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Sergio Estrada Cajigal

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

En un paso más lejos del PAN, el ex gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal, hace campaña a favor del candidato del PRI a la alcaldía de Cuernavaca, que el propio Estrada Cajigal conquistó en 1997 para su partido. El 28 de marzo pasado renunció a su filiación panista, que duró catorce años, y entonces avisó que volvería a la política, "como simple ciudadano". Ha anunciado, sin embargo, que la organización Campesinos en Acción por Morelos, organizada al modo priista en el partido blanquiazul, se incorpora al PRI, con cuyos dirigentes locales, sus abiertos adversarios en el pasado reciente, se ha reunido para mostrar su apoyo a Manuel Martínez Garrigós, postulado por el partido tricolor.

No es la primera vez que un miembro conspicuo del PAN decide abandonarlo. De tanto en tanto tensiones internas se resolvieron con la salida de disidentes, inconformes con la línea doctrinal o política del partido en un determinado momento. El padre del actual presidente de la república, Luis Calderón Vega, contó entre esos militantes descontentos y se marchó del partido que había contribuido a fundar y a hacer crecer. Tres miembros eminentes de ese partido, José González Torres, Efraín González Morfín y Pablo Emilio Madero, se retiraron también del partido que habían encabezado y del que fueron candidatos presidenciales. Pocos de los panistas que se van lo hacen para unirse o apoyar a otro partido. Entre las excepciones notorias cuentan el propio Madero, que fue candidato presidencial por el Partido Demócrata Mexicano, Fernando Martínez Cué, que fue candidato de la Coalición por el Bien de Todos al Gobierno de Morelos, Jesús González Schmall y Bernardo Bátiz, que volvieron a la Cámara de Diputados en que sobresalieron como panistas, postulados por otros partidos. Ahora mismo, Bátiz aspira a romper el largo dominio de su antiguo partido en la delegación Benito Juárez del Distrito Federal.

La ruptura de Estrada Cajigal con su partido no es ideológica. El ex gobernador ha sido desplazado por su sucesor en un proceso que culminó con la marginación del grupo estradista en la designación de candidatos a alcaldes y diputados para las elecciones de julio próximo. El propio gobernador Marco Antonio Adame dio un empujón hacia la puerta a su antecesor cuando criticó algunos actos de su Gobierno, como el indebido pago de 73 millones de pesos por unos terrenos en Tamoanchán. Parece que, no obstante carecer de un proyecto propio, Estrada Cajigal estorbaba el que Adame desarrolla en el propio Morelos y en el país entero. Con los gobernadores de Jalisco, Emilio González Márquez, y de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, Adame encabeza una corriente de derecha dentro de la derecha, a la que sus adversarios, por lo menos los inconformes panistas en Morelos, llaman La Sagrada Familia.

El panista renunciante y apoyador del PRI es nieto de Vicente Estrada Cajigal, un político callista que gobernó a Morelos durante el maximato y años después, en 1952, dirigió la oposición henriquista en su calidad de presidente de la Federación de partidos del pueblo mexicano. No pareció que su descendiente abueleara, porque hasta los 34 años no se interesó en la política. Aunque estudió comunicación en la Ibero, se dedicó a administrar su propio taller mecánico y a pasarla bien (inclinación que no perdió en sus días de gobernador) hasta que, dos años después de su ingreso al PAN, ganó por sorpresa la alcaldía de Cuernavaca, en 1997. Tres años más tarde hizo lo mismo con la gubernatura de Morelos. Si bien entonces contó con el factor Fox, su propia popularidad contribuyó a que obtuviera un aplastante triunfo. Los 338 mil votos que alcanzó no sólo fueron más del doble de los logrados por Juan Salgado Brito, candidato del PRI (que a la postre se fue también de su partido) sino que sumaron cien mil más de los 246 mil que Adame conseguiría hace tres años.

Quizá esa disminución en la votación panista se debió al propio Estrada Cajigal, que tuvo un mal desempeño como gobernador. Su gestión quedó marcada por varios escándalos, algunos de ellos surgidos de la frivolidad con que se conducían él y su equipo de políticos inexpertos y abusivos. Pero hubo uno de ellos de gran importancia. El subprocurador de justicia, Alejandro Hernández Arjona, y el jefe de la Policía Ministerial, Agustín Montiel, respectivamente, fueron hallados responsables de proteger a narcotraficantes. Este último purga todavía la pena de 33 años que se le impuso por su colaboración con uno de los más escurridizos jefes del narcotráfico, Esparragoza, apodado El Azul.

La Oposición atribuyó al gobernador al menos negligencia e inició en su contra juicio político por omisión. Estrada Cajigal contraatacó mediante controversias constitucionales cuyo trámite al menos estorbó dicho juicio político, resuelto a la postre a su favor, no por que se le hallara inocente del señalamiento opositor, sino por cuestiones procesales, de forma. En ese trance, el gobernador que no abandonó nunca su despacho, fue cobijado por su partido, en esa irresponsable inclinación de los dirigentes políticos de meter la mano en el fuego por sus correligionarios aunque haya indicios de que por lo menos solaparon la comisión de delitos. Ya en curso el juicio político, Estrada Cajigal recibió la visita de Vicente Fox quien le expresó "mi respeto, mi aprecio, mi admiración".

Ahora el ex gobernador se ha ido. Lo hizo, afirmó en su renuncia, porque se ha traicionado "todo aquello por lo que luchamos".

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