Javier Aguirre, 2010.
Dirigir a la Selección Mexicana de fútbol representa uno de los mayores logros para cualquier entrenador en el balompié nacional. Pero aunque sea el sueño de muchos, quienes lo han cumplido descubren que se puede convertir en una pesadilla.
Dirigir el destino del llamado Tricolor es uno de los puestos que más polémica genera en la opinión pública del país, ya que prácticamente todos los mexicanos están al tanto de lo que sucede con la Selección.
“Del odio al amor hay un solo paso”, afirma la expresión popular, y si hay un ámbito en el cual puede confirmarse tal sentencia es en el soccer, donde el director técnico tiene el riesgo de pasar de héroe a villano en menos de lo que dura un partido.
TODO CUENTA
Un detalle puede cambiarlo todo. Es cierto que a menudo los resultados de la escuadra van de la mano con el respaldo de la prensa y de la afición. Sin embargo muchas veces se ha visto que una simple declaración puede convertir el apoyo en aversión, a pesar de los marcadores positivos.
Tal es el caso de Javier Aguirre, quien dirigió al conjunto nacional en dos diferentes etapas. El Vasco arribó en ambas como un verdadero bombero, para apagar las alarmas y conseguir la calificación a los mundiales de 2002 y 2010 cuando éstas ya se daban casi por perdidas. Con Aguirre se calificó a octavos de final en las dos justas, e incluso la gente lo absolvió por la derrota de 2002 ante el acérrimo rival del norte, los Estados Unidos. Pero lo que nadie le perdonó fue haber dicho que México “estaba jodido”, en una entrevista para la radio española, meses antes de empezar el mundial de Sudáfrica. Tras este escándalo su relación con la prensa y la hinchada se fragmentó y su popularidad fue decayendo. La decisión de llevar a Óscar Conejo Pérez y al Guille Franco, considerados ‘cartuchos quemados’ en ese tiempo, así como la eliminación ante Argentina, pusieron los últimos clavos a su ataúd, ganándose el repudio a pesar de haber ‘salvado’ a la Selección.
En otras ocasiones el trabajo, la lucha y la actitud, han hecho que un entrenador se quede en los corazones de los seguidores aun si las victorias no estuvieron de su lado. Así pasó con Ignacio Trelles; Nacho es el técnico con más partidos dirigidos, 106, y comandó al Tri en los campeonatos de 1962 y 1966 logrando el primer triunfo mexicano en un mundial. Y aunque en ambos fue eliminado en primera ronda, es considerado una leyenda dentro del fútbol azteca.
AFICIÓN BIPOLAR
Sobre la afición y su antipatía o afecto, habría que señalar que por lo común estos sentimientos se encuentran divididos y mientras un sector aborrece al entrenador, otro puede idolatrarlo en la misma medida. O incluso mostrar ambivalencia por detestar su personalidad pero apreciar su estilo de juego.
El caso que más alimenta esa dualidad es el de Ricardo Antonio La Volpe. El Bigotón impregnó al Tri de una filosofía de juego ofensiva, de dominio del balón y con un estilo dinámico. Ha sido el único en avanzar ‘caminando’ en la eliminatoria mundialista y consiguió llegar a octavos de final en Alemania 2006. Pese al balance positivo, fue criticado fuertemente por no llevar al mundial a Cuauhtémoc Blanco, así como por su política de convocar a jugadores naturalizados. Otro punto clave fueron los rumores sobre la supuesta asistencia que recibía de una bruja, quien le daba consejos para dirigir al equipo.
Pocas veces el odio es generalizado; ahí, el fracaso total se le achaca al entrenador tanto como por su desempeño en la cancha, como por su relación con los medios y seguidores. El máximo ejemplo: Hugo Sánchez. El Pentapichichi inició su paso en el Tri con un idílico romance, pero una derrota en la final de la Copa Oro de 2007 ante Estados Unidos, la eliminación en semifinales de la Copa América del mismo año y la del torneo preolímpico para los Juegos de Beijing 2008, acabaron con sus aspiraciones mundialistas.
