(ESPECIAL)
Hay distintos tipos de estrés; el que hace bien y el que no lo hace. Tener que entregar un proyecto con límite de tiempo en la escuela y lidiar con las constantes presiones del trabajo son unos de los factores que desencadenan esta respuesta física y mental que disminuye nuestros niveles de energía, por ello nuestro cerebro es el primero que agradece la llegada de las vacaciones, ya que es un período en el que la reducción de estrés incrementa la flexibilidad cognitiva, la responsable que actuemos asertivamente a la hora en que tenemos que ser productivas y productivos.
Así lo teoriza un estudio holandés de "Science Direct", en el que se analizó a un grupo de trabajadores antes y después de vacacionar. Los participantes fueron sometidos a un test en el que se les mostraba la imagen de un objeto y tenían que mencionar los diferentes usos de cada uno de ellos. Por ejemplo, al ver proyectado un martillo, las primeras utilidades dichas sería "herramienta de construcción", "arma", y "pisapapeles".
Luego de estudiar los resultados, las y los investigadores concluyeron que tras dos o tres semanas de volver de unas vacaciones, los trabajadores fueron capaces de nombrar un mayor número de usos para los objetos, en comparación con los dichos antes de los días de descanso. Esto se debió a la flexibilidad cognitiva.
La flexibilidad cognitiva tiene que ver con activar las habilidades conductuales que facilitan el procesamiento de la información. Muchos estudios coinciden en indicar que el incremento de la flexibilidad cognitiva se debe a la reducción del estrés, uno de los beneficios que traen consigo, inherentemente, las vacaciones, pues nos olvidamos de las responsabilidades que nos apremian en la cotidianidad.
Estrés del bueno y estrés del malo
Aunque cuesta reconocerlo, hay estrés que resulta benéfico, como el tener una fecha destinada para presentar un examen o realizar una propuesta en el trabajo, ya que eso impulsa a que trabajemos con agilidad y prontitud. Sin embargo, cuando este estrés se prolonga y se convierte casi en un estilo de vida adopta el nombre de "estrés crónico", que genera fatiga, irritabilidad, ira y altos niveles de ansiedad.
¿Cuáles son los beneficios de vacacionar para nuestro cerebro?
Al tomar un descanso los niveles de estrés crónico son reducidos, pues nuestro cerebro se oxigena y revierte los efectos de toda la presión que nos genera la escuela o el trabajo, al menos, de forma temporal. Pero esto sólo es posible cuando realmente nos desapegamos, completamente, de los pendientes; no contestar correos, ni estar al pendiente del teléfono celular.
Durante el periodo vacacional también debe evitarse escenarios que produzcan estrés, por esperar en grandes filas o convivir con familiares con los que hay conflictos de por medio.
Las vacaciones pueden lograr que experimentemos una sensación tan satisfactoria que todavía antes que lleguen los días de descanso comenzamos a liberar dopamina, una molécula producida en las neuronas conocida como la "hormona del placer", pues hay veces que esperar por una recompensa resulta más placentero que las vacaciones mismas.
Pero la dopamina no se esparce en todas y cada una de nuestras neuronas, sino en regiones específicas, en el cerebro; en "Sustancia Negra" y en el "Área Tegmental Ventral", ubicadas en el centro del cerebro, a la altura de las orejas. Aunque se trata de sólo dos regiones cerebrales, ambas contienen entre 400 mil y 600 mil neuronas que son excitadas por este neurotransmisor (dopamina) generando una sensación placentera.
Pero la fantasía podría acabarse si el estrés crónico aumenta cada vez más, ya que se ha comprobado que este padecimiento tiene la capacidad de alterar el funcionamiento de la "Sustancia Negra" y el "Área Tegmental Ventral", al disminuir los receptores de dopamina, lo que propicia comportamientos depresivos.