Crédito: José Díaz
Desde un trabajo periodístico que realizó con rigor, creatividad y mucha disciplina, Magdalena Mondragón (Torreón, Coahuila, 1913-1989) documentó la condición de las mujeres en situaciones de riesgo. Fue de las primeras reporteras de nota roja, la primera también a quien se le asignaran las noticias de presidencia (en la administración de Lázaro Cárdenas), y la primera en dirigir un diario nacional. Todo ello en una época en que las mujeres que participaban en la prensa eran prácticamente invisibles, pues se sabe que muchas de ellas no firmaban sus notas o usaban pseudónimos masculinos.
En un artículo de Angélica Soto se expone que, de 1930 a 1940, Magdalena Mondragón publicó 78 piezas periodísticas de todos los géneros, aunque los que más desarrolló fueron el reportaje y la entrevista; y el que más practicó fue la columna, un espacio en el que a partir de sus propias opiniones trataba a la clase política de su época con ironía y humor, y que también le sirvió para exigir que se reconocieran los derechos ciudadanos de las mujeres.
El hecho de que dedicara mucho de su trabajo periodístico al tema político, permitió que documentara los cambios en México después de la Revolución Mexicana, así como la expropiación petrolera y las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial en nuestro país.
Desde el lenguaje de la crónica y el reportaje elaboró denuncias sociales partiendo de las historias de mujeres asesinadas, de niños huérfanos y en situación de calle, abusos de poder de parte de autoridades, y otros temas sensibles.
Magdalena Mondragón no se asumía como feminista por la simple razón de que la época en la que le tocó vivir los movimientos en pro de los derechos de la mujer eran incipientes. Apenas se había logrado el derecho al voto cuando ella ya dirigía Prensa Gráfica. El término “feminista” tenía entonces una connotación negativa. No obstante, y a la vista de su trayectoria y los temas que durante toda su vida abordó, es claro que una de sus principales preocupaciones fue abrir brecha en la escritura, en espacios meramente masculinos, y propiciar que a las mujeres que le siguieran les fuera más sencillo el camino.
Otra de las ideas que mantuvo fue que, aun y cuando las mujeres tuvieran mayores posibilidades de participar de distintos modos en la vida pública, debían enfrentarse continuamente al hecho cotidiano de que los hombres no estaban acostumbrados a ello, y que, por supuesto, no les gustaba.
TRAYECTORIA PERIODÍSTICA
Magdalena Mondragón nació en Torreón, Coahuila, el 14 de julio de 1913, apenas seis años después de que la villa se convirtiera en ciudad. Hija del doctor Adolfo Mondragón Bouckhardt, fundador en 1905 del sanatorio Casa de la Salud de La Laguna (después conocido como Sanatorio Mondragón), y alcalde interino de la ciudad durante un año, de 1913 a 1914. Su madre, Delfina Aguirre de Mondragón, fue la segunda esposa del médico. Sus hermanos fueron cuatro: Arturo, Francisco, Ofelia y Julio. Cursó la primaria en la escuela Benito Juárez, un recinto escolar de puras niñas. En ella concursó y ganó premios de composición. Luego ingresó a la secundaria, en ese tiempo llamada ‘escuela superior’ y estudió el idioma inglés en la escuela Nuestra Señora de Los Lagos, en San Antonio, Texas.
En entrevistas, Magdalena comenta que ya entonces deseaba ser escritora y periodista, pero que su padre le recomendó que estudiara una carrera comercial, porque los artistas se morían de hambre, por lo que a su regreso a La Laguna estudió un año en la Escuela Comercial del profesor Verástegui, y con ello obtuvo el título de taquígrafa parlamentaria y contadora privada. Casi recién egresada, en 1927, leyó un anuncio del periódico de una vacante como secretaria en el diario local El Siglo de Torreón, y pronto consiguió el cargo.
