Celebración neopagana del Samhain, herencia cultural de los druidas. Rollo Maughfling, defensor de los rituales druidas en la actualidad. Es considerado un archidruida, es decir, un sabio. Imagen: Wikimedia
El hashtag #RomanEmpire llegó a tener recientemente alrededor de 900 millones de vistas en TikTok. La tendencia en cuestión consiste en mujeres jóvenes que graban a sus novios respondiendo a la pregunta: “¿Qué tan seguido piensas en el Impero Romano?”. Resulta que gran parte de ellos lo hacen varias veces al mes, incluso varias veces a la semana. Por si el lector está entre este grupo y requiere algo más para reflexionar acerca de aquella época, aquí hay una historia sobre políticos, magos y muertos para echar a volar la imaginación.
Cayo Verio Sedato fue un funcionario del Imperio en Chartres, en la actual Francia, a principios del siglo II después de nuestra era. En esa pequeña aldea tenía un trabajo aburrido como miembro del consejo (una especie de Senado) de dicha localidad, donde él y sus colegas gestionaban las leyes bajo los auspicios del derecho romano. La Galia había sido conquistada por Julio César dos siglos antes y, ahora, como solía ser en la tradición imperial, estaba administrada con autonomía por lugareños de confianza como Sedato, supervisados a distancia por otros funcionarios romanos de mayor rango.
Pero Sedato vivía una doble vida. Por la noche se ponía una capa de mago-sacerdote para escabullirse a un templo subterráneo en el pequeño sótano de su casa. Allí guardaba un grupo de cuatro grandes incensarios, colocados respectivamente en las puntas de un cuadrado. Llenaba estos recipientes con hierbas aromáticas, tal vez alucinógenas, y encendía fuegos debajo de ellos. Cuando el humo era lo suficientemente denso para sus necesidades, invitaba a unos amigos suyos que vivían en el bosque y, juntos, convocaban a los espíritus cantando sus nombres y exigiendo que les proporcionaran orientación en las artes ocultas.
AUTORIDADES DE LOS BOSQUES
El druidismo puede describirse como una religión chamánica, ya que se basaba en una combinación de contacto con el mundo espiritual y medicinas holísticas para tratar (y a veces causar) enfermedades. Se decía que quienes lo practicaban habían inducido locura en las personas y que eran adivinos precisos.
El origen del término druida, según se ha registrado, proviene de las islas británicas, del vocablo doire, palabra gaélica irlandesa para roble (a menudo un símbolo de conocimiento) y que también significa sabiduría.
Los druidas aparecen en muchos cuentos místicos de la Gran Bretaña prerromana. En uno de esos relatos, Figol amenazó con hechizar a sus enemigos e impedir que ellos y sus corceles orinaran. Por supuesto, eso es imposible, pero la amenaza es escalofriante si pensamos como un campesino de la antigüedad.
Los druidas celebraban el Año Nuevo en Samhain, fecha que actualmente coincide con la Víspera de Todos los Santos (31 de octubre). Ese día se llevaba a cabo la última cosecha y estaba lleno de misticismo y espiritualidad, porque los vivos y los muertos estaban más cerca de revelarse entre sí que en cualquier otro momento del año.
Pero, contrario a lo que se podría llegar a pensar, los druidas no encontraban belleza en la muerte, lo que es fácil de entender si se considera que sus creencias estaban relacionadas con cosas vivas, como los ciclos naturales y los recursos inagotables. Sin embargo, en esta filosofía se ha registrado una práctica escalofriante que, como en el caso de cualquier otra cultura de la antigüedad, tenía total sentido y coherencia entonces: los sacrificios humanos, que no eran particularmente ágiles.
EL HOMBRE DE LINDOW
En agosto de 1984, las operaciones industriales de corte de turba en Lindow Moss en Cheshire, al noroeste de Inglaterra, revelaron algo grotesco: la parte de un cuerpo humano. Se llamó a la policía para investigar el posible asesinato y pronto se identificó que los restos pertenecían a un joven. Sin embargo, no había muerto recientemente, sino hace unos dos mil años, en el momento en que Gran Bretaña estaba en proceso de convertirse en provincia romana.
El Hombre de Lindow, como se le conoce, fue víctima de un asalto brutalmente violento que terminó en su muerte y entierro en un estanque, en algún momento a mediados del siglo I. Su inmersión en el pantano preservó no sólo su esqueleto, sino también su piel, cabello y órganos internos, un maravilloso recurso para los arqueólogos. Estaba en forma, tenía veintitantos años y se cree que era una persona de alto estatus porque sus uñas estaban en perfectas condiciones y su vello facial estaba cuidadosamente recortado con una navaja.
La razón de la importancia de este sujeto en el contexto de los druidas reside en el contenido de sus entrañas. En las últimas horas antes de su brutal muerte, el Hombre de Lindow había consumido una comida especial, una especie de “última cena” que contenía una mezcla peculiar de semillas, plantas silvestres, cereales y polen de muérdago en cantidades suficientes para sospechar que había sido deliberadamente incluido en el pan a la plancha que la víctima había engullido.
Hay una descripción de los antiguos rituales druídicos en la Galia, realizada por Plinio el Viejo, quien escribió a mediados del siglo I su enorme Historia Natural, una obra de varios volúmenes que detalla curiosidades de la naturaleza en el mundo conocido hasta entonces. Según explica el autor romano, el sexto día después de la luna nueva, los druidas se reunían bajo un roble sagrado. Uno de ellos trepaba al árbol para cortar, utilizando una hoz dorada, el muérdago de sus ramas, pues consideraban que este tenía el poder de curar y promover la fertilidad de los cultivos y el ganado.
El Hombre de Lindow fue aturdido por un violento golpe en la cabeza y después fue degollado. Mientras aún respiraba (se encontró agua de pantano en sus pulmones), lo arrojaron boca abajo al estanque. La presencia del muérdago podría vincular su muerte con una matanza ritual altamente orquestada. La sofisticación del asesinato sugiere que se llevó a cabo con cuidado y con la intención de mantener a la víctima oscilando entre la vida y la muerte durante algún tiempo.
Los escritores romanos afirmaban que los druidas hacían sacrificios de personas en favor de aquellos que estaban gravemente enfermos o en peligro de muerte, en la batalla o en la enfermedad. Aunque preferían sacrificar a criminales, elegirían víctimas inocentes si fuera necesario.
MUERTE Y MISTICISMO
En el período temprano, los ritos druidas se llevaban a cabo en claros del bosque. Los edificios sagrados no se utilizaron hasta más tarde, bajo la influencia romana. Estos chamanes fueron reprimidos en la Galia por los romanos bajo Tiberio y probablemente en Gran Bretaña un poco más tarde. En Irlanda perdieron sus funciones sacerdotales después de la llegada del cristianismo y sobrevivieron como poetas, historiadores y jueces.
Entre la conexión de los druidas con la naturaleza y sus métodos insólitos para mantener la vida y el orden del mundo, existe algo que es lo que convirtió a Cayo Sedato en un admirador de clóset de estos personajes: el misticismo, que brinda una sensación transformadora y que hace que las personas, hoy en día, sigan disfrazándose en Halloween, que sigan usando amuletos de protección y que se mantengan rezando y manifestando sus intenciones a los entes superiores.
El misticismo está en el plano de la fantasía y genera un escape de la vida cotidiana, porque si se vive en una realidad aburrida como funcionario romano o como contador, todos tienen la opción de sentirse más poderosos y libres a través de la naturaleza, la magia o, definitivamente, la muerte.