Colección de alta costura Otoño-Invierno 1995.
El equipo detrás de Dune: Part II de Denis Villeneuve arrasó con los titulares durante la gira de promoción de la película. Después de caminar por la alfombra roja en Ciudad de México y París, Timothée Chalamet, Florence Pugh, Austin Butler y Zendaya causaron sensación en Londres; especialmente esta última, quien se ha dedicado a promocionar el filme con entusiasmo. La actriz de 27 años, que acaba de ser anunciada como coanfitriona de la nueva exposición del Costume Institute, Sleeping Beauties: Reawakening Fashion (Met Gala), asistió a la premier londinense de Dune con un atuendo icónico. Bajo el impulso creativo de su estilista, Law Roach, llegó el 15 de febrero a la alfombra con un look vintage firmado por el diseñador francés Manfred Thierry Mugler. Y no uno cualquiera: el traje robótico presentado en el desfile de alta costura de Mugler otoño-invierno 1995- 1996. A los pocos minutos de su aparición, Zendaya invadió todos los feeds de Instagram.
Si la película de ciencia ficción parece estar batiendo récords, las múltiples apariciones de la actriz en el mundo de la moda también generan gran expectación. Su presencia en Londres fue una excelente manera de mantener vivo el legado y la memoria del genio Manfred Thierry Mugler.
SEMBLANZA ORDINARIA PARA UN EXTRAORDINARIO
Manfred Thierry Mugler nació en Estrasburgo, Francia, en 1948. Desde niño su naturaleza era bastante soñadora y solitaria. Se escapaba a mundos fantásticos e imaginaba que vivía en cuevas como la de Timur Lang. Proveniente de una familia burguesa, fue en contra de gran parte de la mundanidad que lo rodeaba, creando para sí un universo paralelo.
A temprana edad aprendió danza clásica y, a los 14 años, se unió a los ballets de la Ópera del Rin, para consternación de sus padres, quienes estaban preocupados tanto por su interés en el arte como por su homosexualidad. Luego se introdujo en el teatro, la dirección y la creación de vestuario, enfrascándose en una disciplina no sólo para el cuerpo, sino para la mente. También estudió arquitectura de interiores, lo que lo hizo desarrollar un gran interés por la construcción de formas geométricas y perspectivas.
No sobra decir que entre los diseñadores de moda icónicos los hay de dos tipos: los de origen humilde que aprendieron de los sastres y los de origen burgués que fueron a la universidad. Mugler pertenece al segundo tipo; por eso su trabajo se sitúa más en el plano de la fantasía que promete la moda, y no tanto en la renovación de la comodidad cotidiana.
En 1969 se instaló en París. A los 21 años frecuentaba los locales de moda de Saint-Germain-des-Prés y ofrecía sus diseños a los fabricantes en el conocido mercado Le Sentier. Rápidamente llamó la atención porque vestía sus propias creaciones y hacía alarde de su extraordinario estilo, que estaba dotado de la inspiración galáctica impulsada por la carrera espacial de la Guerra Fría. En 1970 abrió su primera boutique parisina, llamada Gudule, y se convirtió en estilista independiente a la edad de 26 años.
En 1973 creó su primera marca, Café de París, y en 1974 nació la marca Thierry Mugler. En aquella época la moda era folclórica, llena de flores azules y realmente desestructurada. Mugler vaticinó a tiempo el fiasco que estas tendencias significarían para la historia y fue en contra de ellas con toda la caballería, ofreciendo modelos hiperfemeninos, refinados y, a diferencia de lo que existía, sensuales. Su estilo poseía un equilibrio atemporal entre clasicismo y modernidad. En 1978 abrió su primera boutique bajo su marca ubicada en la Place des Victoires de París.
En los años 80 se hizo popular internacionalmente y, para 1990, por invitación de la Cámara Sindical de la Alta Costura y debido a su gran dominio del corte plano y su notable conocimiento de la profesión, Thierry Mugler creó una primera colección como miembro invitado de la alta costura parisina, lo que representó para él el honor y la satisfacción que cualquier artista podría sentir tras lograr pertenecer a un club de esa talla.
Tiempo después, desfilarían por su directorio grandes nombres como Farida Khelfa y Jerry Hall, o Mylène Farmer, para quien diseñó el vestuario escénico de su primera gira, Tour 89.