Antonio de Juambelz, dueño y director del periódico, se enteró de sus aficiones literarias y tiempo después le concedió una columna llamada “Sin malicia”, así como una colaboración en el Cuento Semanal. Más tarde obtuvo la corresponsalía de Los Ángeles, California, en La Opinión, y de San Antonio, Texas, en La Prensa. También sería corresponsal de los diarios nacionales Excélsior y El Universal. Magdalena recordaba a Juambelz como un hombre que impulsó su carrera periodística y literaria.
Después de ocho años de colaboración y trabajo en El Siglo de Torreón, se mudó en 1935 a la Ciudad de México a continuar sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Luego de tres años en la carrera de Literatura, dejó la universidad para laborar en el periódico La Prensa, donde colaboró durante 30 años y ejerció en la sección de la nota policíaca. Con ello se convierte en una de las primeras mujeres en ese rubro. Abrió brecha, por tanto, en el oficio de reportera, cuando las colaboradoras de diarios en México sólo fungían como correctoras, redactoras (muchas veces sin darles el crédito) o formadoras de planas.
Además de los diarios mencionados y sus corresponsalías, escribió para El Mundo, El Dictamen, El Informador, El Diario de Yucatán, El Porvenir, Todo, Jueves de Excélsior y otros. Fue la primera mujer que dirigió un diario en México. Mario Santaella, gerente y director general de la Cooperativa La Prensa puso a su cargo la dirección del vespertino Prensa Gráfica en 1950. En ese periodo concluyó sus estudios de Maestría en Letras en la UNAM.
Durante 12 años (1946-1958) dirigió el Boletín Cultural Mexicano, órgano de difusión cultural de América, publicado en inglés, francés y español, con distribución internacional; también fue directora del primer periódico semanal femenino del PRI, de título Solo para ellas, a partir de 1952 y durante seis años, mientras gobernaba el país Adolfo Ruíz Cortines, precisamente cuando las mexicanas obtuvieron el derecho al voto. Al frente de esta publicación, elegía los contenidos que, creía, propiciaban que las mujeres tuvieran mayor participación política en el país, pero el partido suspendió el financiamiento. En declaraciones posteriores, Magdalena expresó: “cómo el gobierno iba a apoyar lecturas que podrían transformar el pensamiento y comportamiento de la mujer”.
Dirigió, a su vez, el periódico humorístico Chist; y el diario Periodismo durante la Feria Nacional de Periodismo. Hasta 1969 fue secretaria general del Club de Periodistas de México. Desde ese cargo como funcionaria creó la Primera Colonia del Periodista en Lomas de Sotelo en la Ciudad de México. Años más tarde, en 1981, una biblioteca inaugurada en esta misma colonia llevaría su nombre; también contribuyó a que se creara la Segunda Colonia de Periodistas en Tamaulipas.
Con su ejemplo mostró a otras mujeres la posibilidad de participar en la política del país, exigiendo su derecho a la libertad de expresión y demostrando que la capacidad para denunciar y opinar no se restringe a un solo sexo.
Fue fundadora y presidente honoraria de la Asociación de Periodistas Universitarias. Bertha Hidalgo de Gilabert, presidente de dicha asociación en 1979, instituyó la Medalla Magdalena Mondragón. Este reconocimiento premia a periodistas destacados por 30, 40 y 50 años de ejercicio. La primera en recibirla fue Magdalena Mondragón por 50 años de labor periodística. En 1979 obtuvo la presea Filomeno Mata del club cultural Edmundo Gámez Orozco, de Aguascalientes, también por su trayectoria.
La ciudad de Torreón lleva la calle 27 con su nombre desde 1977. El pintor Manuel Muñoz Olivares la incluyó en un mural sobre la historia de La Laguna ubicado durante años en la biblioteca del anterior Palacio Municipal de Torreón. Fue nombrada “Hija predilecta” de la ciudad el 16 de septiembre de 1977 por el Ayuntamiento, bajo la alcaldía de Francisco Madero.
Por lo menos cuatro escuelas han llevado su nombre: un jardín de niños en la colonia San Joaquín; otro jardín de niños en la colonia Nueva La Merced; y una secundaria en la colonia Aeropuerto Internacional Francisco Sarabia Tinoco (ubicadas en Torreón); así como una preparatoria en Francisco I. Madero, Durango, adscrita a la Universidad Autónoma de Durango.
