Carlos Solórzano Fernández, el renovador del teatro mexicano. ARCHIVO
De origen guatemalteco pero naturalizado mexicano, el dramaturgo, novelista y escritor Carlos Solórzano Fernández, quien contribuyó entre otras cosas, a la renovación del repertorio del teatro mexicano además de haber sido un incansable promotor del teatro universitario, es esta semana el personaje elegido por esta casa editorial, con motivo del 93 aniversario de su nacimiento, ocurrido el primero de mayo del año 1919.
Oriundo de San Marcos, Guatemala, Solórzano Fernández vivió su infancia en aquel país donde cursó la enseñanza primaria y secundaria, tanto en francés como en español, hasta obtener el diploma de Bachiller en Ciencias y Letras.
De acuerdo con sus biógrafos, en 1939 se trasladó a México y se inscribió en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para cumplir con el deseo familiar. No obstante, dos años más tarde ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras por vocación personal.
En 1944 obtuvo el grado de maestro en Letras con la tesis "Del sentimiento de los plástico en la obra de Unamuno", al año siguiente obtuvo el título de arquitecto con el proyecto de un teatro para la ciudad de Guatemala, y en 1946 se graduó de Doctor en Letras con la tesis "Espejo de novelas".
Tiempo después, en 1948, consiguió la Beca Rockefeller para hacer estudios interdisciplinarios de Arte Dramático. Asimismo cursó algunas materias en el Conservatorio Nacional de Francia y otras en la Sorbona.
Según la biografía difundida por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, a su regreso a México, en 1952, el rector de esa casa de estudios Luis Garrido Díaz le encomendó la creación de un Teatro Universitario Profesional, dependiente de la Dirección de Difusión Cultural, así como la organización del "Teatro Estudiantil Universitario", que conformó grupos de teatro experimental en diversas facultades de la Universidad.
Posteriormente fue designado formalmente director artístico de la Compañía de Teatro Universitario, con la cual llevó a cabo una invaluable labor de difusión teatral en diversos foros de la capital de la República.
Durante su gestión al frente de esta compañía, que se extendió hasta 1960, Solórzano dirigió la puesta en escena de un repertorio moderno y renovador de obras seleccionadas por él.
Fue en este periodo, señala el texto, que la Compañía de Teatro Universitario escenificó importantes obras de Samuel Beckett, Albert Camus, Emilio Carballido, Leonora Carrington, Christopher Fry, Michel de Ghelderode, Eugene Ionesco, Franz Kafka, Alfred de Musset, Luigi Pirandello e Irwin Shaw, entre otros.
Su incansable labor para promover el teatro universitario en México la desarrolló incorporando nuevos discursos escénicos a la educación.
Asimismo contribuyó decisivamente a enriquecer el teatro nacional por medio de su propio ejercicio dramatúrgico implantando nuevos modelos de escritura, mismos que se apegaban a los esquemas aristotélicos.
Es autor de las obras de teatro "Doña Beatriz, la sin ventura", "El hechicero", "Las manos de Dios", "Cruce de vías", "El zapato" y "El sueño del ángel", así como de los novelas "Los falsos demonios" (1966) y "Las celdas" (1971).
Además de los libros de ensayo "Del sentimiento plástico en la obra de Unamuno" (1944), "Unamuno y el existencialismo", "Las manos de Dios" y "Los fantoches", entre otros.
Gracias a su fructífera trayectoria fue galardonado con numerosos premios y reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (1989) y el Premio Universidad Nacional, en el área de Aportación Artística y Extensión de la Cultura (UNAM, 1989).
Solórzano, quien se desempeñó como Presidente del Centro Mexicano del Instituto Internacional de Teatro de la UNESCO (1990-2000), murió el 30 de marzo de 2011, víctima de un cáncer de páncreas.