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Los penales

Una apuesta muy arriesgada

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Sergio Luis Rosas

Torreón, Coah.- La ejecución de un penal implica una gran responsabilidad en quien fue designado para ejecutarlo, ya que juega prácticamente “al filo de la navaja’’, si lo acierta es un héroe y si lo falla se desata en su contra una serie de críticas y versiones, que muchas veces van más allá de lo que realmente sucedió durante el cobro.

Un técnico designa habitualmente para ejecutar un penalty a un jugador que tenga buena técnica de golpeo de balón y sobre todo tranquilidad para hacerlo, que no se desconcentre y soporte la presión que hay “sobre sus espaldas’’.

El entrenador trabaja durante la semana varias horas preparando a sus jugadores para la ejecución de una pena máxima, sobre todo en las Liguillas, ya que en la actualidad se recurre a la serie de cinco tiros y participan la mayoría de los jugadores, sobre todo si se van a muerte súbita.

Antiguamente la serie de penales era de tres tiros y los ejecutaba el mismo jugador, por lo que el entrenador trabajaba con uno o dos habitualmente en este renglón.

Una de las series más prolongadas fue una de 15 tiros en la semifinal del Torneo de Copa 1969 entre Toluca y Monterrey en el entonces Estadio de la Bombonera, ahora Nemesio Díez, que ganaron Rayados 15 a 14 goles.

El brasileño Nelson Fahio de Sousa, del Monterrey, anotó los 15 penales que le tocó ejecutar, mientras que José Luis “El Ruso’’ Estrada, del Toluca, falló en una ocasión y su equipo perdió.

Era difícil esta modalidad, pues con tanta ejecución el jugador ya no encontraba a dónde tirar, por ello la FIFA años después implementó la serie de cinco penales con diferentes tiradores y la muerte súbita, dando posibilidad que hasta el portero ejecute un penalty.

El festejo del Ángel

El haber ejecutado bien el “tiro de los 11 pasos’’ instituyó en nuestro país el festejo en el Ángel de la Independencia el 11 de junio de 1970, en el Mundial de México 70, en la victoria de la Selección Nacional sobre Bélgica por 1-0, que le dio el pase a cuartos de final.

El encargado de ejecutarlo fue el defensa central Gustavo “El Halcón’’ Peña, quien con un tiro bien colocado venció al portero Christian Piot. La falta fue cometida por el defensa León Jeck al delantero Javier Valdivia. Con ese gol se eliminó a Bélgica, considerado como uno de los favoritos para calificar a la siguiente ronda.

Años después Gustavo Peña contó que la noche de ese día, cuando se encontraba en la concentración en el Centro de Capacitación, mientras la gente festejaba el triunfo de México en el Ángel de la Independencia, reflexionó sobre la responsabilidad que tuvo “a cuestas’’ esa tarde y de la importancia de convertirlo en gol, pues de fallarlo, no hubiera habido festejo.

Comentó también que al momento de marcar la falta el árbitro central del partido, el argentino Norberto Coerreza, se acercó a la banda a tomar agua, en ese momento le habló el técnico nacional Raúl Cárdenas para preguntarle cómo se sentía, a lo que “El Halcón’’ Peña respondió que si tenía otro cobrador, se lo dijera, pero el entrenador le aclaró que se refería a alguna dolencia que le impidiera tirar el penal.

Gustavo “El Halcón’’ Peña tenía una particularidad para ejecutar un penalty, tomaba mucho vuelo y corría en zigzag para ejecutarlo, normalmente era a media altura y pegado al poste.

En la década de los años sesenta se puso en boga la frase que decía: “Si Pelé falló un penal, con mayor razón yo’’, con lo cual un tirador justificaba su error.

El maleficio de los penales

Este maleficio dio inicio en el Mundial de México 86, durante el cual se transmitió un anuncio por parte de una empresa de refrescos, en el que Hugo Sánchez anotaba un penalty, el cual dejó de transmitirse una vez que concluyó el partido entre México y Paraguay.

En el minuto final de ese encuentro el árbitro central marcó una pena máxima a favor de México, por falta cometida por el defensor paraguayo Vladimiro Schetinna sobre Francisco Javier “El Abuelo’’ Cruz.

Hugo Sánchez era el cobrador oficial del Tri, tal como lo informaba el anuncio, por eso acomodó el balón sobre el manchón, se perfiló y disparó a la derecha del portero Roberto “El Gato’’ Fernández, quien desvió el balón al poste, y mientras el esférico se alejaba de la portería paraguaya, el árbitro inglés George Courtney pitaba el final del encuentro.

México después le ganó a Irak por 1-0 con gol de Fernando Quirarte y calificó a octavos de final, ronda en la que eliminó a Bulgaria por 2-0 con goles de Manuel Negrete y Raúl Servín.

