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Cuando se piensa en personas autistas, es común que la imaginación evoque a alguien con un desinterés marcado por la interacción social, no se diga por las relaciones románticas. Es el estereotipo que suele presentarse en los medios, como Sheldon Cooper de la serie The Big Bang Theory, quien las primeras temporadas es mostrado como una especie de robot inteligente que simplemente no entiende a los humanos ni busca acercarse a ellos. Si bien más adelante tiene una pareja, esa relación se logra debido a la insistencia de ella, dando a entender que Sheldon podía haber seguido indefinidamente sin buscar ese tipo de unión con alguien.
Así, es común llegar a la conclusión de que el autismo está intrínsecamente ligado a la asexualidad y al arromanticismo. Aunque hay quienes entran en ese perfil, la realidad es que, así como los neurotípicos —aquellos cuyo perfil neurológico les permite procesar información de forma típica— tienen una amplia variedad de formas para demostrar afecto y de vivir su sexualidad, los autistas también buscan explorar relaciones de amistad y romance, y de abordar el erotismo. De hecho, estudios recientes indican que el Trastorno del Espectro Autista (TEA) está fuertemente ligado a la comunidad LGBTQ+.
ESPECTRO SEXUAL EN EL AUTISMO
De acuerdo con el portal Spectrum, la identidad de género y la sexualidad son más variadas entre las personas autistas que en la población en general, y el autismo es más común entre quienes no se identifican con su sexo asignado.
Un estudio del 2018, recuperado por el mismo sitio, asegura que en Estados Unidos, el 6.5 por ciento de los adolescentes y el 11.4 de los adultos con TEA admitieron que deseaban ser del género opuesto al que nacieron, en comparación con sólo el tres y el cinco por ciento de la población general.
Esta diversidad se debe a las experiencias sociales que ha tenido el individuo. En comparación con los neurotípicos, los autistas pueden estar menos influenciados por las normas sociales, por lo que su “yo interno” puede manifestarse de manera más auténtica.
“Las personas autistas pueden llegar a conclusiones sobre su identidad sexual diferente a las personas neurotípicas”, asegura Jeroen Dewinter, investigador de la Universidad de Tilburg en Países Bajos.
Un ejemplo de esto es que algunas personas con TEA se identifican como bisexuales después de una experiencia erótica con alguien del mismo sexo, pero es menos probable que un neurotípico adopte esa terminología basándose solamente en un encuentro.
EL CASO DE LA DEMISEXUALIDAD
La demisexualidad, según Cristina Agud, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta, es considerada como la quinta orientación sexual, junto a la heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad y asexualidad.
El término hace referencia a las personas que únicamente se sienten atraídas hacia alguien con quien se ha establecido previamente un vínculo afectivo. Es decir, quienes tienen esta preferencia no sienten atracción a primera vista hacia ningún género en concreto.
Como cualquier otra orientación, la demisexualidad también se encuentra presente entre la población autista, y puede presentarse de forma “un poco más intensa” que en las personas neurotípicas.
Yo Samdy Sam, creadora de contenido que fue detectada con autismo en la edad adulta, cuenta en su canal homónimo de YouTube, con base en su experiencia, cómo es conocer a alguien siendo demisexual: “Para mí, cualquier contacto depende de algún tipo de conexión que se haya formado y, en general, cuando más cerca está de alguien de mí, más cómoda me siento al ser tocada por esa persona”.
“Si es necesario formar una conexión emocional para experimentar atracción sexual, entonces, por definición, una persona que lucha (con dificultad) para hacer amigos, establecer conexiones, casi seguramente terminará sintiéndose atraída por menos personas que alguien demisexual neurotípico, por lo que casi exagera un poco la demisexualidad; creas menos vínculos emocionales y te atraen menos personas”, comenta.
PREFERENCIA POR EL BDSM
La sexo educadora Emily Nagoski explica cómo suele ser el comportamiento sexual en el espectro autista: en su mayoría, más reglamentario y establecido. La especialista aclara que el TEA se diagnostica basándose principalmente en tres criterios, los cuales influyen no sólo en su cotidianidad, sino también en su sexualidad.
Diferencias sensoriales. A diferencia de lo que muchos podrían llegar a pensar, una gran parte de las personas autistas prefieren un contacto físico mucho más profundo y firme al momento de sostener relaciones sexuales, en lugar de caricias suaves y un tacto más sensible, pues estas sensaciones pueden percibirse como irritantes y provocar una sobrecarga sensorial, en la que su sistema nervioso central se estimule excesivamente y pierdan el control.
Interacciones sociales. Generalmente quieren que las cosas estén estructuradas, por lo que prefieren tener conversaciones explícitas sobre qué quiere hacer cada uno durante la relación, estableciendo normas y límites de participación. Es bajo este contexto que surge la importancia de la claridad y el lenguaje directo para las personas autistas, más si se trata del ámbito sexual.
“Es tener conversaciones como ‘estos son los comportamientos que vamos a adoptar, aquí están los límites estrictos de las cosas en las que definitivamente no vamos a participar. Hazlo explícito, dime qué esperar y déjame saber cuál es mi papel aquí’”, apunta Nagoski.
Conductas repetitivas. Buscan que se tengan patrones motores, formas más rígidas y repetitivas de abordar el sexo. Aquí tiene cabida el BDSM, un término cuyas siglas significan Bondage; Disciplina y Dominación; Sumisión y Sadismo, y Masoquismo, abarcando una serie de prácticas y fantasías eróticas que se consideran no convencionales.
“Me han preguntado si existe una relación entre el autismo y el interés en el BDSM, y en cierto modo tiene sentido saber de las diferencias sensoriales. Tal vez sea una persona que va a disfrutar de sensaciones realmente intensas y profundas, como azotes, juegos con cuerdas y hasta ser atado, debido a las diferencias en cómo perciben las sensaciones”, explica la especialista.
Pero también, argumenta, puede ser debido a que las reglas del BDSM son bastante explícitas, coincidiendo esto con la cantidad de personas autistas que prefieren tener interacciones sociales más estructuradas.
El mito de que el TEA implica limitaciones en la sexualidad se debe, probablemente, a una falta de comprensión sobre las diferentes maneras en que autistas y neurotípicos abordan este aspecto de sus vidas. Una educación más inclusiva en el tema puede abrir los ojos ante la gran diversidad que existe en cuanto a formas de satisfacer el deseo sexual.