El Señor de Mapimí cumplió 292 años de su llegada al Templo de San Antonio de Padua. Ayer, miles de fieles católicos lo veneraron.
CUENCAMÉ, DGO.- Miles de feligreses se aglomeraron en el Templo de San Antonio Padua para venerar la imagen milagrosa del Señor de Mapimí, con motivo de la celebración del 292 aniversario de la llegada del Cristo de la Sierra de Jimulco a esta ciudad.
Fieles católicos de Mapimí, Tlahualilo, Gómez Palacio, Lerdo, Torreón, Guadalupe Victoria y de otros municipios de los estados de Zacatecas, Coahuila y muchas otras partes del país como de Estados Unidos vinieron a manifestar su gratitud al Cristo mártir por los favores concedidos.
La plaza principal está llena de vendimias, las calles están saturadas de comercios fijos y semifijos, es el día grande -6 de agosto- en que el Señor de Mapimí vino para quedarse en esta “Perla del Semidesierto”.
Autoridades municipales se suman al festejo con la parroquia donde ha permanecido en la custodia de todos los creyentes por casi tres siglos el Cristo milagroso.
La gente no cesa en sus cánticos sacros, alabanzas al Cristo, otros de rodillas y en cruz piden por los suyos al Dios de sus padres que por generaciones ha sido bendecido desde este lugar de oración.
Se turnan los sacerdotes para oficiar misa, las ofrendas llegan de diferentes puntos del territorio nacional y el extranjero.
Las muestras de fe se anteponen este día a cualquier otro aspecto, aun cuando algunos hacen su agosto en las vendimias y otros buscan los bolsillos más vulnerables para sustraer lo que pueden; en fin, lo de cada año, pero ahora con la diferencia de que son más personas las que se suman al festejo.
El templo les queda chico a los fieles católicos, sobre todo el 6 de agosto y el día 7 en que desean presenciar la ceremonia de la asunción del Cristo a su nicho, un viejo retablo de madera construido en el siglo XVIII.
Otro espectáculo es el que presentan los matachines que, acompañando a los peregrinos hasta esta ciudad, mostrando su brío al sonar de los tambores y en su esfuerzo agotador, manifiestan su devoción y amor al Arquitecto del Universo, en la casi tres veces centenaria imagen del Señor de Mapimí.