Tan misteriosos son los caminos mortuorios, como variados sus ritos
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Con ofrendas y altares, algunos son recordados. Con música y bailes, otros son despedidos. La nostalgia, la tristeza y la alegría se mezclan en la tradición del Día de Muertos.
Esta celebración coincide con el fin del ciclo agrícola de varios productos como el maíz y la calabaza, lo cual constituye el primer gran banquete después de la temporada de escasez en los meses de septiembre y octubre.
Además de las calaveras de azúcar y amaranto, de los deliciosos panes con decoraciones en forma de huesos, de las rimas humorísticas para burlarse de la ?huesuda? y del multicolor papel picado, existen diferentes manifestaciones culturales en las que convergen el abanico étnico del país y la visión católica, en una comunión entre vivos y muertos.
En los panteones la fiesta y la comida tienen un espacio; en los funerales se pueden escuchar canciones populares que se convierten en referentes tradicionales como Las Golondrinas, Amor Eterno o Cruz de Olvido. Al ser cada persona única, las muertes, los velorios y los entierros también son irrepetibles.
Mientras en Baja California se incineran los restos, los popolucas, en Veracruz, danzan porque no tienen en su cultura los rezos; unos más realizan fiestas para darle a saber al caído que la muerte lo ha alcanzado.
Al ser cada persona única, las muertes, los velorios y los entierros también son irrepetibles. Según algunos, los muertos que no hacen ruido es porque sus penas son mayores. Para otros, las mujeres merecen tener más festejos comunitarios que los hombres, pues ellas son las dadoras de vida.
Y como en cada región se le imprime una simbología diferente a las ofrendas que comprenden estos altares, qué mejor que conocer la opinión de los actores principales en estas celebraciones, quienes estuvieron de visita en la Comarca procedentes de diversos puntos del sur del país, en ocasión al Octavo Encuentro Nacional de la Planta Medicinal, Gastronomía, Artesanías, Lengua Indígenas y Terapias Alternativas celebrado en días pasados.
EN NAYARIT
Así como hay algunos grupos que celebran no el fin de la vida, sino la prolongación de ésta en el más allá, hay quienes danzan y realizan fiestas para darle a saber al caído, que la muerte lo ha alcanzado. Tal es el caso de la comunidad en la que habita Ricardo Pérez: ?Bailamos danzas prehispánicas, también con el objetivo de preservar nuestra cultura?. Porque está consciente que detrás están las raíces de un pueblo, como parte de la identidad nacional.
En su visita a Torreón para dar a conocer los baños temascales, aprovechó para expresar su gusto porque se conserven las costumbres mexicanas, las cuales se retoman cada vez con mayor fuerza. Por doquier se observan los altares de muertos, con las pertenencias del difunto, así como con todo aquello que fue de su preferencia en su paso por la tierra.
En el poblado que habita en el Estado de Nayarit, entre los principales elementos que utilizan para la celebración de unión entre vivos y muertos están el papel maché, la fruta, la calabeza, la comida típica, vinos y fotografías.
LOS HUICHOLES
Juan Alberto Morales, indígena huichol del estado de Jalisco, dice que la tradición del Día de Muertos para ellos consiste en una celebración en la que recuerdan por los siguientes cinco días de su muerte a los difuntos.
En ella interviene un shamán que deposita las pertenencias de los que se han ido en sus tumbas, luego oran a los dioses del Sol, Agua y la Tierra y les piden les siga proveyendo de las recursos naturales que les permiten subsistir. ?Para nosotros lo importante es recordar a los muertos y pedirles ayuda a ellos que están con Dios, para nosotros los de este mundo terrenal?.
EL CULTO
Norma Chable May, pobladora del Pomuch, una comunidad maya en Campeche, acomoda los huesos de sus padres en el cementerio de la ciudad. En Pomuch se acostumbra la limpieza de huesos de los familiares muertos, que fue heredado de las culturas mayas prehispánicas y cada año durante la celebración del Día de Muertos, son adornados con manteles de colores, flores y velas.
Melquíades Huitzy, de la comunidad de Mazatlán Villa de Flores, en la Sierra Mazateca del Estado de Oaxaca, participa en la tradicional celebración en honor de los muertos encendiendo velas en la tumba de sus familiares durante la madrugada del uno de noviembre. En este lugar de México, los habitantes rezan por dos días a sus familiares fallecidos y toleran el frío intenso de la madrugada, para acompañar a sus difuntos durante su regreso a la tierra donde se les espera con bebidas calientes y flores.
Elementos
Aunque los elementos principales del altar de muertos vienen siendo los mismos en casi todas las regiones del país, cada pueblo le imprime sus particularidades, asegura la catedrática de la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C) Unidad Saltillo, María Enriqueta Alvarado.
