Costo de apoyos
El gobierno mexicano gasta cada vez más en programas sociales. El costo está aumentando tanto que ya está obligando a recortar los programas sustantivos del gobierno. Con el paso del tiempo, las dádivas gubernamentales obligarán a aumentar los impuestos o llevarán al gobierno a una crisis financiera.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha anunciado un nuevo programa para entregar “pensiones para el bienestar” a millones de mujeres de entre 60 y 64 años. El primer año estas dádivas se limitarán a las que tengan 63 o 64 años, y a las de 60 o más que vivan en municipios indígenas o afromexicanos. A partir de 2026 los subsidios se entregarán a todas las que tengan ese rango de edad.
Según el IMCO, el Instituto Mexicano para la Competitividad, en 2025 el programa apoyará a 1.2 millones de mujeres; para 2030, el último año del gobierno de Sheinbaum, el número de beneficiarias llegará a 3.3 millones. ¿Cuánto costará? El IMCO, estima 22 mil 87 millones de pesos el primer año para alcanzar 69 mil 468 millones de pesos en 2030. Los montos seguirán subiendo como consecuencia del envejecimiento natural de la población.
Las cifras anteriores se suman a un costo cada vez mayor de otros programas sociales. En 2019, el primer año del gobierno de López Obrador, tuvieron un costo de 253 mil 250 millones. Para 2024 el monto ya había alcanzado los 741 mil 195 millones de pesos. Es un aumento de 193 por ciento en cinco años. Además del programa de apoyo a las mujeres de 60 a 64 años, el nuevo secretario de Educación, Mario Delgado, ha dado a conocer que se entregarán becas a todos los niños que estudien en escuelas públicas, desde preescolar hasta preparatoria.
En contraste con esta creciente generosidad con sombrero ajeno, el producto interno bruto de los servicios básicos, como electricidad, agua y gas, ha caído en 25.15 por ciento entre el cuarto trimestre de 2018 y el segundo trimestre de 2024. Tenemos un gobierno que se dedica cada vez más a repartir dinero que a satisfacer los servicios públicos por los que los gobernados pagamos impuestos.
Me parece sensato y conveniente que una sociedad construya una red de apoyo para las personas más necesitadas, especialmente las que han caído en circunstancias difíciles por razones que no tienen nada que ver con su empeño. Pero lo que está haciendo el gobierno de la república es algo muy distinto. Está creando un sistema asistencialista que va mucho más allá de apoyar a los más necesitados. Está utilizando los recursos de los impuestos para entregar dinero a grupos que pueden favorecer al gobierno. Es un sistema perverso que destruye incentivos para trabajar e invertir.
Esta no es una política de izquierda. En su campaña electoral de 2022 el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo lo siguiente: “La gente no quiere vivir de beneficios del gobierno todo el tiempo. Lo que da orgullo al ser humano es tener un salario y llevar comida a casa con su trabajo”. El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo ha expresado de manera distinta: “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”.
El gobierno mexicano es generoso con recursos que no son suyos porque los programas sociales compran votos. Los beneficiarios agradecen en las urnas esas migajas a los políticos. Sin embargo, una sociedad no puede superar la pobreza con dádivas: necesita esfuerzo, inversión y trabajo.