También una biblioteca municipal lleva su nombre, ahora ubicada dentro del Bosque Urbano, en Torreón.
Estuvo casada unos años con el escritor y filósofo Enrique Mesta Zúñiga. En algunas semblanzas se menciona además su relación afectiva con el pintor Manuel González Serrano, quien murió joven. Magdalena Mondragón falleció a los 76 años, el 4 de julio de 1989, después de luchar varios años contra el cáncer.
LUCHA SOCIAL Y DEUDA CULTURAL
Su trabajo periodístico y literario fue permeado por su postura personal, siempre crítica hacia la política y a las condiciones sociales del país. La insistencia en denunciar y protestar también cobró fuerza en sus labores culturales y sociales. Magdalena Mondragón creó y sostuvo durante ocho años el Centro Cultural Ing. Vito Alessio Robles en la Ciudad de México, del que fue presidente y directora. Ahí se impartían clases gratuitas a todos los colonos (de San Pablo Tepetlapa, El Tranvía, Ruíz Cortines, Santa Úrsula, y aledañas), de primeros auxilios, corte y confección, juguetería, cocina, pintura, escultura y danza. También se daba consulta médica. A través de la organización Veinte y la Llave, participó en la promoción de construcción de escuelas.
Magdalena Mondragón donó en 1969 numerosos objetos de arte para la creación de un museo con su nombre que se ubicó durante un tiempo en un anexo a la Preparatoria Venustiano Carranza en Torreón, institución incorporada a la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC). El museo fue saqueado y a la fecha no se sabe el paradero de los objetos.
Según un acta notarial, dejó en donación a la UAdeC 86 obras de pintores, entre las que se encontraban piezas de José Clemente Orozco, Desiderio Xochitiotzin, Manuel González Serrano, Luis Arenal, Aurora Reyes, un mural de Carlos Humberto Valencia, así como esculturas antiguas y modernas, y artesanías de todo el país. También donó tres mil libros para que se inaugurara una biblioteca con el nombre Vito Alessio Robles.
A Magdalena Mondragón le afectó bastante saber que la obra artística reunida durante más de 50 años, y entregada a Torreón para que tuviera su primer museo, no fuera protegida ni valorada; deuda que sigue teniendo la ciudad con ella, pues estos hechos no se han aclarado.
En una entrevista en los años ochenta a José Muñoz Cota, la autora expresó que sabía que todo lo que había donado a su ciudad natal había sufrido una “rapiña reprobable” y que no se había movido un dedo para impedirlo. Le preocupaba que todo lo que había donado la familia de D. Wenceslao Rodríguez también había desaparecido. Supo que el museo había sido inaugurado por el rector de la Universidad de Coahuila, y por don Nazario S. Ortiz Garza, así como la periodista Margarita Guerrero, y la familia de don Wenceslao, y saber que todo estaba desaparecido le causaba una profunda amargura.
La donación se realizó a la universidad a través de un acta notarial, y por ello estaba consciente de que ya no le pertenecía, así que no reclamó. Expresó también en esa ocasión que los ladrones no le robaron a ella, sino a la propia institución y a la ciudad de Torreón.
MIRADA SOCIAL EN LA NOVELA
Paralelo a su trabajo periodístico, Magdalena Mondragón fue autora de más de una veintena de obras literarias. De las que se tienen registro son ocho novelas, siete obras de teatro publicadas, dos poemarios, una biografía, dos recopilaciones de humor y una crónica de viaje. Se sabe, además, de por lo menos cinco obras inéditas que en ocasiones mencionó pero no llegaron a publicarse.
Puede que pa’l otro año: novela de La Laguna (1937), bajo el sello editorial Alrededor de América, fue premiada por el Ateneo Mexicano de Mujeres. En ella que describe con valentía los problemas y fracasos de la Comarca Lagunera.
Norte bárbaro (1944) es una novela ubicada en la época posrevolucionaria, en que se describe la vida de los campesinos en el Torreón de los años treinta.