?En un altar no faltan el agua, la sal, la fotografía, el pan de muerto, el perro, el cempasúchil, la ropa de la persona, su música, sus bebidas, los alimentos y las frutas, casi todos llevan lo mismo lo que varía es la forma de montarlo, según me percaté durante una investigación que hice en varias comunidades de Guanajuato?.
Y explica que cada elemento tiene un significado, por ejemplo el perro es quien guiará al difunto durante su camino espiritual hacia el paraíso, y las monedas serán para pagarle por su labor; el espejo es para que se alejen las malas vibras; los alimentos representan sus gustos y, según se dice, ellos llegarán a olerlos y probarlos por eso es que se secan, pues el muerto llegó y se lo llevó.
DOCE FECHAS MÁS
En la Fiesta del Día de Muertos, reconocida como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la UNESCO, hay por lo menos otras 12 fechas distintas a la conmemoración tradicional de Todos los Santos y Fieles Difuntos del uno y dos de noviembre que se celebra en gran parte de la República, según un estudio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
-Estas celebraciones, realizadas en comunidades nahuas, zapotecas, totonacas y yoremes de Puebla, Oaxaca, Tlaxcala y Sinaloa, están definidas por la causa de muerte y por algunas expresiones rituales y ofrendarias también diferentes a las de las festividades tradicionales de Todos los Santos y Fieles Difuntos. La más anticipada se realiza el ocho de octubre y la más postrera el nueve de noviembre.
-Entre las causas y formas de muerte clasificadas figuran: asesinato, accidente, ahogamiento, muerte nonata (antes de nacer), fallecimiento de infante sin bautizo, ?angelito? ya bautizado, muerte por machete o puñal, caída en barranco, muerte en camino y en montaña. Los sacerdotes y obispos católicos también tienen su celebración especial.
-Los muertos por ahogamiento son recibidos el 18 de octubre por los totonacos de la Sierra Norte de Puebla; los nahuas de Tlaxcala dedican a los difuntos por accidente el 28 de octubre, el 30 de octubre a los niños fallecidos sin bautizo y el 31 de octubre a los infantes que habían alcanzado la pila bautismal.
-Los zapotecos de los valles centrales de Oaxaca celebran a los muertos por accidente el 28 de octubre, a los nonatos el 30 de octubre y a los pequeños no bautizados el 31 de octubre; y los nahuas de la Sierra Norte de Puebla reciben el tres de noviembre a los asesinados con puñal o machete, el cuatro a los ahogados y el cinco, el seis y el siete noviembre a los que murieron en barranco, camino y montaña, respectivamente.
-En la región yoreme o mayo del norte de Sinaloa la Fiesta de Muertos comienza el ocho de octubre con el rito del Yumachi, que en lengua caíta significa ?ya está cerca el Día de los Muertos?. Del 14 al 24 de ese mismo mes se realizan novenas dedicadas a los difuntos, y del 25 al 27 procesiones nocturnas al panteón del pueblo.
-Según el estudio del INAH, el cual sirvió de expediente técnico para la declaratoria del Día de Muertos como Patrimonio Intangible de la Humanidad, las fechas adicionales a Todos los Santos y Fieles Difuntos -que definió la Iglesia Católica a partir del siglo XVI- son expresiones supervivientes de los calendarios rituales prehispánicos dedicados a los muertos.
-Entre los nahuas del centro de México (aztecas), por ejemplo, había siete celebraciones que se desarrollaban a lo largo del ciclo ceremonial dedicado al maíz, al que atribuían similitudes vitales con el hombre. En este calendario, los muertos eran recordados en distintas fechas según su edad y tipo de muerte: infancia, enfermedad, guerra o accidentes climáticos.
-?Así, mientras el desarrollo de la mazorca era equivalente al ciclo vital de un individuo, las fiestas del año marcaban las etapas del maíz tierno y de la maduración de la cosecha. En los meses cercanos a la recolección, hacia finales de octubre y principios de noviembre, se daba a beber a los pobres pinole diluido con agua y se acostumbraba oler el aroma de la flor de cempasúchil, conocida hoy como flor de muerto?. El maíz, la flor y la abundancia serían los elementos que se integrarían más tarde a la fiesta colonial de los muertos. Pero sólo en la medida en que éstos habían sido centrales en el antiguo ciclo ceremonial?, dice el documento del INAH, en el que se precisa que las fechas funerarias más comunes (uno y dos noviembre) fueron ajustadas por la Iglesia Católica a sólo una de las celebraciones prehispánicas.
FUENTE: Conaculta