de su existencia, en el que residía su personalidad.
Él iba a enfrentar el ocaso del gran Anáhuac, pero tenía la misión de hacer resurgir esa gran civilización con su lucha y con su ejemplo que ha vivido por siglos.
Él nunca imaginó que con los años y luego de grandes tragedias y tenaces luchas, iba a resultar electo por sus méritos como hueyi tlahtoani, no sabía que se entregaría a su función dando su vida en defensa no sólo de Tenochtitlán, sino de todo el Anáhuac, del invasor extranjero que había cruzado los mares con las peores intenciones.
Durante la invasión será el hueyi tlahtoani Cuauhtemoctzin quien, por primera vez en estas tierras, divididas en diferentes pueblos y alianzas, en federaciones y confederaciones, convocó a la unión de todos y todas contra el invasor que venía a someter, esclavizar y saquear la tierra.
Así puso la primera piedra en la construcción de lo que cientos de años después sería nuestro querido México.
Había comenzado la pestilencia, el hambre, la sed. La mayoría de los defensores estaban muertos, se apretó el sitio, las calles se llenan de cadáveres.
La situación se había perdido y, para que la población no fuese sujeta a mayores males, el tlahtocan y Cuauhtémoc se vieron orillados a tomar una amarga decisión: rendir México-Tenochtitlán.
El 12 de agosto de 1521 dieron a conocer el último mensaje en voz de Cuauhtémoc:
Nuestro sol se ocultó. Nuestro sol se perdió de vista. Y en completa oscuridad nos ha dejado. Pero sabemos que otra vez volverá. Y nuevamente nos alumbrará. Pero mientras allá esté en la mansión del silencio, muy prontamente reunámonos, estrechémonos. Y en el centro de nuestro ser ocultemos todo lo que nuestro corazón ama.
Dijo en la parte final: No olviden informar a sus hijos cuán buena será, cómo se levantará y alcanzará fuerza y cuán bien realizará su gran destino. Esta nuestra amada madre tierra Anáhuac.
Las figuras de los defensores del Anáhuac: Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc, al frente de un pueblo indoblegable, siempre seguirán siendo ejemplo en las luchas que hoy libra el pueblo de México contra los nuevos colonialistas.
El 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc comenzó a sufrir prisión. No estaba solo. Fueron aprehendidos todos los miembros de la Triple Alianza.
Luego de la invasión, los poblados fueron arrasados y los habitantes masacrados.
El 21 de agosto comenzó el tormento. A Cuauhtémoc, a Tetlepanquetzal, a Coanacoch y a Tlacotzin, los torturaron; les quemaron los pies en aceite hirviendo, también las manos.
Desde un principio, Cortez lo supo: tenía que matar a Cuauhtémoc, pero el astuto asesino comprendió que en México-Tenochtitlán le sería imposible quitarle la vida, había que llevarlo lejos, a una selva escondida, donde hubiese pocos testigos, así la noticia tardaría meses en llegar a la cuenca de México.
El fatídico 28 de febrero de 1525, en Izancanac, el asesino decidió que ese era el lugar adecuado para llevar a cabo sus siniestros planes.
Ya en la tarde-noche, violentamente y por sorpresa, sin juicio alguno y mientras todos dormían, lo colgaron de una ceiba.
Cuauhtémoc murió para vivir, su ejemplo de resistencia es perdurable; enfrentó al colonialismo.
A 500 años del 28 de febrero de 1525, Cuauhtémoc vive. El águila retoma el vuelo.
@kardenche