Delirio mesiánico

La psicosis se ha vuelto un término coloquial cuando se abordan temores generalizados por causa de eventos sociales. El concepto está respaldado por la teoría psicoanalítica freudiana, que establece la psicosis como la pérdida de contacto con la realidad. Incluye los delirios, alucinaciones, pensamientos (discursos) desorganizados, comportamientos motores muy desorganizados (incluyendo la catatonía), entre otros síntomas.

Los delirios son creencias fijas que no son susceptibles de cambio, incluso cuando se presentan pruebas en su contra, y expresan una pérdida de control sobre la mente o el cuerpo. Su contenido puede incluir varios temas, por ejemplo, persecutorios, referenciales, somáticos, de grandeza y/o religiosos, místicos o mesiánicos.

Los delirios se consideran extravagantes si son claramente inverosímiles, incomprensibles y no proceden de experiencias de la vida corriente. Un ejemplo es la creencia de que una fuerza externa le ha quitado al individuo sus órganos internos y los ha sustituido por los de otra persona, sin dejar heridas ni cicatrices. En cambio, un ejemplo de delirio no extravagante es la certeza de que uno está siendo vigilado por la policía a pesar de la ausencia de evidencias.

La distinción entre un delirio y una creencia firme suele ser difícil de realizar, y en parte depende del grado de convicción con el que se mantiene la idea errónea pese a las pruebas claras o razonables en contra de su veracidad.

Los delirios no han de ser confundidos con las alucinaciones, pues estas últimas se reducen a la aparición de imágenes, sonidos, olores o sensaciones que tienen lugar sin la presencia de un estímulo externo. Son vívidas y claras, con toda la fuerza y el impacto de las percepciones regulares, y no están sujetas al control voluntario. Además, pueden ser una parte normal de la experiencia religiosa en determinados contextos culturales.

Los delirios están presentes en los trastornos psicóticos enunciados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM–5), como la esquizofrenia, el trastorno esquizotípico, el esquizoafectivo o el psicótico inducido por el consumo de sustancias.

COMPLEJO MESIÁNICO

Hay diferentes tipos de delirios, mismos que se distinguen por la temática a la que hacen referencia. Uno de ellos vincula estados psicóticos a creencias de tipo espiritual. Esto supone un juicio inmodificable que persiste con gran intensidad y a menudo es producto de una percepción alterada de la realidad, matizada por una temática religiosa–espiritual.

Una parte característica de este tipo de delirio es la firme creencia de que se es un mesías, o una figura religiosa importante enviada por Dios para llevar a cabo una misión divina en la tierra. La persona puede estar segura de que tiene poderes especiales o que está destinada a salvar a la humanidad.

Esta creencia puede estar basada en la idea de que el individuo tiene la capacidad para cambiar el entorno y llevarlo a una utopía. También se relaciona con una interpretación particular de la historia, donde se espera que la llegada de un héroe provoque un cambio en el desarrollo de una sociedad o grupo de creyentes. Esta se solidifica en la cultura popular como una felicidad completa e imperturbable, derivada de la esperanza en una intervención divina y definitiva, que será mediada por un mesías.

Entre las características de quien padece el complejo mesiánico, se encuentra un alto nivel de narcisismo y una gran capacidad de seducción, entendida como la capacidad de agradar a otros. Pueden ser caprichosos, tiránicos o despóticos, expertos en captar las debilidades de los demás y proporcionarles lo que necesitan para atraerlos aún más y alienarlos emocional y psicológicamente.

IMPACTO FAMILIAR Y SOCIAL

El impacto del complejo de mesías es significativo, en especial por manifestarse preponderantemente en líderes políticos o religiosos, pues tienen la capacidad de movilizar masas y llevar a cabo una manipulación que lleva a que crean su papel de salvadores. Estas personas pueden buscar como sus seguidores a personalidades autoritarias y con poca formación académica, con crisis personales y baja autoestima, para poder ejercer un mejor control sobre ellos. El mesianismo suele ser más común en países en vías de desarrollo, en áreas marginales y con una población que busca marcadamente una salida de sus situaciones complicadas. En ocasiones, la gente puede incluso cometer crímenes por el hecho de sentirse incluidos en esta supuesta salvación.

Las familias que tienen algún integrante con este padecimiento suelen vivir con miedo de las futuras acciones del sujeto delirante, es por ello que la familia necesitará una red de apoyo para dar contención a los episodios de ansiedad o pánico que pudieran desencadenarse como producto de este complejo.

El tratamiento hacia una persona con delirio mesiánico dependerá del trastorno al que se encuentre asociado. Farmacológicamente, por lo general se administrarán antipsicóticos. Los familiares envueltos en dicho complejo han de llevar un seguimiento muy cercano de la ingesta de los medicamentos prescritos por psiquiatría. La mayoría de las veces, quienes tengan esta tarea tendrán un alto grado de cansancio y hartazgo por el esfuerzo que implica.

No es posible evitar que se desencadenen síntomas psicóticos en alguien. Lo que sí es posible es promover una educación alrededor de la salud mental, en la que se conozcan los trastornos y la forma en la que nos afectan como sociedad. También es necesario educarnos para formar un pensamiento crítico y evitar catástrofes sociales por un seguimiento ciego hacia las intenciones de satisfacción del individuo con complejo mesiánico, logrando diferenciar entre un líder benévolo y un sujeto delirante.