La situación económica y social imperante crea una clase campesina con carencias tan extremas que se ve obligada a tomar actitudes defensivas y agudizar su entendimiento para lograr su sobrevivencia. A pesar de las dificultades, los campesinos manifiestan las tradiciones y costumbres de la región norteña en su habla coloquial, fiestas y bailes populares, así como en la forma de vida hogareña y en el trabajo cotidiano.
Fue editada en La Paz, B.C. en la editorial de Marcos J. Lara, y lleva la leyenda “Este libro es el primero que se imprime en el Territorio Sur de Baja California. 4 de agosto de 1944”, debido a que dicho estado había cambiado su nomenclatura política, y era la primera publicación literaria que se realizaba bajo ese nombre.
Yo, como pobre (1944) fue considerada una de sus mejores novelas. En ella describe la vida miserable en los basureros de la Ciudad de México, para lo cual visitó y entrevistó durante meses a personas pepenadoras de basura. Más adelante fue traducida al inglés para su publicación por Dial Press de Nueva York, con la que obtuvo el Premio 1947 por el mejor libro del mes. La versión anglosajona fue titulada Some day the dream. La novela fue reeditada en 1987 bajo el sello editorial Papel de Poesía, como parte de la ediciones del Ayuntamiento de Torreón 1985-1987, en la presidencia del Lic. Manlio F. Gómez Uranga, con una introducción escrita por el poeta Fernando Martínez Sánchez.
Otra elogiada por la crítica fue Más allá existe la tierra (1947). José Vasconcelos consideró que era un libro con sustancia, y que trataba los problemas de México con piedad y crítica severas. El crítico Bertram Wolfe la calificó de extraordinaria. En esta historia continúa desarrollando su interés por la lucha por la tierra en los campos y en las ciudades, describiendo la vida del pueblo. Fue publicada por la Editorial Cortés, en Ciudad de México.
La obra de crítica social El día no llega (1950), publicada por Editorial Juan Pablos, aborda la pobreza y la injusticia social. Sobre ella Mondragón decía que era lo mejor que había escrito. El crítico literario Gilberto González y Contreras apreció este texto como algo que revolucionó la literatura mexicana.
La autora obtuvo el Premio Nacional de Novela de la Revista Mexicana de Cultura/ Periódico El Nacional con Tenemos sed (1956). En sus propias palabras, es una reflexión de cómo, debido al progreso, se hunden todos los senderos para que surja otro pueblo nuevo. Cuenta Mondragón que ella y otros amigos periodistas hablaron de enviar una obra a la convocatoria del premio, que estaba por cerrar; pidió tres días de descanso en el periódico en que trabajaba, la escribió de corrido y ganó.
Su libro más vendido fue Habla una espía (1961), una novela-reportaje del espionaje en Latinoamérica. Fue impreso por La Prensa, como parte de la colección Populibros, bajo el pseudónimo de Vera Seminoreff. Se imprimieron 35 mil ejemplares y se vendió en puestos de revistas; la edición se agotó.
Mi corazón es la tierra (1968), también editada por La Prensa en la colección Populibros, es un libro, dice su contraportada, que relata de forma vívida y cierta las amarguras, trabajos y sinsabores que pasan los hombres que, por razones de necesidad, se han dedicado a la colonización de la tierra en el norte, en el sur y en el sureste.
REALISMO Y SIMBOLISMO TEATRAL
Considerada mejor obra de teatro en 1938, Cuando Eva se vuelve Adán (1938) presenta a un matrimonio en el que la mujer trabaja como médica y, al tomar el rol masculino en una sociedad patriarcal, destruye su relación de pareja. La protagonista se arrepiente de ser mujer independiente y encuentra redención volviendo a las labores domésticas. Precisamente por el desenlace se ganó el aplauso de críticos y dramaturgos del país, por su “exquisita sensibilidad femenina”. Se considera un drama “revolucionario” en el contexto de la posrevolución mexicana por presentar cuestionamientos de las mujeres en su época. Fue llevada a escena en el teatro Ideal en México y posteriormente en el Comunnity Center Theatre en Nueva York, montada por el grupo Futurismo en 1950. Su publicación estuvo a cargo de la Enciclopedia Popular de la SEP.
