“La belleza misma no es más que la imagen sensible del infinito”.
Francis Bacon
El concurso se llama Nuestra Belleza. Este próximo 6 de octubre llevará a cabo su final en Colima. El propósito es elegir a ejemplos de la belleza femenina mexicana para participar en los concursos de Miss Universo y Miss Mundo.
Pero ¿belleza mexicana? Difícilmente. Entre los requisitos para participar se cuenta tener una estatura de cuando menos 1.68 metros.
Sí, leyó usted bien, 1.68. Esto elimina de la contienda a un 95 por ciento de las mujeres mexicanas. Y las pocas que quedan son mayoritariamente de ascendencia extranjera: especialmente del norte de Europa.
Al establecer este criterio, los organizadores del concurso Nuestra Belleza no están haciendo más que reconocer un prejuicio muy difundido en México acerca de la belleza de la mujer. Para muchos mexicanos la verdadera belleza femenina no es la que puedan tener las mujeres originarias de nuestro país, las cuales son de manera abrumadora de piel morena y pequeña estatura, sino las que exhiben las altas y pálidas mujeres de cabellos rubios de las regiones más septentrionales del planeta.
La belleza, ciertamente, es subjetiva. Una mujer que puede parecerle atractiva a alguien quizá no lo sea para alguien más. También es cambiante. Las mujeres de abundantes carnes que Rembrandt o Renoir plasmaron en sus lienzos no son las que hoy dominan en las producciones cinematográficas.
Pero hay límites a la subjetividad. Si los organizadores de Nuestra Belleza van a descartar de antemano la participación del 95 por ciento de las mujeres mexicanas por no cumplir con el requisito de estatura, quizá deberían llamar a su concurso la Otra Belleza.
El prejuicio de los organizadores de Nuestra Belleza está muy extendido en nuestro país. Veamos la televisión o los anuncios de las revistas. Parecería que vivimos en un país nórdico. Los personajes masculinos sí pueden ser de tez morena; pero las mujeres —como los niños— deben ser rubias o castañas claras y de piel blanca para ser consideradas atractivas.
México no es el único país que sufre este prejuicio. En China y otras naciones de Asia se han puesto de moda las cirugías estéticas cuyo propósito fundamental es eliminar el rasgado de los ojos tan típico de los pueblos asiáticos. Hoy es común que las modelos y las conductoras de televisión en China tengan ojos abiertos artificialmente por bisturí. Otra operación común es la que afila la nariz para que se parezca a las que son comunes en el norte de Europa.
En algunos casos estos prejuicios pueden tomar un cariz de tragicomedia. Muy conocido es el caso de Michael Jackson, el cantante estadounidense que se blanqueó la piel a lo largo de los años hasta convertirse en una pálida caricatura del joven negro que alguna vez fue. Jackson ostenta también ahora una nariz respingada que nada tiene que ver con la chata que tenía en su niñez y juventud.
Muchos factores inciden en la generación de estos prejuicios. El más importante tiene que ver, sin duda, con el papel preponderante en lo económico y lo social que han tenido los pueblos europeos en el mundo a lo largo de los últimos siglos. En tiempos más recientes, los medios de comunicación han fortalecido este prejuicio.
En Estados Unidos y otros países hubo presiones en los años setenta y ochenta para que los medios de comunicación empezaran a mostrar una paleta más diversa en los modelos de belleza femenina y masculina. Hoy, sin embargo, estos mismos medios se han dado cuenta de que pueden lograr una mejor identificación del público con una mayor diversidad en sus personajes.
En México seguimos estando atrasados. No sólo hemos convertido las páginas de nuestras revistas y las pantallas de la televisión en un desfile casi constante de bellezas criollas o europeas, sino que además llamamos Nuestra Belleza a un concurso abiertamente discriminatorio a la belleza mexicana.
Lo curioso del caso es que mientras en México se busca limitar la belleza de la mujer a quienes tengan una estatura de cuando menos 1.68 metros, y cuenten con una piel blanca, ojos claros y cabello rubio o castaño claro, las mexicanas llaman la atención en otros países precisamente por ser pequeñas, de piel morena, y de ojos y cabellos oscuros.
Establecer reglas que limiten la participación en los concursos de belleza a sólo el 5 por ciento de las mujeres y en buena medida sólo a aquellas que tengan ascendencia extranjera, es no sólo discriminatorio sino además una mala estrategia. En los concursos de belleza, como en cualquier otra actividad, debemos aprender a aprovechar nuestras ventajas competitivas. Y éstas en México no se encuentran en las mujeres que midan más de 1.68 metros.
Viajemos Seguras
El Gobierno del Distrito Federal está impulsando una campaña llamada Viajemos Seguras para evitar tocamientos y acosos sexuales en el Metro. Pero las autoridades capitalinas deben estar conscientes de que las falsas acusaciones de abuso sexual, como lo ha documentado ya en un par de ocasiones Germán Dehesa en su columna, se han convertido en una forma favorita de extorsión. Ésta aprovecha el hecho de que el acoso es considerado un delito grave, lo cual permite el encarcelamiento durante meses o años de un acusado a pesar de que nunca se presenten pruebas del abuso.
Página de internet: www.sergiosarmiento.com