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Amonites en Coahuila; fósiles que narran la vida oceánica del Cretáceo

Hace millones de años, la superficie de esta región estaba cubierta por agua marina. Los restos fosilizados que se han encontrado en el último siglo son una gran herramienta para comprender esos antiguos ecosistemas.

Imagen: Science Photo Library/ Masato Hattori

Imagen: Science Photo Library/ Masato Hattori

ABRAHAM ESPARZA VELASCO

El estado de Coahuila, hoy reconocido por sus paisajes áridos y sus escarpadas montañas, alguna vez fue un vibrante entorno marino. La transformación del lecho oceánico a tierra firme ocurrió durante el período Cretácico Tardío, hace aproximadamente entre 100 y 66 millones de años. En esta era, la región estaba sumergida bajo las aguas poco profundas del Mar Interior Occidental, un enorme cuerpo de agua que se extendía sobre lo que hoy es América del Norte. 

El descubrimiento de este antiguo ecosistema se puede atribuir en gran medida a los paleontólogos de principios del siglo XX, que desenterraron importantes depósitos fósiles, revelando la rica historia de la vida marina que alguna vez floreció en esta entidad. 

Los amonites, moluscos extintos relacionados con los calamares y pulpos modernos, fueron prolíficos durante esta época. Podría decirse que gobernaban los mares. Estos antiguos cefalópodos, caracterizados por sus conchas espirales, desempeñaron un papel fundamental en sus ecosistemas, sirviendo como depredadores y presas y, por lo tanto, contribuyendo significativamente a la red alimentaria océanica.

En Coahuila se han descubierto numerosos fósiles de amonites recuperados de formaciones rocosas sedimentarias. Los lugares clave donde se han encontrado incluyen las regiones alrededor de Cuatro Ciénegas y San Juan de Sabinas, donde hay extensos yacimientos fósiles que datan del período Cretácico Tardío. La exploración paleontológica en estas zonas ha sido facilitada por varias instituciones, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y casas de estudios como la Universidad Autónoma de Coahuila, junto con organizaciones extranjeras, principalmente de Estados Unidos, como la Universidad de Utah. Las colaboraciones entre universidades locales y sociedades paleontológicas internacionales mejoran el alcance y el impacto de estos esfuerzos de investigación.

En dichos yacimientos se han identificado fósiles de diversos géneros, incluidos Diplomoceras y Pachydiscus. Estos hallazgos no sólo brindan una visión de la antigua biodiversidad marina local, sino que también contribuyen a una comprensión global de los océanos prehistóricos. 

Colección de amonites en el Museo del Desierto, en Saltillo, Coahuila. Foto: Museo del Desierto
Colección de amonites en el Museo del Desierto, en Saltillo, Coahuila. Foto: Museo del Desierto

¿QUÉ REVELAN LOS AMONITES SOBRE LA VIDA CRETÁCICA? 

Los amonites se encontraban entre los grupos más diversos de organismos marinos durante el Cretácico. Su variedad en tamaño, forma y estructura de conchas indica un ecosistema complejo con numerosos nichos. 

Los fósiles de estas criaturas suelen encontrarse junto con otros fósiles marinos, como bivalvos, crustáceos y reptiles. El análisis de estas asociaciones proporciona información sobre la composición de los ecosistemas antiguos, revelando cómo los amonites influyeron y fueron influenciados por su entorno; así como las interacciones de depredación, competencia y simbiosis entre diferentes especies del océano. También se utilizan como fósiles índice, es decir, ayudan a los científicos a establecer las edades de las capas de roca.

La morfología de las conchas de los amonites, en particular sus patrones de sutura, proporciona pistas sobre las condiciones ambientales en las que vivían. Por ejemplo, las variaciones en la forma y el tamaño de las conchas pueden reflejar adaptaciones a diferentes profundidades del agua, temperaturas y disponibilidad de nutrientes. Estos datos permiten a los investigadores reconstruir entornos marinos pasados y comprender cómo ciertas transformaciones, como las fluctuaciones del nivel del mar y los cambios climáticos, afectaron a la vida marina. 

Se han encontrado fósiles de estos moluscos en todos los continentes, lo que ilustra cómo se adaptaron a varios hábitats alrededor del mundo. Los patrones de distribución de diferentes especies de amonites brindan información sobre las antiguas corrientes oceánicas y la conectividad de los entornos marinos a lo largo de grandes distancias. 

El estudio de estos organismos también arroja luz sobre eventos de extinción significativos, en particular la extinción masiva del Cretácico final que acabó con aproximadamente el 75 por ciento de todas las especies. Al examinar las características de las especies de amonites que sobrevivieron antes de este evento, los investigadores pueden estudiar la resiliencia y vulnerabilidad de la vida marina ante cambios ambientales tanto graduales como repentinos. 

Captura del video en que Mauricio Fernández Garza presenta el segundo fósil de amonite más grande del mundo, encontrado en Piedras Negras, Coahuila.
Captura del video en que Mauricio Fernández Garza presenta el segundo fósil de amonite más grande del mundo, encontrado en Piedras Negras, Coahuila.

Los amonites exhiben diversas tendencias evolutivas a lo largo del Cretácico, incluidos cambios en el tamaño de la concha, la ornamentación y la complejidad general de su estructura. Esto revela cómo se adaptaron a su entorno a lo largo del tiempo y ofrece una visión de los procesos evolutivos que dieron forma a los organismos marinos en respuesta a las presiones ecológicas.

PRESERVACIÓN 

Lo que distingue a los fósiles de Coahuila de otros en el mundo es su excepcional estado de conservación y diversidad. Las características geológicas del área, incluidas las distintas capas sedimentarias formadas durante millones de años, crean un rico tapiz de fósiles marinos, lo que permite a los investigadores estudiarlos con profundidad. Esta región ofrece información sobre los paleoambientes más amplios del Cretácico Tardío, mostrando variaciones en la morfología de los amonites y las estructuras de las conchas que no se encuentran en ningún otro lugar. 

Una vez desenterrados, la preservación de estos fósiles de amonites es fundamental para su estudio, y de esta manera comprender los ambientes antiguos del Mar Interior Occidental. Los especímenes se examinan y conservan en instituciones como el Museo del Desierto, en Saltillo, Coahuila, y los repositorios paleontológicos de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC). 

Entre los descubrimientos notables más recientes en el estado, se encuentra el del segundo amonite más grande del mundo, encontrado en Piedras Negras por el exalcalde de San Pedro Garza García, Nuevo León, Mauricio Fernández Garza, quien además de su carrera política es coleccionista de arte y fósiles. Con más de un metro de diámetro, el notable espécimen ofrece información valiosa sobre la morfología de los amonites y sus funciones ecológicas. Actualmente, se conserva en el Museo la Milarca en Nuevo León, donde contribuye a la educación sobre estas fascinantes criaturas. 

A medida que los científicos continúan explorando las profundidades de estos yacimientos fósiles, los antiguos mares de Coahuila siguen siendo un recurso invaluable que enriquece la comprensión de la biodiversidad, el cambio ambiental y la intrincada red de vida que ha dado forma a nuestro planeta. 

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Escrito en: Abraham Esparza amonites fósiles en Coahuila Cretácico Museo del Desierto

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