La Virgen de la Begoña: rescate histórico en la Nueva Bilbao
Escribir sobre la historia de la Nueva Vizcaya es escribir también sobre la historia del norte de México, partiendo de la importancia que esta enorme región supuso en su momento para la consolidación y forja del Virreinato de la Nueva España —desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII— tanto por sus alcances territoriales como por la riqueza de su suelo.
En este mismo tenor, hablar de la historia de la Laguna de Durango y de Coahuila implica en buena medida el rescate de la memoria de aquellos hombres y mujeres que, nacidos en este mismo suelo o venidos desde el otro lado del Atlántico, contribuyeron para hacer de esta región un sitio próspero y civilizado para goce de futuras generaciones. Tal es el caso de Joseph Ignacio del Campo Soberón y Larrea.
Nacido en San Pedro Galmades, en la provincia peninsular de Vizcaya, el 30 de julio de 1726, aparece en Nueva España por primera vez en el presidio de Santiago de Mapimí en 1752, combatiendo contra la tribu de los cocoyomes. Contrajo nupcias en la hermosa capilla de Mineral de Avino con Isabel de Erauzo el 15 de agosto de 1752. Ascendió a Teniente General de Durango en 1762 y Teniente Capitán de la Santa Hermandad, continuando con el reconocimiento de Tajo de Avino y haciendo grandes obras para facilitar la extracción de los metales (sostén económico de más de dos mil operarios). Luego ascendió a Teniente de Gobernador y a Gobernador de la Nueva Vizcaya en 1767.
Sin embargo, la razón por la que más se le conoce es por la controversial fundación de la Villa de la Nueva Bilbao en la Comarca Lagunera: misma que le convertiría, por méritos ante la Corona, en Conde del Valle de Súchil el 8 de agosto de 1776.
Esta fundación, que debía ser un poblado de cincuenta familias de españoles peninsulares, estaba destinada a asentarse como elemento de auxilio adjunto a la Villa de Santiago y San Joseph del Álamo de Parras —actual Viesca, Coahuila— frente a los ataques de apaches, lipanos y otras tribus expulsadas con violencia por los norteamericanos hacia nuestras fronteras.
Ya sea por lo agreste o por el posterior despoblamiento, mucho se habló de que la Nueva Bilbao nunca había existido más que en la imaginación y ambición del Conde de Súchil.
Sin embargo, este poblado antiguo cuenta actualmente con una enorme imagen al óleo de la Virgen de la Begoña: advocación de la Virgen María que es nada menos que la Santa Patrona de Bilbao en la Vizcaya española; imagen que de algún modo pone en tela de juicio a quienes acusaban a Joseph del Campo de haber inventado esta localidad para agenciarse dicho título nobiliario en su momento.
Gracias a los esfuerzos comunitarios en conjunto con la Universidad Autónoma de Coahuila y especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, desde 2020 se inició la restauración de esta pintura de caballete del siglo XVIII perteneciente al ejido Villa de Bilbao de la actual Viesca. Los trabajos se hicieron a través de la Dirección de Atención Integral a Comunidades y el Taller de Conservación de Pintura de Caballete de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (INAH), en coordinación con dicha comunidad, representada por Armandina Montoya, encargada de la Capilla de la Virgen de Begonia; el comisariado ejidal Santos Fernández y el presbítero David Batarse, de la Diócesis de Torreón.
La labor fue ejecutada por las restauradoras Cristina Noguera, Angélica Vásquez, Irene Hernández (CNCPCINAH) y el estudiante egresado Omar Solís (ENCRyMINAH). Se estabilizó el marco de la pintura y se redoró por técnicos en restauración como Jorge Rodríguez y Enrique Hernández (CNCPC-INAH), lográndose además el rescate y restauración de otras piezas históricas de arte sacro hechas con pasta de mezquite, según análisis. La entrega se realizó el 21 de septiembre de 2023, sin duda una fecha que quedará como un motivo de orgullo identitario, no solo para la comunidad legendaria cuya fundación remite al célebre Conde de Súchil, sino para la Comarca Lagunera de Coahuila como ejemplo de un rescate integral e invitación a las autoridades para preservar el patrimonio histórico, que aún nos queda, en lo futuro.