En la Habana, Cuba, se sometió a tratamientos especializados.
A mediados de agosto de 1997, la carrera artística de Lucha Villa sufrió un golpe mortal a causa de la intervención quirúrgica de liposucción que la mantuvo en coma durante dos semanas y que le dejó secuelas irreversibles que la mantienen alejada de los escenarios... y que definitivamente le impedirán regresar.
La fatal operación le fue practicada en Monterrey, muy cerca al Hospital Muguerza. Encabezó la intervención el doctor Eugenio Pacceli Chapa Valdez.
Durante la liposucción, la paciente cayó en paro cardiorrespiratorio y “la anestesióloga procedió a aplicar maniobras, pero se presentó asistolia y el corazón comenzó a fibrilar”. Villa fue atendida hasta que salió del paro.
La artista fue llevada al Hospital Muguerza. Se indicó que su cerebro había durado menos de dos minutos sin oxígeno.
Coma profundo
A partir de entonces, la actriz y cantante se sumió en un coma profundo, causado por la aplicación errónea de la anestesia. Los médicos trataron de reanimarla pero no lograron su objetivo.
Después de nueve días de la postración de la cantante, el doctor Eugenio Pacceli aceptó hablar con los medios de comunicación. Relató cómo ocurrieron los hechos. Rechazó que su clínica careciera de equipo para practicar la liposucción. Aceptó que toda la responsabilidad fue de él y de nadie más.
‘Amarillismo y morbo’
En los días subsecuentes, la actriz reaccionaba poco a poco a los estímulos a que le sometían los médicos y sus familiares, con la esperanza de hacerla regresar del coma. Se especulaba sobre la posibilidad de trasladarla a Houston, pero se le mantuvo en el área de cuidados intensivos del mencionado hospital en Monterrey, ya que “se consideraba demasiado riesgoso” su traslado a la Unión Americana.
Comenzó a asegurarse cada vez más que la artista no volvería a cantar, aún recuperándose del coma. Sus familiares, en especial sus hijos (Rosa Elena, María José y Carlos Alberto), abrigaban la esperanza de que, por lo menos, su madre volviera a su lado. La Asociación Nacional de Actores ofreció a los familiares su ayuda moral y económica, según lo reveló Humberto Elizondo, para entonces líder de la agrupación.
A siete días de ser internada y del coma de la artista, el médico José Luis Assad Morell reconoció: “Lesiones residuales en la corteza, tallo y tálamo cerebral quedarían como secuelas si la cantante vernácula llegara a recuperarse”.
Dijo igualmente que “entre los estímulos que se le han estado aplicando, están pinchazos en las extremidades, las cuales mueve, pero consideró difícil adelantar una evaluación, pues “la falta de irrigación sanguínea y oxigenación de la masa encefálica, necesariamente dejará secuelas”.
María José negó, al cumplirse siete días del coma de su madre, que hubiera existido negligencia médica. Dijo también que sí mantuvieron en el anonimato el nombre del cirujano que había intervenido a su progenitora fue para evitar “el amarillismo y morbo” en torno de lo ocurrido.
Como un milagro
El domingo 31 de agosto de 1997 Lucha Villa había superado el coma después de 11 días. Lo que parecía imposible por fin ocurrió, la cantante estaba de regreso. El milagro tuvo lugar el sábado 30 de agosto, cuando las esperanzas se diluían y los pronósticos eran cada vez más desoladores. La actriz, informó su médico, “salió del coma por la mañana y su estado físico se normaliza”.
El cardiólogo destacó que el ventilador mecánico la estaba asistiendo en un 20 por ciento “el resto lo hace ella con su propio esfuerzo”. La cantante abrió los ojos, movió extremidades en forma voluntaria, pero permanecía con tubos en la tráquea del ventilador mecánico. Se dijo que de continuar los progresos de Lucha, se le retiraría el ventilador pues su vida ya no corría peligro.
Sólo surgió una preocupación, la posibilidad de tener daños residuales debido a las zonas laminares en la corteza cerebral y el tálamo. De todas formas, abandonó la terapia intensiva esa misma semana.
En la memoria colectiva
A partir de entonces, las secuelas con las que Lucha Villa viviría hasta el presente no se llegarían a superar del todo.
Esto a pesar de que en años subsecuentes se sometió en La Habana, Cuba, a tratamientos especializados.
Se lograron avances importantes, pero no definitivos. Rosa Elena, María José y Carlos Alberto, siempre han estado conscientes de que el retorno artístico de su progenitora es poco menos que imposible.
A 11 años de distancia del amargo suceso que puso en peligro la vida de la actriz y cantante, sus herederos están muy agradecidos con los médicos y terapeutas que la sacaron adelante.
Lucha Villa ha continuado su vida en San Luis Potosí, en compañía de su hija Rosa Elena y rodeada por sus nietos.
Ha entrado en contacto, esporádica y brevemente, con los medios de comunicación, inclusive ha sido objeto de alguno que otro homenaje: a veces se entusiasma con la idea de presentarse en un espectáculo “cantando inclusive, a modo de despedida del público”, pero esto no ha sido posible.