
Las billeteras suelen tener un tamaño estándar, derivado del tamaño de las tarjetas de crédito. ARCHIVO
Prácticamente todo hombre cuenta entre sus pertenencias con al menos una billetera, un artículo que en realidad surgió como necesidad tras otra aparición.
Cuando sólo existía el dinero en moneda, este se transportaba en pequeñas bolsas que se sujetaban con un lazo; sin embargo, cuando fue desarrollado el billete, surgió también la necesidad de un artículo de uso personal que fuera práctico para llevarlo sin que este sufriera daños.
Así pues, en el año 1690, en la colonia de Massachusetts, aparecieron las primeras billeteras de cuero de vaca o caballo, que no tardaron en adquirir popularidad gracias a su practicidad.
Desde entonces pasaron varias modificaciones, como el agregado de compartimientos para guardar otras pequeñas pertenencias también, incluyendo las ya conocidas monedas.
Saltando varios años, con la llegada de la tarjeta de crédito, el tamaño de las billeteras se estandarizó para que estas pudieran guardarlas sin poner en riesgo su integridad, incluso pese a que el tamaño de los billetes variara de país a país.
^AC