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La resistencia del sabor venezolano

El idioma de la cocina les ha permitido entenderse en la hospitalidad mexicana

SIN DESISTIR. Los venezolanos Lubys Cárdenas y Rafael Perozo promueven la sazón de su tierra a través de las arepas. (El siglo de Torreón / Erick Sotomayor)

SIN DESISTIR. Los venezolanos Lubys Cárdenas y Rafael Perozo promueven la sazón de su tierra a través de las arepas. (El siglo de Torreón / Erick Sotomayor)

SAÚL RODRÍGUEZ

La comunidad venezolana de La Laguna ha logrado importar los sabores más identitarios de su país. El idioma de la cocina les ha permitido entenderse en la hospitalidad mexicana y con ello, comunicar su esencia y el recuerdo de su tierra.

Este grupo de extranjeros ha afrontado distintas adversidades. Primero, abandonar su patria por la situación económica que golpea a aquella nación. Y segundo, la actual situación sanitaria a causa de la pandemia de coronavirus. A ellos, los obstáculos les resultan tan familiares como la sazón que impregnan en sus creaciones.

No obstante, las raíces optimistas que caracterizan al latinoamericano les han invitado a no desistir. Piensan en la situación de sus paisanos, quienes a kilómetros de distancia tal vez estén pasando por una peor situación, y levantan la vista ante la adversidad. Por eso, El Siglo de Torreón te comparte las siguientes historias de emprendedores venezolanos que decidieron enamorarse de La Laguna.

VISIÓN DE EMPRENDIMIENTO

Fue hace cinco años que Rafael Perozo llegó a Torreón y hace tres fundó su propio negocio de comida venezolana. Con sus sueños colocados en un food truck sobre el Paseo Morelos, el acento gastronómico de Arepita, maní y tostón fue ganando la aceptación de los comensales locales.

Su negocio pasó por distintas etapas, incluida una en Las Etnias, hasta que finalmente regresó al sector del Paseo Morelos. Pero su visión siempre lo empujó hacia adelante. Rafael pensó en abrir un local que además de comida venezolana, incluyera un mosaico de sabores sudamericanos. Así que diseñó un proyecto para ampliar su restaurante y abrir un local frente al teatro Isauro Martínez. Allí invirtió expectativas, tiempo y esfuerzo. Pero, cuando se encontraba en la construcción del mismo, la pandemia cambió todo el panorama.

"Para todos fue un impacto muy grande. Sé que hay restauranteros que tienen mucho tiempo en La Laguna y se la han visto muy mal, o que han conseguido una oportunidad para crecer. Pero yo, que había empezado un proyecto que por fin, después de tantos años, lo había materializado, me significó un gran obstáculo para empezar de cero, porque vendí el food truck, vendí todo para entrarle", explicó Rafael.

Sin embargo, lejos de ver la situación como un problema, Rafael la contempló como un área de oportunidad. Así que comenzó a vender arepas y otros platillos venezolanos desde su domicilio, en alianza con su socia Lubys Cárdenas, otra cocinera venezolana. El objetivo tuvo el mismo rubro de su inicio: ofrecer al lagunero un sabor venezolano auténtico que se distinga en su menú.

EMPEZAR DESDE CERO

Lubys Cárdenas es originaria del estado de Táchira y llegó a la región hace tres años. La complejidad económica de Venezuela le obligó a cerrar sus restaurantes y buscar una nueva oportunidad en suelo extranjero. Al poco tiempo de pisar La Laguna, conoció a Rafael y se asoció con él.

Con el apoyo de sus familiares radicados en México, Lubys se animó a reencontrarse a sí misma en el arte gastronómico. Su alianza con Rafael rindió pronto sus frutos, hasta que la contingencia desintensificó el fuego que avivaba su cocina.

"La gente no está acudiendo a restaurantes, además de que nos pusieron muchos obstáculos, pues ya no va a ser la misma cantidad de personas que puedan asistir. Y sí es muy difícil trabajar desde casa. No es la misma venta, pero la hay. Tenemos nuestros clientes que ya son fijos, que nos conocen y cada fin de semana tratamos de hacer un platillo nuevo", señaló Lubys.

La comida venezolana posee una mezcla entre lo dulce y lo salado. Las arepas, los batacones y las hamburguesas venezolanas son protagonistas constantes en la cocina de este dúo.

Lubys ha encontrado en la cocina una especie de terapia. Por eso, pasar por distintas crisis le ha permitido valorar cada lucha y obstáculo en la vida, pues para ella los triunfos más valiosos son los que cuestan más esfuerzo alcanzar.

"En Venezuela tenía dos restaurantes, los cuales me vi obligada a cerrarlos. Y al salir de mi país, dejar mi casa, dejar mi familia, dejar mis animalitos, mi todo, y empezar desde cero en otro país... y lo he hecho, ya no sólo una vez, sino prácticamente van dos veces con esta, porque debido a la pandemia tuvimos que empezar de cero Rafa y yo".

SABORES DE HERMANDAD

Isabella Zambrano arribó hace un año a La Laguna. Antes de la pandemia laboraba como mesera en un conocido restaurante de Torreón, pero la situación la dejó sin empleo. Después de unas semanas decidió que tenía que producir y empezó a hacer hielitos con sabores no tan comunes, orientada por su hermana. "Empecé con pay de limón, fresas con crema y chocolate. No sabía que esos tres sabores me iban a ayudar tanto", compartió Isabella en una videollamada.

La aceptación fue tal que actualmente su proyecto cuenta con 16 sabores. Uno de los más destacados es el de bati bati, el cual es muy conocido en Venezuela y consiste en un helado de uva con chicle, pero Isabella asegura que su receta lo emula sin utilizar la goma de mascar.

Para la emprendedora venezolana, la pandemia ha mostrado que el ser humano no depende netamente de un trabajo. La búsqueda es requisito indispensable para quien quiere un lugar en el mundo y explotar las ideas propias genera una luz capaz de alumbrar en la incertidumbre.

Por su parte, Amalia, su hermana, también cuenta con un proyecto de postres que contiene la actitud del sabor venezolano. La idea le surgió tras una visita navideña que le hizo su madre. Así comenzó a ofrecer sus creaciones entre sus conocidos e inició su emprendimiento.

"Empecé con un postre venezolano que se llama torta negra. Es un pastel de chocolate macerado con nuez, arándano, dátiles y pasas. Ese fue el primer postre que preparé para la venta. Y luego empecé a hacer más postres, empecé a hacer el pay de parchita (maracuyá)", indicó Amalia, también en videollamada.

Amalia no niega extrañar los sabores de su lugar de origen y eso fue un motivo crucial para que decidiera importar los postres venezolanos al caluroso ambiente lagunero. Así, su negocio Parchita Express ha florecido durante año y medio, el cual en cierta forma se ha visto beneficiado por el confinamiento social. "Como la gente se ha tenido que quedar en casa, siento que ha tenido que pedir mucho a domicilio".

AGRADECIDOS

Por último, Rafael Perozo expresa que como venezolanos están muy agradecido tras haber sido adoptados por La Laguna. Sin duda, para ellos la cocina es una forma de unir a las naciones y se sienten afortunados por la aceptación de su gastronomía.

"Creo que si no fuera por esa hospitalidad no me hubiera quedado en La Laguna. Quizá no sea la zona más turística de México, pero en cuanto a la hospitalidad de las personas le lleva una ventaja a todas las demás ciudades. La verdad estamos muy agradecidos. Coahuila venció al desierto y vamos a vencer a la pandemia", concluyó.

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