La preocupación más grande de una madre es educar, proteger y guiar adecuadamente a sus hijos, el problema frecuente es no saber cómo ya que la forma en que lo intenta puede ser con la visión de su feminidad y de los intereses culturales, es frecuente que consideremos virtudes en los demás las características propias y defectos las diferencias, el molde de persona ideal es irracionalmente aceptado por muchos de acuerdo a la cultura y conveniencias del sistema de producción y tradición social, las exigencias a los hijos llegan a ser exageradas, sin suficiente respeto a su individual y sana personalidad, es verdad que muchos rasgos sanos pueden ser obstáculos para el mayor éxito económico, social y personal por lo que han de controlarse y disminuirse en lo posible, otras características que se encuentran con poca intensidad deben ser aumentadas con el mismo propósito, sin embargo no es saludable olvidar usar técnicas que se ajusten a la personalidad del niño, el potencial mental y psicológico son diferentes en cada quien y cristalizan a edades también distintas, la educación que ignora esta realidad causa daño al calificar a los niños de ineficientes o inmaduros por no llenar sus fantasiosas expectativas, el daño llega a ser tan grave que el aprendizaje es despreciable comparado con la pérdida en seguridad y autoestima, el entrenamiento y enseñanza es un proceso que puede esperar pero el estímulo adecuado para lograr el sano desarrollo no espera, hacerlo mal o a destiempo puede dejar un daño difícil de corregir sobre todo en personalidades naturalmente frágiles.
Las dificultades maternas con los hijos generalmente es mayor que con las hijas, las diferencias de género pueden llevar a conductas destructivas contra el niño, la sana rebeldía y autonomía masculina, la brusquedad en movimientos y emociones, la agresividad (no confundir con destructividad) y demás características provocan ansiedad e ira en la madre quien califica de inferior y moralmente malo al compararlo con su propia personalidad con la de las niñas u otros niños que se acercan al molde femenino (no tiene que ver con la homosexualidad), la relación madre hijo se hace tensa apareciendo desconfianza, depresión y enojo entre ambos, la angustia y depresión puede hacer que las características masculinas del niño se distorsionen haciéndolas verdaderamente problemáticas y destructivas, la rebeldía se hace disfuncional provocando desadaptación escolar y social, es común que la relación madre hijo llegue a estar tan alterada que la ira y desconfianza lleve a la agresividad verbal e incluso física o que el hijo adolescente o niño abandone el hogar, estudios sociales y psicológicos muestran que la delincuencia, alcoholismo y drogadicción son estadísticamente mayores en personas que no tuvieron un padre seguro y confiable ya sea por orfandad, padre inadecuado o nacidos fuera del matrimonio o una relación materna tensa e irracional.
La madre con toda la responsabilidad de la crianza, ansiosa y deprimida por estar sola o viviendo con un hombre agresivo, destructivo o inseguro frecuentemente sufre de ansiedad, depresión e ira crónicas, en estas condiciones la capacidad de tolerar una personalidad en formación diferente a la propia es baja y la relación madre hijo se hace tensa e inadecuada, otro factor es la presencia de rasgos obsesivos y dominantes de ella que chocan con el impulso natural a la autonomía varón convirtiendo la relación en una lucha donde la madre se frustra y el niño se daña.
Existen discusiones y dudas acerca de los límites que cada niño debe tener así como la forma de lograrlo, no existe un modelo universal pero los objetivos han de adaptarse a la realidad sin olvidar la personalidad de cada niño, existen límites convencionales y superficiales, otros son esenciales para lograr la adaptación a la vida, es necesario que exista un conocimiento básico de la personalidad de cada niño y el adulto con la responsabilidad de educar ha de estar psicológicamente sano para evitar que un impulso destructivo se justifique hipócritamente como una buena intención, es fundamental que el amor a los niños esté presente para lograr la crianza y educación sobre todo con los que en forma natural reaccionan con rebeldía cuando se sienten víctimas de la injusticia, la madre, el padre y los maestros pueden empujar fuera de las normas básicas a niños y jóvenes imponiendo reglas rígidas e inútiles en forma agresiva e irrespetuosa ya que en nuestra cultura el autoritarismo continúa siendo la herramienta usada en muchos aspectos de la vida.
La convivencia humana es indispensable para lograr un sano desarrollo personal, la falta de respeto dentro de la familia y en la estructura social hace mucho daño al instinto natural gregario (socializador), sólo se puede respetar aquello que se conoce y se considera sano, las madres que no saben que los rasgos viriles son normales no pueden amar a sus hijos y cuando piensan que son moralmente malos los atacan creyendo absurdamente que lograrán cambiarlos, el resultado puede ser la depresión, el sentimiento de inferioridad o la rebeldía peligrosamente destructiva, el alcoholismo, drogadicción y conductas delictivas son frecuentes en familias donde ha faltado un padre racionalmente protector y la relación con la madre ha sido tensa e inadecuada.
La relación de la madre con las hijas es más fácil por sus similitudes, el tipo de expresividad, la mayor delicadeza motora y emocional, maneras parecidas de sentir y ver la realidad logran bienestar en la relación, la relación del niño con el padre se facilita por las mismas razones.
En la cultura occidental industrializada existen presiones que alteran la calma en ambos padres, el tiempo y calidad de relación con los hijos se deteriora aumentando las posibilidades de daño y desviaciones, es importante mencionar que al exponer estas problemáticas familiares se analizan factores que aunque reales son muy variables, existen innumerables madres que han logrado relaciones exitosas con los hijos varones y padres que chocan incluso en forma más intensa y dañina con sus hijos.
Como padres de familia es importante tener conocimientos básicos de la personalidad humana en crecimiento, sus características y naturales diferencias incluyendo las del género.
La escuela para padres es de gran utilidad para abandonar los prejuicios tradicionales, intentar adecuadamente exaltar los rasgos que estén con poca intensidad y sean importantes para el éxito personal, familiar y social, así como disminuir los elementos primitivos o inadecuados con el mismo objetivo, pero siempre con el conocimiento real, el impulso constructivo sano y usando técnicas adecuadas para cada caso.
Las madres por su natural personalidad de género pueden llegar a tener más dificultades para relacionarse con los hijos por lo que el esfuerzo ha de ser mayor, estar apoyadas en la sana realidad y la buena intención que da el amor rebasando así la respuesta automática e instintiva frente al hijo varón.