“Ninguna decisión sensata se puede tomar sin considerar no sólo el mundo como es sino el mundo como será”.
Isaac Asimov
Mucha de la discusión en torno a la reforma energética es dogmática e ideológica en vez de pragmática. Por eso me interesó sobremanera leer hace unos días un artículo sensato e informado sobre el tema, “La incursión de Pemex en aguas profundas”, en el periódico La Jornada. El autor es el ex director general de Pemex, Adrián Lajous.
Nadie, me parece, podrá acusar a La Jornada de estar promoviendo la privatización de Pemex o la apertura de la industria petrolera a cualquier tipo de inversión privada. La posición del diario es cercana en éste y otros temas a la de Andrés Manuel López Obrador. Lajous, por otra parte, ha sido uno de los directores generales de la paraestatal más cautos ante la apertura. Sin embargo, la conclusión de su artículo es contundente:
“Pemex –escribe Lajous— no cuenta actualmente con la capacidad técnica, organizativa y de gestión, como tampoco con los recursos humanos altamente calificados, para iniciar la perforación exploratoria en aguas ultraprofundas… Sus carencias serán aún mayores en la medida que las actividades de exploración sean exitosas, dado que el desarrollo de campos entraña recursos humanos y técnicos aún más cuantiosos”.
En su artículo Lajous señala que Pemex ya ha tomado la decisión de comenzar la exploración en aguas ultraprofundas, que la paraestatal define como aquéllas con un tirante superior a los mil 500 metros. El 30 de agosto de 2007, en efecto, la empresa anunció que ya había contratado tres plataformas semisumergibles y que estaba en proceso de arrendar otra más. Son plataformas muy caras. El costo de cada contrato es cercano a los mil millones de dólares. Recibirlas, por otra parte, lleva tiempo. Las tres primeras plataformas, que están siendo construidas por firmas privadas en Rusia, Corea del Sur y Singapur, apenas estarán disponibles en el año 2010.
La cuarta plataforma, contratada también a una empresa privada, empezará a operar en agosto de este 2008 con un contrato de arrendamiento por tres años. Era necesario ordenar las plataformas lo antes posible porque la demanda, como consecuencia de los altos precios del petróleo, hace cada vez más difícil encontrar los equipos necesarios para el trabajo.
El que las plataformas estén disponibles no significa que Pemex tenga capacidad para operarlas. En su artículo, como lo he señalado, Lajous dice que en este momento el personal de la empresa no está preparado para hacerlo. La exploración en aguas profundas, mientras tanto, coincidirá con otros programas de exploración y desarrollo en zonas de tierra y aguas someras como Chicontepec, Ku-Maloob-Zaap, Cantarell y la Región Sur cuyos problemas técnicos son distintos. Estos proyectos absorberán gran parte de la capacidad técnica y humana de Pemex en esta materia y harán más difícil todavía desarrollar, en un tiempo corto, hidrocarburos en aguas ultraprofundas.
¿Es necesario invertir ahora en extraer hidrocarburos de aguas ultraprofundas? Algunos políticos, como Andrés Manuel López Obrador, rechazan la idea; pero los propios expertos de Pemex, esa empresa a la que López Obrador busca mantener en una posición de monopolio y sin alianzas, lo consideran importante, por lo que habría por lo menos que escuchar sus razones. Tanto lo consideran necesario los especialistas de Pemex que han contratado plataformas de exploración que costarán miles de millones de dólares. Es verdad que las exploraciones en tierra firme o en aguas someras podrían ofrecer resultados positivos, pero hasta este momento nadie sabe si sus productos serían suficientes para reemplazar el crudo de Cantarell que se está agotando.
El proyecto de exploración de aguas ultraprofundas se ha iniciado con la conciencia de que el personal de Pemex no podrá realizar por sí solo el trabajo de exploración y mucho menos el de explotación. “Sin embargo, aún hoy no queda claro cuál va a ser el origen, como tampoco la naturaleza y estructura de la relación contractual que vinculará a Pemex con las empresas nacionales e internacionales con las que se asocie”. Ahí hay un riesgo enorme, como vemos. Estamos contratando plataformas que no sabemos cómo vamos a operar.
El tema no debería ser ideológico sino simplemente pragmático. Los directivos de Pemex tienen la obligación de mirar al futuro y tomar decisiones que resulten positivas para la empresa y para el país en el largo plazo. Esto es lo que están haciendo los responsables de las demás firmas petroleras en el mundo. Las decisiones que hoy se tomen, después de todo, tardarán años en madurar.
Sólo en México los políticos quieren reemplazar a los expertos y tomar las decisiones sobre la base de dogmas e ideologías en vez de consideraciones prácticas. Corremos así el riesgo de seguir peleando por decisiones cuando todos nuestros rivales hayan ya tomado las suyas de manera pragmática.
DESASEO
Cuauhtémoc Cárdenas pidió a la dirección nacional del PRD anular las elecciones del 16 de marzo y nombrar a un presidente interino del partido, pero la propuesta ha sido rechazada por quienes hoy controlan al PRD. El desaseo de la elección interna ha sido tan grande, sin embargo, que puede llevar a una división interna. Esto era precisamente lo que se buscaba evitar con una elección. No es la primera vez que vemos un conflicto de esta naturaleza en el PRD. Las disputas electorales parecen una forma de vida para los perredistas.