En México amamos comer pan, pero en la CDMX hay un fenómeno que muchos otros estados no se explican, y es nuestro ferviente amor por el bolillo y las tortas. Porque un bolillo no es lo mismo que una telera, un pambazo y mucho menos que un birote, y al parecer los únicos que lo sabemos y lo tomamos con la seriedad que se merece, somos los habitantes de la CDMX, mejor conocidos como chilangos.
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