El 21 de junio de 1986, México se enfrentó a Alemania en cuartos de final en el Estadio Universitario de San Nicolás de los Garza, y después de 120 minutos de juego terminaron empatados a cero goles.

Lo alemanes forzaron el partido para llegar a los penales, desde entonces una maldición persigue a nuestros representativos nacionales.

Allofs marcó el primero de los alemanes y Manuel Negrete hizo lo propio por México, Brehme anotó el segundo de los germanos y Fernando Quirarte falló, Matthaeus incrementó la cuenta de los teutones y Raúl Servín falló, finalmente Littsbarski cerró la cuenta de Alemania 4-1 y calificó a la semifinal.

En ese entonces se armó una polémica sobre lo siguiente, que era legítimo un gol anulado a Francisco Javier “El Abuelo’ Cruz, que si Hugo Sánchez sufrió calambres y se negó a cobrar uno de los penales, que la elección de los tiradores no fue la correcta, que México no debió salir del Estadio Azteca, lo cierto es que el sueño de un país se terminó en esa tanda trágica.

Se repite en USA 94

Ocho años después, en el Mundial de Estados Unidos esa maldición volvió a repetirse el cinco de julio de 1994 en el Estadio de los Gigantes en Nueva York, en el partido de octavos de final contra Bulgaria, que terminó empatado a un gol después de jugarse los 90 minutos reglamentarios y dos tiempos extras.

Bulgaria se había puesto adelante 1-0 al minuto siete con gol de Hristo Stoichkov y México empató al minuto 18 en un penal bien ejecutado por Alberto García Aspe, quien después iba a fallar en la tanda de cinco.

Alrededor de este encuentro se formó una gran polémica sobre los famosos cambios que no se hicieron cuando Bulgaria estaba físicamente agotada, y la plática entre Hugo Sánchez y el técnico Miguel Mejía Barón , sobre si entraba o no.

Años después trascendió que el propio Hugo Sánchez no quiso entrar al ver que se iban a penales, y por su mente apareció el fantasma del penal fallado ante Paraguay en el Mundial de México 86.

Finalmente Bulgaria ganó por 3-1 en penales con anotaciones de Guentchev, Borimirov y Letchkov, habiendo fallado Balakov. Por México nada más anotó Claudio Suárez, fallaron Alberto García Aspe, Jorge Rodríguez y Marcelino Bernal.

A raíz de estos fracasos la Federación Mexicana de Futbol implementó desde los inicios de la década de los noventa en Segunda y Tercera División tirar una tanda de penales al término de cada partido, para que los jóvenes vayan aprendiendo a ejecutar esta falta y a soportar la presión.

El tirador de un penal siempre va a estar en el “Ojo del huracán’’, corriendo el riesgo de convertirse en héroe o villano, sobre todo si su acierto o falla incide en el resultado del partido.

La racha del Laguna

La falla de un penalty puede afectar a un equipo en lo colectivo, basta recordar con lo que le pasó al desaparecido equipo Laguna en la temporada 1975-1976, al mando del técnico José Antonio Roca (QEPD), cuando se fallaron siete penales en forma consecutiva, que de haberlos convertidos la Ola Verde hubiera calificado a la Liguilla.

Esa temporada el Laguna sumó 39 puntos, le faltó uno para calificar, y pudo haber acumulado más, de no haber sido por los penales fallados. La “maléfica’’ racha se inició en un partido contra Pumas en el desaparecido Estadio de San Isidro, en el primer tiempo José Antonio Rodríguez cobró un penal y lo convirtió en gol en la portería Sur.

En la segunda parte volvió a marcarse la pena máxima en contra de Pumas, y volvió a ser designado José Antonio Rodríguez para cobrarlo en la portería Norte, pero en esta ocasión el guardameta Rubén “El Vago’’ Montoya atajó el disparo, atendiendo las indicaciones que a gritos daba desde la banca su técnico Arpad Fekete, quien en ese entonces dirigía a los universitarios y conocía a José Antonio “al dedillo’’.

En esa racha fallaron José Antonio Rodríguez en tres ocasiones, Carlos Eloir Peruci, Alejandro Onnis, José Cedano y Agustín Loza, hasta que un buen día tomó el balón José “La Caica’’ Zamora y acabó con el maleficio, al tiempo que sonreía y recordada a sus compañeros, que en el desaparecido equipo Torreón era el encargado de cobrarlos.

Dentro de esa racha hubo un jugador que se negó a ejecutar la pena máxima por temor al fracaso, el argentino Hugo Carril, aún cuando el técnico José Antonio Roca lo había designado en una ocasión.

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