En 1939 se estrenaron en la Ciudad de México las obras Se alquila cuarto y Un barco en el mar, aunque permanecen inéditas como publicaciones. No debemos morir (1940) fue leída en 1942 en la Unión Nacional de Autores y editada por Editorial Moderna en León, Guanajuato. La crítica la consideró “muy avanzada en técnica teatral”.
Torbellino (1943), llamada inicialmente La Tarántula, se trata de una mujer que vive a la sombra de su marido hasta que éste comienza a padecer una enfermedad mental y tiene que depender de ella. Ella no quiere dejarlo en un manicomio, porque es su oportunidad para desquitarse de los años de maltrato. Se llevó a escena en el Sindicato Mexicano de Electricistas en 1942, pero debido al argumento fue un fracaso a ojos de la crítica. Por ello Magdalena Mondragón decidió cambiarle el nombre y, años más tarde, en 1950, tuvo buena recepción en el Teatro Principal de Puebla, aunque volvió a ser señalada en el Teatro Arbeu en 1951. Fue publicada por las Ediciones Populares de la SEP, con el núm. 168.
Con La sirena que llevaba el mar (1951), Mondragón abandona el realismo e ingresa a la segunda mitad del siglo XX con el simbolismo onírico y la mitología indígena. La historia acontece en un pueblo de pescadores, donde la protagonista abandona su vida sencilla de ama de casa por seguir el canto de las sirenas y los consejos de una misteriosa serpiente. El marido es incapaz de hacer algo que cambie la situación y llora la pérdida de sus esposa en la orilla del mar. Es una pieza escrita en 1945 y llevada a escena hasta seis años después, en Bellas Artes, bajo la dirección de Xavier Rojas. Se representó en el mismo año en el Sindicato Mexicano de Electricistas e inauguró el teatro-cine popular Virginia Fábregas. Fue publicada por la Unión Nacional de Autores, con el patrocinio del Instituto de Bellas Artes y Literatura y más tarde traducida al inglés por Isabel Ziegler.
En 1989 apareció en una nueva edición, Magdalena Mondragón de bolsillo, junto a una selección de poemas de Si mis alas nacieran. Estuvo a cargo del escritor Felipe Garrido, en conjunto con la Presidencia Municipal de Torreón, el Patronato del Teatro Isauro Martínez y la Universidad de Guadalajara.
Para la década de los cuarenta, tanto José Clemente Orozco como Octavio Paz habían empleado la interpretación del Génesis bíblico para simbolizar el nacimiento del México moderno. Mondragón sigue esta misma línea simbólica en El mundo perdido (1948), donde aparecen las figuras de Adán y Eva representando el desengaño femenino. Hace hincapié nuevamente en personajes femeninos en transformación, privilegiando “cualidades esenciales” de la mujer como la intuición, la curiosidad y la espiritualidad, a su vez que mezcla la mitología indígena con la historia de Eva. En esta ocasión, la trama rechaza la abnegación, celebrando la independencia y la inteligencia femeninas e incluso el cuestionamiento a la autoridad patriarcal.
La obra fue publicada por la Unión Nacional de Autores y, posteriormente, por el grupo literario América en una edición en la que se incluía ésta y La sirena que llevaba el mar.
Porque me da la gana (1953) es una comedia dramática editada por la UNAM y televisada; también traducida al inglés en una edición de Odisay Press de Nueva York en 1968. A partir de dicha edición ha sido empleada como libro de texto en universidades estadounidenses y en Filipinas. La historia tiene lugar en una peluquería; su protagonista es domadora de serpientes en un carnaval de pueblo. Continúan los personajes femeninos y reaparecen las serpientes, como en algunas de sus obras anteriores.
Su última pieza teatral fue El choque de los justos (1964), publicada por el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana. Se trata de una serie de conflictos entre dos grupos, los Yori y los Yaqui, y fue creada para presentarse al aire libre.
