Las puertas se abrieron desde las seis de la tarde, cuando la gente comenzó a entrar. Entre el público se podían observar personas de todas las edades, desde niños hasta personas adultas y de la tercera edad.
Las puertas se abrieron desde las seis de la tarde, cuando la gente comenzó a entrar. Entre el público se podían observar personas de todas las edades, desde niños hasta personas adultas y de la tercera edad.
Sólo un grande como Vicente Fernández podía llenar el Estadio Azteca de sentimiento. La noche fue, dijo, como lo soñó: acompañado de su familia y 85 mil asistentes. Así dejó para siempre los escenarios con estilo.
Autor: EFE Y NOTIMEX, publicada el 18 de abril de 2016