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El arte del metro de CDMX

Una convivencia entre la plástica legal e ilegal

El arte del metro de CDMX

El arte del metro de CDMX

ABRAHAM ESPARZA

El arte urbano se integra en el espacio público, lo reclama, se mimetiza en él y, en general, forma parte de lo cotidiano.

El metro de la Ciudad de México funge como una especie de segunda ciudad que tiene el único objetivo de facilitar el traslado de transeúntes y, por lo tanto, es uno de los espacios más codiciados para los artistas urbanos que quieren hacer notar su trabajo.

LA EXPRESIÓN INDIVIDUAL

Camuflar es disimular, integrar algo externo al aspecto de otra cosa. En el caso de las intervenciones artísticas, no únicamente se trata de una integración sutil, sino que un espacio entero puede ser transformado por completo.

De esta manera, los artistas se vuelven no únicamente creadores de sus obras, sino también de su propia difusión y del reclamo de espacios para la misma. La publicidad y las formas oficiales compran el espacio público para ser vistas. La intervención artística es una manera de recuperar la expresión individual y colectiva de las personas ordinarias frente a las instituciones.

En El laberinto de la soledad, Octavio Paz expone que existe una lucha constante en la historia de México en que los elementos visuales propios de la religiosidad, las instituciones y la publicidad son combatidos por medio de la expresión espontánea de la población. Por eso mismo, el arte urbano, al ser no organizado, es más individual y original, y en cierto modo críptico, pues no necesariamente contiene mensajes directos o panfletarios. Algunos ejemplos son las calcas, la gráfica y el grafiti. Para Paz, la moral y la sociedad han actuado impositivamente a lo largo de la historia mexicana, coartando la individualidad.

Aunque las intervenciones de edificios existen desde la Antigua Roma, el arte urbano como lo conocemos, con los valores estéticos que lo caracterizan, tiene su origen en los años sesenta. Un gran referente es la pinta de trenes en Nueva York, donde los vagones se cubrían de enormes grafitis que serían visibles a donde viajaran.

En aquella época, las grandes capitales del mundo recibieron en sus muros a esténciles, carteles y murales. El objetivo era conseguir un lugar que no hubiera sido reclamado antes por otro artista para conseguir visibilidad y hacer que el espectador se preguntara admirado cómo es que se había cumplido la hazaña de llegar tan alto o de acceder a lugares difíciles. Los espacios antes ignorados por la mayoría de los lugareños, e incluso abandonados por sus dueños, eran tomados por creativos que se mantenían hasta cierto punto anónimos, pero que se comunicaban con otros artistas a través de sus pseudónimos, que se hacían cada vez más reconocibles.

EL METRO COMO LIENZO

Las décadas de los ochenta y noventa se caracterizaron por el gran impulso que tomó el arte urbano en la Ciudad de México. La influencia del llamado street art llegó a dicha urbe, donde la escena estaba protagonizada por nombres como ERA, LEP, PEC, CHK, TNT o AMX, todos acrónimos de grupos conformados por grafiteros que mostraban su inconformidad ante problemáticas sociales como la marginalidad y la desigualdad.

Es inevitable que, como cualquier actividad creativa, el grafiti haya tomado influencias fuera de su medio, integrándolas a su imaginario y su estética. Es así que algunas de las características de las artes visuales, incluidas corrientes como el muralismo, cobraran fuerza en las calles.

Es un hecho que se mantienen esfuerzos diarios contra el grafiti y otros tipos de intervención artística considerados invasión de la propiedad privada y pública, en una batalla que parece no tener fin. Pero, más allá de esta situación, se ha reconocido la importancia del arte urbano por sus aportes creativos y por su alcance, tanto por parte de la población en general como de forma oficial. Así, ha llegado a formar parte de programas culturales en los que se han otorgando espacios públicos para la expresión artística.

El Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC) celebró su 50 aniversario en 2019, alojando en la estación Hidalgo a la galería de arte pública más grande del mundo. Compuesta por 18 mil metros cuadrados y encabezada por la directora general del STC, Florencia Serranía Soto, la exposición contó con la obra de más de 300 artistas de 50 nacionalidades diferentes.

Por otra parte, en la estación Zapata de la línea 3 se encuentra el pasillo de la caricatura, que cuenta con una exposición permanente de seis secciones. La primera de ellas exhibe un collage de cartones mexicanos del siglo XIX. En las siguientes áreas se exhibe obra de grandes referentes en esta disciplina, comenzando por José Guadalupe Posada y continuando con Gabriel Vargas, Rius y autores como Paco Calderón, Abel Quezada y José Hernández. Cabe mencionar que en este pasillo también hay una zona para muestras temporales.

El arte en los espacios públicos difiere bastante del que se resguarda en instituciones culturales, museos y escuelas de arte, ya que suele estar más relacionado con los valores de la cultura popular, los cuales históricamente han sido considerados de poca importancia. Sin embargo, el arte urbano ha logrado reivindicar la caricatura, el grafiti e incluso la estampa popular, que también se juzgaban como creaciones menores que formaban parte de la baja cultura.

LA LLAMADA DEL STREET ART

El llamado street art es un arte urbano que se aleja del grafiti o de otro tipo de expresiones contestatarias al tener un tono mucho más amable con el espectador. De hecho, se realiza como una manera de embellecer el entorno, más que de reclamar o tomar espacios públicos. Hoy, incluso, existen recomendaciones en Internet que guían a los turistas para que renten el AirBnb con los murales más “bonitos” de la ciudad que van a visitar.

Sin duda, el street art se ha distanciado del contexto original del arte urbano, pero tanto creativos como lugareños pueden salir beneficiados con su estética agradable. El atractivo turístico de estas obras, sin embargo, tiene un revés complejo, pues puede estar relacionado con el encarecimiento de las propiedades y productos en ciertas zonas, también conocido como gentrificación.

Pero también existe street art que no atiende a este modelo de turistificación. El metro de Ciudad de México exhibe en sus líneas algunos trabajos interesantes, como los realizados en la línea 2 sobre la calzada de Tlalpan, en la estación General Anaya. Estas obras parecen realizadas para ser vistas por las personas que diariamente se transportan por esta vía, más que pare atraer visitantes externos. El mural homenaje a la mujer trabajadora, de Duek Glez, es un ejemplo.

Asimismo, un rostro realizado en blanco y negro es visible en la estación Emita; detrás de él, emerge la Piedra del Sol con un llamativo azul brillante. Los autores son The Top Tequila, Koka.mexico, Dovlex y Rnxart.

El 15 de enero de 2023, artistas urbanos convocaron a una acción gráfica para protestar después del choque de trenes que aconteció el día 7 del mismo mes en la línea 3 del metro, donde falleció una joven estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México. Señalando corrupción y falta de mantenimiento al transporte público, músicos y artistas urbanos tomaron el espacio convocados por el grupo Ocupa Graffica, mismos que señalaron hostigamiento por parte de las autoridades. Las obras pictóricas fueron borradas.

El arte urbano ha adquirido tintes más ornamentales en los últimos años, pero no deja de ser un medio de expresión cuyos valores estéticos pueden alejarse de forma diametralmente opuesta a lo establecido como bello, así como una herramienta de lucha social.

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