En cuanto a poesía, publicó Souvenir (1938), un breve poemario editado por Ángel Chapero, y Si mis alas nacieran (1960), editado por Alfredo del Bosque, impresor destacado en las artes gráficas en México. Este último incluye un poema a Torreón, de título Estaciones de amor para mi ciudad.
DE POLÍTICA, VIAJES Y PICARDÍA
Los presidentes dan risa (1948) es una recopilación de anécdotas sucedidas a expresidentes de la república mientras estuvieron en el poder, que no causó gracia a los aludidos, y cuyo tiraje se mandó confiscar antes de que estuviera a la venta. Pese a las prohibiciones y amenazas, apareció una edición sin datos de impresión ni página legal que circuló de mano en mano. Al final del libro menciona sus fuentes y culmina diciendo “en cuanto a los chistes que han hecho sobre los presidentes de México, fue el pueblo, con su gracejo acostumbrado, el creador de los mismos; correspondiendo únicamente a esta periodista el trabajo de recoger y publicar algunos de ellos”.
Más de una década después, Mondragón escribió una crónica de un largo viaje a Estados Unidos, Japón, India, Grecia e Italia, Saludo a la vida (1960), en la que describe sus impresiones con interés de periodista y escritora.
Cuando la revolución se cortó las alas: intento de una biografía del general Francisco J. Mujica (1967) aborda la vida de este personaje, general michoacano y diputado constituyente que buscó ser el sucesor presidencial de Lázaro Cárdenas del Río. Fue editada por Costa Amic, en Puebla, Puebla.
Uno de sus últimos libros fue México pelado… pero sabroso (1974), recopilación del sentido del humor del mexicano, editado por Editorial Diana. Un tributo al ingenio y a la idiosincrasia mexicana en el que circulan los improvisadores, los pelados, las frases de vendedores ambulantes, los giros populares del lenguaje médico, las caricaturas políticas, los piropos, refranes, calaveras y anécdotas periodísticas.
REVALORAR
En diversas entrevistas, Magdalena Mondragón mencionó títulos de libros que estaba escribiendo, y que no llegaron a publicarse: Lo divino no es humano, Juego de pasiones, El dedo en la llaga y La muerte no se detiene, de los que no se tienen datos acerca de su género literario, así como el libro de cuentos, también inédito, Y me comí a la muerte.
A los premios ya mencionados se suma la Pluma de Oro y Brillantes de la UNAM. En noviembre de 1964 fue fundadora (junto con Marco Antonio Millán, Efrén Hernández, Martínez Sotomayor y otros escritores) de la Asociación de Escritores de México, A.C. El 17 de enero de 1975 ingresó como miembro de número del Colegio de Literatura del Instituto Mexicano de Cultura.
De parte de la crítica literaria, recibió elogios de José Vasconcelos, Vito Alessio Robles, Eduardo Hernández Elguézabal, José Muñoz Cota, entre muchos otros. En uno de los diccionarios de escritores mexicanos de la UNAM, está catalogada en la Generación 1910-1920, al lado de Alberto Bonifaz Nuño, Jesús R. Guerrero, Héctor Raúl Almanza, Rogelio Barragán Rivas, Ramón Rubín, José Revueltas, Rafael Bernal, Josefina Vicens, Sara García Iglesias y Juan Rulfo.
Pocos temas obsesionaron a Mondragón en su escritura. En lo extenso de su obra se tratan la situación del campo en el norte del México posrevolucionario, la lucha agraria y proletaria, así como la desigualdad y la injusticia social. En su narrativa da voz a campesinos, pepenadores y demás personajes marginales; en sus tramas realistas se expone la denuncia social a la luz de un trasfondo histórico que ella misma observó desde su infancia, tanto en La Laguna como en su larga trayectoria periodística. En otras de sus obras sus protagonistas son mujeres que se enfrentan a diversas vicisitudes de su género, edad y condición socioeconómica. Sus libros, lamentablemente, son prácticamente inconseguibles.
A más de 30 años de su muerte, está pendiente el reconocimiento, la protección, la difusión y la valoración de su trabajo periodístico y literario, así como dar cuenta de dónde quedaron todas esas obras que dio en donación.