UN LUGAR EN LA HISTORIA
Está claro que el amor se tiene que conquistar. Ningún técnico ha llegado protegido por un apoyo incondicional al Tricolor, tal vez sí con el beneficio de la duda mas no con la adoración absoluta. Algunos han tenido que granjearse el afecto de los aficionados a base de resultados históricos. Así tenemos a Bora Milutinović y a Luis Fernando Tena.
Bora arribó al Tri en 1983 para dirigir en el Mundial del 86, donde México sirvió de anfitrión. Fue la primera y única ocasión en que nuestro país logró calificar al ya famoso quinto partido, además de mostrar un buen nivel en cada uno de sus encuentros. Permaneció invicto en el torneo y fue eliminado en penales. Esto le mereció a Bora un sitio en la historia del fútbol mexicano a nivel de selecciones, donde es el técnico que suma más triunfos en el banquillo tricolor.
En el caso de Luis Fernando Tena, su periodo inició de manera complicada. El Flaco forma parte del cuerpo técnico de José Manuel de la Torre, actual DT de México, y fue encomendado para conducir a la Selección en la Copa América de 2011, donde el Tri ofreció su peor actuación, luego de asistir con la plantilla Sub-23 y tras un escándalo que inmiscuyó a jugadores con prostitutas en Ecuador. El golpe fue duro, pero Tena se levantó y en 2012 trajo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, ocupando un lugar en el corazón de los seguidores .
UN CURRÍCULUM QUE NO PESA
El cargo de seleccionador nacional pone a prueba hasta al más exitoso de los entrenadores, cuyos títulos anteriores no importan si no gana y convence. Porque eso sí, también se debe ‘convencer’: dominar con un estilo de juego ofensivo o atractivo, sino es que por goleada, y dar fe de la superioridad del Tri. De no conseguir ni lo uno ni lo otro, sus días al frente del equipo están contados.
Un ejemplo: Enrique Meza. Su éxito está más que comprobado en la Liga Mexicana donde ha salido campeón en cuatro ocasiones, sumando igual número de subcampeonatos. No obstante el paso del Ojitos por la Selección fue tan malo, que fue cesado un año después de su nombramiento.
Otros DT ni siquiera tienen que esperar para ser odiados, ya desde el momento de ser presentados como nuevos dirigentes del Tri reciben la antipatía del público. En 2008, tras la salida de Hugo Sánchez, el sueco Sven-Göran Eriksson fue nombrado director técnico y desde ese momento se le señaló por su mínimo conocimiento del balompié mexicano, por no hablar español y por los magros resultados inmediatos. A pesar de su amplio palmarés en el viejo continente, Eriksson no pudo descifrar la mecánica del fútbol concacafquiano.
También Miguel Mejía Barón fue rechazado por el público. Tras conquistar la Copa de Oro en 1993 ante Estados Unidos, calificó al Tri a octavos de final donde enfrentó a Bulgaria. Cuando ambos equipos se encontraban disputando el partido con 10 hombres, dejó en el banco a Hugo Sánchez y México fue eliminado en penales; esa decisión es criticada hasta nuestros días, ya que para muchos pudo marcar el rumbo del encuentro.
EL CHEPO Y EL FUTURO
Desde 2011 y hasta hoy, José Manuel de la Torre carga con la difícil tarea de llevar a México a Brasil 2014. El carácter recio y parco del Chepo le ha generado el desdén de los comunicadores, al tratarlos de forma mezquina en diversas entrevistas, comportándose además como si siempre estuviera enojado.
Los buenos resultados que al principio cosechó hicieron que se pasaran por alto tales desplantes, pero tras el comienzo del Hexagonal Final de Concacaf, donde México suma tres puntos de nueve posibles, su popularidad comienza a desmoronarse. El tiempo dirá si se suma a la lista de los más queridos o los más odiados. Mientras funja como DT seguirá ahí, debatiéndose en esa pequeña línea que separa lo sublime de lo indeseable.
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