EDITORIAL Columnas editorial Enríquez Caricatura editorial

¿Choque o encuentro?

Diálogo

YAMIL DARWICH

Estamos por cumplir quinientos diecisiete años del descubrimiento de América, hecho que cambió la historia del mundo y las perspectivas que se tenían de él, incluyendo visiones territoriales, recursos naturales, flora, fauna conocida y, desde luego, la percepción que se tenía del ser humano.

La discusión continúa y al parecer con dos bandos irreconciliables: aquellos que consideran el arribo de los españoles como un encuentro de culturas que dio origen a la mexicana y otras latinas; y los que piensan fue un choque cultural que dejó profundas heridas, del que aún no podemos recuperarnos.

La historia se remonta a 40 mil años a.C., cuando el mar pudo haber descendido 50 metros o más y el estrecho de Bering, posiblemente llegó a tener 40 de profundidad; en algún momento el océano alcanzó su menor nivel en los puntos más cercanos entre las masas continentales, aflorando una franja de tierra de más de 1,000 kilómetros de extensión: Beringia, que permitió el paso de grupos migratorios por la cuenca del Río Yukón, que no estaba congelada. Aquellos primeros pobladores del continente, luego de permanecer muy al norte, por las altas montañas con nieve y hielo, finalmente pudieron emigrar al sur.

Dominando el lasqueado de la piedra, construyeron instrumentos de trabajo y armas, además de tejidos de redes y prendas de piel; sabían de la importancia de la unión para sobrevivir, de ahí que su primera organización social fuera comunal, compartiendo bienes y alimentos.

Nómadas por necesidad, recolectaban frutos y en baja escala practicaban caza menor, utilizando armas rudimentarias que posiblemente incluían lanzas y proyectiles; el invento del arco y flecha vendría después. Durante períodos de exuberante riqueza por razones climáticas, se reunían en grupos numerosos, compartiendo fiestas religiosas o sociales, intercambiando experiencias, artículos de uso común y efectuando uniones familiares. Un socialismo rudimentario, armónico, favorecedor de la reproducción y la propagación del humano en América, existiendo evidencias de ellos, en México, treinta mil años atrás.

El desarrollo cultural siguió adelante y generó los llamados "Horizontes: Arqueolítico, Cenolítico y Proteolítico", hasta llegar al sedentarismo y la organización social con Olmecas, de quienes derivan dos grandes culturas: Mayas y Toltecas. De la época clásica nos queda la cultura de la "ciudad por excelencia, que a decir de Gary Jennings, sorprendió a los españoles, que temerosos recorrieron la Tenochtitlán conquistada, admirando su esplendor, desarrollo en civilidad y la precisa organización social, política y religiosa del territorio dominado. Solamente al admirar los trazos de calzadas o canales y el esplendor de sus edificios, se daban cuenta de la fortuna que les asistía al no ser atacados y destruidos por los indígenas conquistados.

Rutas bien trazadas, que comunicaban a los distintos grupos nativos y sus ciudades, vigiladas por militares y transitadas por eficientes comerciantes y transportistas que llevaban y traían mercancías, haciendo placentera la forma de vida de las clases pudientes y arrimando artículos básicos de consumo a mercados escrupulosamente administrados.

Los conquistadores habían arribado el viernes 12 de octubre de 1492, a las 2:00 a.m., a una isla llamada Guanahani, en lo que hoy es San Salvador y pudieron conquistar el nuevo mundo por la presencia de temores religiosos, profecías y apoyo de indígenas insurrectos. El temor del emperador Moctezuma, basado en las predicción de la llegada de "barbudos rubios" y el rencor acumulado por grupos de sometidos, permitieron la conquista.

Luego vendría la imposición de usos y costumbres, sistemas de gobierno, creencias religiosas y europeización de las culturas mesoamericanas; corresponderían los indígenas con rechazo, resistiéndose a las imposiciones; de ello nos quedan múltiples evidencias, tradiciones y antecedentes de hibridación cultural, entre ellos: reniego de nuestros orígenes y rechazo a la aceptación orgullosa de la herencia biológica y cultural -mescla indígena y española- del mexicano.

Ahí empezó la estigmatización social y psicológica que nos embarga; vendrían los abusos de esclavitud contra los nativos y el choque de castas sociales que diferenciaban a nobles y cortesanos, españoles o criollos, por encima de indígenas. Ahora la hemos modernizado y a falta de títulos de nobleza nos inventamos los profesionales de licenciado y arquitecto, por ejemplo.

Llamarnos indígenas puede ser despectivo, igual que españolete o baturro; hasta hace poco tiempo, nuestro gobierno, por sistema, rechazaba la relación diplomática oficial con España, actualizada su justificación en el rechazo a su "guerra civil".

En nuestro inconsciente colectivo seguimos rechazándonos y agrediéndonos; un simple ejemplo: nosotros ofendemos en la inteligencia del español "gallego", inventando chistes burlones y ellos nos responden menospreciando al tonto indiano ¡con las mismas ofensas!

Aún no definimos nuestros constructos de sociedad mexicana, aunque hayan pasado más de cuatro siglos de la conquista; ni siquiera podemos aseverar con certidumbre, si el evento fue causa de choque de civilizaciones o dio, como resultado, un encuentro enriquecedor de culturas. ¿Usted qué opina?

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 467620

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx