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El auge de las cirugías plásticas en Venezuela

A pesar de la crisis económica que vive el país sudamericano, la demanda por procedimientos estéticos se mantiene a tope en una región donde el culto a la belleza prevalece desde la década de los cincuenta.

Imagen: Adobe Stock

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PEDRO FRANCISCO PÉREZ

Venezuela, una nación bendecida por la abundancia de recursos naturales, alguna vez fue el emblema de la prosperidad en América Latina. A mediados del siglo XX, la riqueza petrolera del país transformó su paisaje social, catapultándolo a la cima de las economías regionales. Caracas, su capital, pasó de tener un paisaje rural de casas blancas y techos rojos hacia 1900 a ser una ciudad vibrante, donde los rascacielos se elevaban sobre las colinas como testimonios del auge económico. 

Hace cien años, bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez, esta nación empezó a explotar sus yacimientos petroleros con la ayuda de compañías extranjeras. El oro negro no sólo enriqueció las arcas del Estado, sino que inició un proceso de modernización gradual que abarcó desde la infraestructura hasta la educación y la salud. Sin embargo, esta aparente prosperidad tenía un lado igual de oscuro que el petróleo: la dependencia casi total de este convirtió a Venezuela en una economía vulnerable a las fluctuaciones de su valor. Además, la distribución desigual de la riqueza generó tensiones sociales que, aunque contenidas durante los años de bonanza, comenzaron a manifestarse con mayor intensidad a medida que el precio del crudo comenzó a caer en la década de 1980. 

El descontento con el sistema político y económico de los años ochenta y noventa facilitó la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999. Con un discurso populista, Chávez prometió una “Revolución Bolivariana” que redistribuiría la riqueza y empoderaría a los sectores más desfavorecidos. El modelo chavista, que en sus primeros años había mostrado resultados positivos en términos de reducción de la pobreza, comenzó a desmoronarse con la nueva caída de los precios del petróleo a mediados de la década de 2010. La economía entró en un ciclo de contracción, exacerbado por las sanciones internacionales y la corrupción generalizada dentro del gobierno. 

En este contexto, una paradoja ha surgido en todo el país: el auge de las cirugías plásticas. A pesar de la devastación económica y la escasez de insumos médicos esenciales, el mercado de la medicina plástica y estética ha experimentado un sorprendente crecimiento. 

A pesar de la escasez de insumos médicos, los cirujanos plásticos se las han arreglado para obtener los materiales necesarios para suplir la demanda de procedimientos estéticos. Imagen: Freepik
A pesar de la escasez de insumos médicos, los cirujanos plásticos se las han arreglado para obtener los materiales necesarios para suplir la demanda de procedimientos estéticos. Imagen: Freepik

CLÍNICAS EN CASA 

Caracas, con más de dos millones de habitantes, es el epicentro de este fenómeno. La ciudad expone en su relieve accidentado contrastes marcados entre riqueza decadente y pobreza asfixiante, y se ha convertido en un reflejo de las tensiones sociales que alimentan la demanda de procedimientos estéticos. En la capital, las clínicas de cirugía plástica están repartidas por zonas como Chacao, Las Mercedes y El Rosal, áreas conocidas por ser centros de comercio y lujo, donde la élite caraqueña aún tiene acceso a divisas y servicios que el resto del país no puede permitirse. 

Uno de los sitios más emblemáticos en este sentido es la clínica El Ávila, ubicada en el municipio de Chacao. Este lugar, que ofrece desde tratamientos de rejuvenecimiento hasta cirugías más invasivas como liposucciones y aumentos de senos, ha mantenido un flujo constante de pacientes incluso en los peores momentos de crisis. 

Los escenarios más relevantes de este fenómeno son el Centro Médico Docente La Trinidad o el Centro Clínico de Estética. Allí, doctores como el reconocido Daniel Slobodianik siguen realizando procedimientos estéticos a pesar de la escasez de materiales médicos. Slobodianik, quien ha comentado en diversas entrevistas que su trabajo no ha disminuido, da cuenta de una tendencia donde la demanda de estos procedimientos permanece alta, principalmente entre aquellos que aún tienen acceso a divisas extranjeras o apoyo financiero de familiares fuera del país. Una de las iniciativas más recientes de este cirujano ha sido una campaña contra la utilización de sustancias sintéticas de rellenos corporales (biopolímeros), porque pueden provocar inflamaciones y efectos adversos en el sistema inmunológico. Gracias a esta campaña, en el año 2012 el gobierno venezolano decretó una ley contra el uso, distribución y venta de estos materiales. 

CORTE A PROFUNDIDAD 

La obsesión por la belleza en Venezuela tiene raíces profundas que se remontan a su historia reciente. Desde la década de los cincuenta, con la aparición de las primeras reinas de belleza internacionales, el país comenzó a forjar una identidad en torno al culto a la apariencia física. Durante las décadas siguientes, se consolidó como una potencia en concursos de belleza, colocando a Miss Venezuela como un evento de alcance nacional e internacional. 

María Gabriela Isler en la fiesta de Miss Universo 2013. Imagen: Wikimedia Commons
María Gabriela Isler en la fiesta de Miss Universo 2013. Imagen: Wikimedia Commons

El gobierno venezolano siempre ha tenido objeciones a los productos básicos que se suministran desde los países occidentales. A pesar de ello, no rechaza los materiales de belleza importados. De hecho, las modelos que han utilizado estos productos para el pelo, la nariz, los dientes, los pechos y la piel reciben elogios del régimen. 

Cuando María Gabriela Isler fue coronada Miss Venezuela en Rusia, tanto el presidente Hugo Chávez como su sucesor, Nicolás Maduro, le agradecieron abiertamente su esfuerzo por conseguir ese premio para la nación. Maduro lo refirió como su propio triunfo. Esto ha llevado a legitimar una cultura que ha permeado en la idiosincrasia venezolana. 

Este énfasis en el atractivo físico no es solo una cuestión superficial; está intrínsecamente ligado al poder social y económico. En un país donde las oportunidades de ascenso social se han vuelto cada vez más limitadas, la belleza se ha convertido en un recurso para alcanzar el éxito. Para muchas mujeres, y cada vez más hombres, la inversión en su apariencia es vista como una forma de asegurar un futuro mejor en un contexto donde las opciones son limitadas. 

RESISTENCIA PSICOLÓGICA 

En este entorno de crisis, la cirugía plástica se ha convertido en un mecanismo de resistencia psicológica. Para muchos, la transformación del cuerpo es una forma de mantener un sentido de control y agencia en un lugar donde todo lo demás parece fuera de alcance. 

Los cirujanos plásticos, conscientes de esta necesidad emocional, han ajustado sus prácticas para satisfacer la demanda. A pesar de las dificultades para obtener insumos médicos, muchos han recurrido al mercado negro o a proveedores internacionales para mantener sus prácticas. Estos especialistas, que alguna vez pudieron haber considerado emigrar, encuentran en la demanda local una razón para quedarse, manteniendo sus negocios a flote en medio del caos. 

En última instancia, la paradoja de la cirugía plástica en Venezuela es un recordatorio de la complejidad de la experiencia humana. En medio de la adversidad, las personas buscan maneras de afirmar su identidad, encontrar esperanza y mantener el control sobre sus vidas, incluso si eso significa transformar sus cuerpos en un entorno donde todo lo demás se desmorona.

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