Fuerte, aromático y con mucha personalidad, así es el whisky, un gran presente que seguramente sabrá disfrutar
El whisky es una bebida íntimamente ligada a Escocia, a su historia, su cultura y sus costumbres, no por nada es considerada como la bebida nacional.
Aunque no se sabe con exactitud su origen, fueron los escoceses quienes a través de los años han perfeccionado el arte de la destilación.
Se dice que fueron los monjes cristianos quienes introdujeron el método de destilación a Escocia e Irlanda, pues el registro más antiguo de este método se puede trazar hasta 1494 y se cree que durante esta época el whisky era de sabor más potente.
Al inicio, como sucede en la historia de muchos destilados, su consumo se atribuía a sus propiedades medicinales, aunque pronto se convertiría en una bebida vital, pues debido a sus características organolépticas, se ha ligado a la vida de los escoceses.
El whisky es obtenido a partir de la destilación de grano fermentado con malta. Si bien lo podemos dividir en ocho grupos – el Escocés, el Canadiense, el Irlandés, el Bourbon, el Tennessee, el Single malt, el Blended y el Moonshine –, las categorías más populares al momento de hablar de este destilado son el Single malt, Bourbon y el Blended.
El primero se obtiene de malta de cebada y es producido con una sola destilación, crianza en barrica y no se le agrega agua destilada.
Por su parte, el Bourbon es el whisky que se produce en Estados Unidos, en específico en el estado de Kentucky, donde se elabora con una mezcla de mínimo de 51 % de maíz, centeno, cebada y se envejece durante dos años en barrica de roble blanco, que puede ser tostada por dentro.
Finalmente, tenemos el Blended, que es producto de varias mezclas de whisky, ya sea Straight, Single malt o destilados de otros granos.
La forma más común de beber este destilado es en un vaso “old fashion”, ya sea como aperitivo o digestivo acompañado de hielo y un poco de ag ua, natural o mineral.