México desde los cielos
MÉXICO, D.F.- La primera vez que Ricardo Gómez Garrido llevó consigo una cámara al avión que pilotearía, pudo ver una gigantesca nube que llovía, abrió la ventana y la capturó. La imagen la metió a un concurso de fotografía y ganó, desde entonces creyó que podía convertirse en un fotógrafo profesional especializado en la imagen aérea, un oficio poco usual en nuestro país.
En nueve años como fotógrafo aéreo ha tenido dos accidentes, en 2006 y 2010, en el segundo la hélice de la avioneta se desprendió y tuvo que aterrizar de emergencia en una avenida; lleva más de 4 mil horas de vuelo, unos 2 mil 500 proyectos fotográficos, una inversión de más de 7 millones de pesos, algunas exposiciones en México y en el extranjero, y un archivo con imágenes incuantificables, sólo sabe que están almacenadas en al menos 5 terabytes.
Su historia comenzó con su interés en convertirse en piloto aviador, profesión que le exigía licencia y para obtenerla debía contar con 200 horas de vuelo. Aprender a volar, ha dicho, es sencillo, lo difícil es adquirir experiencia y sumar las horas, que concluyó luego de seis años. Después fue a una aerolínea a solicitar empleo, le fue negado porque le indicaron que debía tener 500 horas en total.
No se desanimó; empezó a "corretear" aviones en el aeropuerto de Atizapán, retrató pilotos, los despegues, los aterrizajes, hasta que un día le preguntaron si él era el fotógrafo del aeropuerto. Dijo que sí, obtuvo su primer empleo como fotógrafo con un proyecto por los aires de Mazatlán, comenzó a tirar imágenes aéreas y consiguió su licencia como piloto aviador comercial.
Aunque su interés era la aviación, la fotografía la ejerció de manera paralela sin imaginarse que podía combinarlas para obtener un trabajo que lo llevaría a exponer a lugares tan lejanos como Argelia.
"Esto comenzó como un sueño que me creí, trabajé para cumplirlo y confié en mí. Conforme iba creciendo conocí a la gente y veía qué es lo me gustaba de cada una de las personas que me rodeaban, pregunté profesiones a doctores, ingenieros, arquitectos y pilotos, hasta que vi que los pilotos eran los que se la pasaban un poco mejor en relación a los demás. La fotografía me gusta desde que tenía 18 años, fue hasta los 25 cuando tuve la oportunidad de comprarme mi primera cámara y empecé a trabajar en unos restaurantes en Tijuana, luego evolucioné y trabajé para revistas, hice fotografía política y me clavé en lo aéreo porque soy piloto", cuenta en entrevista.
En casi una década ha logrado captar las playas, mares, ríos, presas, montañas, ciudades, pueblos, volcanes de toda la República Mexicana, pero dice que la pasión por la fotografía aérea se encendió cuando sobrevivió al primer accidente. El avión se capoteó y él salió por la ventana, las heridas no fueron de gravedad y a los dos días de lo ocurrido quería nuevamente volar.
Con el tiempo, aprendió también a tomar imágenes no sólo en aviones piloteados por él, sino también en "cualquier cosa que vuele, como ultraligeros, paramotores, globos aerostáticos y parapente"; algo que requiere de astucia por la velocidad a la que se desliza.
Ricardo Gómez Garrido, de 38 años de edad y originario del Distrito Federal, montó hace nueve años una pequeña empresa en la que ofrece su trabajo, llamada Foto Aérea México, en la que colaboran cinco personas, él se encarga de realizar los proyectos de video y fotografía que le solicitan sus clientes, entre los que destacan publicaciones y empresas dedicadas al turismo.
Su obra ha sido expuesta en galerías de Tijuana, Querétaro, Estado de México, y en la Ciudad de México; en 2010 tuvo su primera exposición internacional, titulada Mirada de México desde las alturas, que fue exhibida en la Embajada de México en Argelia, por invitación del embajador, Eduardo Roldán.
"Es un trabajo que poco se ve, no hay mucha gente que esté haciendo fotografía aérea, me da mucho gusto colaborar y ser parte de un movimiento de jóvenes y de lograr algo por mi país. Esto fue una oportunidad que se me abrió, después de nueve años, ahora más que nunca siento qué es lo que necesito hacer para trascender en la vida y para poder dejar una huella, es lo que me motiva", cuenta el piloto.
En sus imágenes, dice el también fotógrafo, busca la belleza. "Busco la belleza, el color y la mezcla de los matices, me encanta ver los campos y ver esos colores. Observar en la ciudad una mancha urbana o ver un panteón, fijarme en los encuadres y en las diferentes alturas".
Cada uno de los lugares por los que ha volado, explica, ha sido particularmente especial por muchos factores, como los meteorológicos y la visibilidad. "Es una aventura subirse a un avión y llegar a un siguiente destino, lo que sucede en el trayecto es lo más interesante como aviador y como fotógrafo. Hay lugares bonitos como la Riviera Maya, que de entrada el turquesa te llama y te dice muchas cosas, te hace manejar un estado de conciencia, pero también cuando vas al desierto de Sonora. Recientemente estuvimos en Puerto Peñasco, donde hay volcanes, lava, dunas, cosas padrísimas", explica.
FOTOGRAFÍAS el universal
RICARDO GóMEZ GARRIDO
Piloto y fotógrafo