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Este trastorno afecta la comunicación del paciente; no se conforma con perjudicar al habla, sino que alcanza a las palabras que pone sobre papel, así como a la comprensión del lenguaje tanto oral como escrito.
Se presenta, comúnmente, tras una lesión en la cabeza o tras sufrir un accidente cerebrovascular. También puede aparecer a consecuencia de un tumor en el cerebro o de un padecimiento que le cause un daño tan progresivo como permanente. Por ejemplo, lo que ocurre con un accidente cerebrovascular: se bloquea o se rompe un vaso sanguíneo en el cerebro; la sangre no llega en cantidad suficiente a este órgano; células cerebrales, ubicadas en las regiones que controlan el lenguaje, sufren un daño mayúsculo o mueren; entonces, la afasia aparece. Suele ir en un paquete que incluye disminuciones cognitivas como problemas de memoria o confusión.
¿Qué tan grave es la afasia? Eso depende de varios factores, como su causa y el alcance del daño cerebral.
Además de tratar el mal que detona este trastorno, quienes padecen afasia deben volver a adquirir habilidades del lenguaje. Hay terapia para ello, y no es inusual que se prescriba el uso de otros modos de comunicarse. Desde luego, es muy importante el apoyo familiar.
EVOLUCIÓN
Quizá los primeros en establecer una relación entre la pérdida del lenguaje y una lesión en la cabeza fueron los médicos del Antiguo Egipto. Pero es hasta el siglo XIX que se identifican dos causas de las dificultades con el habla: una relacionada con la destrucción del área cerebral responsable de resguardar nuestro vocabulario; la otra se refiere a impedimentos para una efectiva transmisión nerviosa de la capacidad para hilar un discurso.
Por esos años se comenzó a estudiar sistemáticamente la relación cerebro-lenguaje. Apareció la afasia de Broca, definida como incapacidad de hablar, aunque se mantienen la comprensión y los mecanismos para hilvanar vocablos.
Luego, vino el descubrimiento de un tipo distinto de paciente, uno que podía hablar, pero no entender. Su lenguaje era fluido, articulaba y pronunciaba las palabras de manera perfecta, pero lo que decía no tenía ningún sentido. Así surgió la afasia de Wernicke o sensorial.
Más tarde vino la afasia de conducción, cuando una lesión en la vía que conecta los centros cerebrales del lenguaje hace que un individuo, el cual mantiene su comprensión intacta, exprese sinsentidos.
Los años pasaron, así como más investigación, y se fueron agregando más tipos de este trastorno a la lista.
¿CÓMO SE MANIFIESTA?
La alteración cerebral hace que el paciente afásico hable con oraciones breves o incompletas, construya frases sin sentido, sustituya palabras o sonidos, pronuncie vocablos irreconocibles y/o tenga dificultad para hallar la palabra que busca.
También se puede ver comprometida su capacidad de comprensión, de modo que no entienda conversaciones de otras personas, o lo que lee o escribe.
Los patrones del habla que resultan de padecer afasia, sirven para clasificar este trastorno: existen las ya mencionadas afasia de Broca y de Wernicke, así como la transcortical, la de conducción, la mixta y la global.
Describen, cada una con sus características particulares, la precisión del paciente a la hora de entender lo que dicen los demás, si habla con facilidad y si repite, sin equivocarse, lo que dicen otras personas.
En general, es útil tener en cuenta que cada quien manifiesta síntomas únicos. No necesariamente hay que encuadrarlo en un sólo tipo de afasia.
Cabe recalcar que este trastorno puede ser signo de un problema grave, como un accidente cerebrovascular. Por ello, se recomienda buscar atención de manera urgente cuando se detectan, ya sea en la propia persona o en un familiar, dificultad para hablar o para recordar palabras, problemas para comprender el habla, o para leer o escribir.
EFECTOS CON DEFECTO
Como la comunicación es fundamental para la vida, la afasia afecta al trabajo, las relaciones, el funcionamiento diario. ¿Qué hacer cuando perdemos la capacidad para expresar nuestros deseos y señalar nuestras necesidades? De ese modo, este trastorno provoca vergüenza, frustración, aislamiento, depresión y más.
Se le denomina afasia progresiva primaria a las dificultades con el lenguaje que se desarrollan sin freno a la vista. Eso a causa de la degeneración de las neuronas cerebrales localizadas en las redes del lenguaje. En ocasiones, el trastorno avanza hasta convertirse en una demencia más generalizada.
También puede manifestarse con la forma de episodios temporales, producto de migrañas, convulsiones o un accidente isquémico transitorio (cuando el flujo de sangre hacia una región del cerebro se ve bloqueado de forma temporal). Este último caso, cabe mencionar, aumenta las probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular en un futuro cercano.
ATENCIÓN
Personas de mediana edad y adultos mayores son sus blancos favoritos. No obstante, cualquiera puede tenerla, incluso los niños.
Los afásicos, a menudo, no son conscientes de los errores que cometen al hablar. Bajo el efecto de la afasia de Broca, por ejemplo, el afectado dice “comprar leche”, cuando quiere decir, “saldré a comprar leche”.
Luego de sufrir una lesión cerebral, vienen grandes cambios, como parte de su recuperación, en el órgano pensante. A menudo, el afásico registra mejoras significativas en sus habilidades de lenguaje y comunicación en los primeros meses posteriores al traumatismo, incluso sin recibir un tratamiento específico para ello. Eso sí, después de ese periodo de recuperación inicial, es normal que aún se observen signos del trastorno.
Recibir terapia del lenguaje tiene como objetivo mejorar la capacidad de la persona para expresarse, ayudarla a usar las habilidades que conserva, recuperar su capacidad para el habla lo más posible. Con eso en mente, no es inusual que se le recomiende aprender otras formas de comunicarse; adoptar un lenguaje de gestos, por ejemplo, o echar mano de dispositivos electrónicos.
Eso sí, es fundamental la ayuda, la comprensión y el apoyo de la familia, de los amigos.