ESTILO, FORMAS Y CRIATURAS
La transgresión era su pasatiempo favorito. Para su colección de prêt-à-porter Buick Invierno 1989- 1990, Mugler transformó a las mujeres en “criaturas elegantes”. Las modelos caminaban vestidas con sujetadores y sus peplums estaban adornados con piezas de automóviles. Fundas extraíbles o “convertibles”, corpiños “parachoques”, cinturones “radiadores” y bolsos “aletas” embellecieron sus creaciones con detalles cromados, inspirados en los coches americanos de los años cincuenta. Ni siquiera las aletas del Cadillac Eldorado, diseñado por Harley J. Earl en 1959, se libraron de un lugar en esta serie de vestimentas. En ese momento, los automóviles se diseñaban con base en las curvas femeninas en un esfuerzo por humanizar a las máquinas, pero con su colección, Mugler le dio una vuelta a esa tendencia.
Su ropa es única y difícil de emular. Creador de sueños, Mugler modifica códigos establecidos y trastoca convenciones. Su primera fuente de inspiración es el arquetipo de mujer fatal, para quien diseña modelos muy estructurados, con hombros cuadrados, cintura bien definida, incluso encorsetados, realzando así toda la feminidad de su cuerpo. Sus materiales favoritos incluyen el cuero, el metal y el vinilo.
LA GLAMAZONA
Mientras que los buenos diseñadores son conocidos por crear nuevos tipos de ropa, los diseñadores legendarios son famosos por crear nuevos tipos de mujeres. La contribución más duradera de Mugler fue provocar el surgimiento de la glamazona (en parte mujer glamurosa, en parte amazona), que se definía menos por el estilo que por la fuerza de su personalidad, capaz de adoptar cualquier look o disfraz mientras estuviera en una posición dominante.
Las principales características del diseño de Mugler (hombros acolchados, siluetas arquitectónicas, trajes ajustados al cuerpo) transmiten una confianza descarada que desafía al usuario a estar a la altura del vestuario que lleva.
Una cita del diseñador que resulta útil para la moda en su constante esfuerzo por ser importante para las masas reza: “En mi trabajo siempre he tratado de hacer que las personas parezcan más fuertes de lo que realmente son”.
Las prendas Mugler son increíblemente llamativas y han ocupado la imaginación de diseñadores emergentes durante años. Lo mismo crea un elegante traje sastre para mujer fatal que un traje de vaquero escarlata con cuentas de corneta, un bolso de hamburguesa con lentejuelas o un corsé metálico inspirado en Harley Davidson con aplicaciones de espejo retrovisor y un “sofá de dos plazas” de cuero acolchado en forma de corazón. Por otro lado, tiene una serie de looks inspirados en el sadomasoquismo, como un vestido suspendido por un par de anillos en los pezones y un escote trasero, que siguen siendo pervertidos, seductores e hilarantes por su atrevimiento.
Cuero, crinolinas de neón, alforjas de hierro forjado, colas de pavo real y tocados dignos de estrellas pop y coristas de Las Vegas pueden encontrarse en sus diseños. Con looks como estos, sus vestidos con neumáticos de goma y trajes de cuerpo cyborg, Mugler fue pionero en una forma de alta costura que abraza al arte pop, donde las personas y las cosas son tremendamente intercambiables y las distinciones entre la alta y la baja cultura se arrojan alegremente por la ventana.
Mugler tenía una definición amplia y poética de lo que podía ser una mujer fuerte. El suyo parecía ser el raro tipo de moda que no se propone imponer sus propios estándares imposibles, sino realzar la brillantez que existe dentro de las mortales. Su visión era posmodernismo en su forma más divertida, resultado de un diseñador a quien se le otorgaba un permiso casi infinito para remezclar, hacer referencias y apropiaciones, canalizando una química caótica donde drag queens y divas, estrellas porno y princesas podían encontrarse en la misma pasarela.
ABANDONO, MUERTE Y RESURRECCIÓN
Thierry Mugler abandonó el mundo de la moda en 2002 para dedicarse a otras pasiones, como la fotografía, la creación de vestuario para espectáculos y la dirección. En 2019, el Museo de Bellas Artes de Montreal le dedicó una exposición homenaje: Thierry Mugler – Couturissime.
Murió por causas naturales, según su agente, el 23 de enero de 2022, dejando un legado cultural increíble. Creador multidisciplinar, fue a lo largo de su prolífica carrera fotógrafo, realizador, perfumista y director de arte.
Entre su humildad y su grandiosa búsqueda de la perfección, el propio Mugler parecía demasiado consciente del potencial del vestido para realzar a la mujer. Quizá por eso la expresión más pura de sus sueños de enormidad no fue su moda, sino su fotografía. Después de haber colaborado con gente como Helmut Newton, Lillian Bassman y Guy Bourdin para darle vida a su trabajo, Mugler finalmente tomó la cámara él mismo. Al capturar imágenes de sus musas favoritas contra los icebergs de Groenlandia y las dunas de arena del Sahara, encontró una nueva escala para su trabajo, que excedía y complementaba el cuerpo, siempre exaltando al individuo contra vastos y fantásticos telones de fondo.
