Cortesía
Doña Beatriz de Montemayor y Luis Wolff Montes publicaron en la Revista Cultural "El Puente" Número 1, de fecha noviembre-diciembre de 1990, un artículo titulado: LOS DÍAS DE EL MOYOTE, del que tomo los siguientes párrafos:Doña Beatriz de Montemayor y Luis Wolff Montes publicaron en la Revista Cultural "El Puente" Número 1, de fecha noviembre-diciembre de 1990, un artículo titulado: LOS DÍAS DE EL MOYOTE, del que tomo los siguientes párrafos:
"Relato tomado de la primera mesa de informantes, 'La aviación', en el Coloquio de Informantes para la Historia Oral de Torreón, el 3 de agosto de 1990. Los ponentes fueron Luis Wolff Montes, Guillermo Wolff Montes y Renán Domínguez. La moderadora, Beatriz González de Montemayor. Luis Wolff Montes fue funcionario de la CAT, una de las primeras compañías de aviación de La Laguna. La historiadora Beatriz González de Montemayor fue la segunda mujer en el país y la primera en La Laguna que obtuvo licencia de aviadora".
Salomón Atiyeh (informante del público): "Beatriz, tú eres la primera mujer piloto de aquí de Torreón, y tu papá construyó el primer avión, EL MOYOTE, en 1929. ¿Qué nos puedes contar?".
Beatriz González de Montemayor: "Mi padre voló desde 1913, en Francia, según me platicaba, tomó clases con un famoso piloto que se llamaba BLERIO. Posteriormente, fue muy amigo de don Francisco Sarabia. Yo me acuerdo, de niña, tendría cuatro o cinco años, que íbamos a visitarlo a la casa de Lerdo. Me acuerdo del hombre con sus cejas muy cerradas, sus ojos muy azules, moreno, delgado. A mí me impresionaba. Ha de haber sido un hombre muy tenaz, de mucho carácter, por que esa era la impresión que me daba".
"Entonces, mi padre, como era muy aficionado, se mandó traer el motor, la hélice, las ruedas y construyó un avión de ala alta, relativamente chico. Lo tuvo precisamente en ese aeropuerto de la Rosita, y le llamaban el MOYOTE. En cierta ocasión, se lo prestó a don Francisco Sarabia, que hizo mal un aterrizaje. Mi padre comenzó otra vez a arreglarlo y modificarlo, cambiándolo de ala alta a ala baja. Allí sí ya me tocó ayudarle. En una bodega que existía aquí por la Ocampo y la Ildefonso Fuentes, lo modificó. Se forraba ese avión con una tela que se estiraba para todos lados y quedaba muy tensa".
"Lo terminó de reconstruir, nada más que en esa ocasión ya mi madre intervino; era muy nerviosa, y le prohibió totalmente que volara ese avión. Entonces, salió él para Los Ángeles y compró un avión Ryan SC, de aluminio, motor radial, de los que cada cien horas tenías que hacerle el OVERALL: desmontar el motor, arreglarlo y todo y volver a montar".
"En ese avión, aprendí a volar. Era de cuatro pasajeros, muy rápido para aterrizar, y con una velocidad de crucero mucho mayor que la que tenían los aviones de línea. A los quince años, saqué mi licencia de piloto privado. Fui la segunda mujer en México con tenerla. En la Ciudad de México, nada más había una señorita Pani, que fue la primera mujer piloto en la República Mexicana".
Luis Wolff Montes (saca su licencia). "La 172. Es de las primeras licencias que hubo en México".
Renán Domínguez: "Yo tengo la 780".
Beatriz González de Montemayor: "Yo no recuerdo que número de licencia tengo. Lo único que recuerdo es que me tuvieron que poner más años. Me tuve que poner 18, aunque la saqué a los 15. Y también me acuerdo que el inspector que vino a hacerme el examen era un señor que se llamaba Malo Bueno o Bueno Malo, no me acuerdo, pero me decía: 'No soy Malo, señorita, no soy Malo'. Mi primer solo lo hice con muchas más horas de vuelo de lo que se exigía, porque mi padre quería que estuviera sobrada la enseñanza. Hice un aterrizaje que le llamaban entonces de tres puntos; antes, se aterrizaba desplomándose el avión, quitado el motor: los tres puntos eran las dos ruedas que tenía y la de atrás, que a veces era nada más un gancho, no una rueda, y lo hice perfecto. Estaba allí el General Rodríguez, que fue famoso en la Segunda Guerra Mundial, y fue a felicitarme porque siendo mi primer solo el aterrizaje había sido perfecto...".
Fernando Martínez Sánchez (informante de público): "En alguna ocasión, don Guillermo me platicó que allá por 1929, cuando la rebelión escobarista, los aviones federales dejaron caer una bomba y destruyeron la primera estación de radio que hubo en Torreón".
Roberto Ceniceros (informante del público): "La primera estación de radio fue la XETV, que estableció José Abraham Berumen. Ese señor regaló una sirena, que nos anuncia los incendios en Torreón, y construyó las torres de alumbrado que están en el Estadio de la Revolución y que han sido admiradas por todos los que conocen los juegos nocturnos de beisbol...".