Imagen: Tetelan
Luis Barragán fue un artista único en el campo de la arquitectura. La valoración de su obra ha crecido exponencialmente desde su muerte en 1988. Entender su obra, protegerla y sobre todo conservarla ha sido todo un reto que implica valentía y conocimiento. En este sentido, la sensibilidad de César Cervantes fue responsable del renacimiento de una de las joyas de la corona de este excepcional arquitecto. En el corazón del Pedregal de San Ángel, Barragán trabajó uno de sus sueños arquitectónicos más audaces y originales: la Casa Pedregal (antes llamada Casa Prieto López), ubicada en la Avenida de las Fuentes 180, dentro de un terreno de cerca de 15 mil metros cuadrados, y realizada entre los años 1947 y 1951 por el Pritzker mexicano en su etapa de mayores alturas. Hoy es considerada una de las viviendas más hermosas del mundo.
La Casa Pedregal originalmente fue realizada para la numerosa familia Prieto. El inmueble valora por igual el silencio y la convivencia diaria en una serie de espacios llenos de amplitud, claroscuros y magia. La fachada está compuesta por piedra del lugar y su apariencia es rústica desde fuera, incluso modesta y sin alarde. La protege un muro grueso que, como amortiguador acústico, fue construido con piedra volcánica negra. En él, un portón abre paso a un gran patio que antecede al acceso principal. Este permite articular claramente las áreas públicas en planta baja y conectar, gracias a una escalera descendente, con las áreas privadas subterráneas, en una solución de continuidad espacial aparentemente sencilla, pero con una complejidad plástica sublime.
La paleta de colores encontrada por César Cervantes y su equipo es considerada suave en comparación con la intensidad que vendría en otros proyectos posteriores del arquitecto. Los materiales naturales y el manejo estricto de cada superficie —que evoca al alemán Mies van der Rohe— hacen que recorrer esta obra sea una experiencia idílica y conmovedora.
Originalmente, la vivienda contaba con una alberca rectangular de mayores dimensiones que la actual — como aparece en fotos de Armando Salas Portugal— y un gran jardín de flora endémica del Pedregal, que contrastaba con las formas ortogonales de la arquitectura, como lo muestra claramente la pintura Pueblo mexicano de José Clemente Orozco.
En todos los espacios de la casa se genera una atmósfera de contemplación donde pareciera que el tiempo se detiene. El acceso al área social es muy depurado: solamente con un gesto de color naranja y de geometría es al mismo tiempo universal, tradicional, contemporáneo y muy mexicano, algo difícil de lograr. La obra de Barragán es, además de compleja, atemporal.
RESTAURACIÓN PROFUNDA
Después de 62 años de uso cotidiano y de que la familia Prieto realizara algunas modificaciones al proyecto original, en el año 2013 la casa fue comprada por César Cervantes, quien con un profundo amor por la zona comenzó ese mismo año una restauración que devolvería al edificio a su estado más puro, inmaculado y original.
Su equipo se embarcó en una investigación profunda que sirvió como eje para lograr su objetivo. Tuvieron que revisar ampliamente una colección de fotografías de la época —incluyendo fotos sociales de la familia Prieto— para devolver al inmueble sus texturas y colores, la apariencia de sus maderas, de su herrería, de su hermoso jardín. La restauración fue hecha con toda la mano y con toda conciencia a lo largo de tres años.
Los ambientes surrealistas producidos por la erupción del Xitle y por el innegable talento paisajístico de Luis Barragán volvieron a tomar forma en los exteriores de una casa que refleja una época y una visión arquitectónica refinadísima. No es común encontrar lecciones tan valiosas como esta restauración realizada con responsabilidad, con un profundo respeto por el legado de un artista de fama internacional y con un claro sentido de pertenencia proveniente del amor por el Pedregal. Publicar sobre ella de forma escrita es valorar todo su proceso y su resultado final. En el acceso principal de la vivienda, por citar un ejemplo, se tuvo que demoler un baño que se había construido con anterioridad, para dejar el muro frontal limpio, solamente con un par de puertas que son una poesía artesanal de madera de pino.
Todo lo realizado en Casa Pedregal ha respetado la visión original de Luis Barragán. La piedra volcánica, los enjarres de pasta cemento-arena-cal, los colores, las texturas, las maderas de pino y de sabino, las obras de arte, los azulejos de talavera, la flora endémica, el mobiliario, la herrería y los accesorios han sido puestos en el lugar correcto, tal como el arquitecto los pensó en la mesa de dibujo de su taller.
Por otro lado, es innegable que el paso del tiempo le ha caído muy bien a la vivienda. La pátina, amada por arquitectos como Andrés Casillas, está presente en ella. La buena arquitectura se añeja como los buenos vinos. Cuántas noches de charla, cuántas navidades, cuántos desayunos, comidas o cenas, cuántos amigos y personalidades han pasado por cada espacio de Casa Pedregal. Cada rincón está lleno de memorias.
RESCATE DEL PATRIMONIO
En el apego de la restauración a lo originalmente pensado y construido en 1947 por Luis Barragán y su equipo, radica una verdadera cultura arquitectónica para la conservación adecuada del patrimonio. Este tipo de obras se vuelven, con el paso de los años, museos o monumentos de valor nacional e internacional, por donde pasan y se maravillan miles de visitantes cada año.
Prácticamente todos los proyectos de Barragán ostentan este valor, por lo que hay que pensar en un mantenimiento frecuente y dirigido a los puntos críticos de la construcción que puedan padecer problemas, como la humedad o fallas técnicas de cualquier tipo.
Además es necesario un plan serio de conservación elaborado por expertos en la obra del arquitecto, donde se especifiquen los cuidados que se deben tener para cada edificación. No debería estar permitido el cambio de una chapa sin consultar este documento.
Por desgracia, numerosas obras de grandes arquitectos están siendo destruidas o alteradas en todo el mundo. El marco legal en el ámbito del patrimonio tiene mucho que hacer en este sentido. Estamos perdiendo construcciones que forman parte del corazón mismo de muchas ciudades. El legado de Luis Barragán sigue siendo destruido poco a poco por diversas razones, sin dejar de ser defendido frecuentemente por instituciones como la Fundación de Arquitectura Tapatía.
Cuando entendemos la historia y la potencia de un espacio que habitamos, no deberíamos hacerle ningún cambio sin antes pensarlo bien. Cuando vemos un Picasso en un museo no lo rayamos, simplemente lo disfrutamos en silencio. Lo mismo pasa con la arquitectura, o al menos así debería ser.
Las demoliciones y modificaciones del patrimonio construido en México solamente reflejan una cosa: ignorancia. En la medida que respetemos nuestras más valiosas edificaciones, en las que han sucedido eventos y experiencias inolvidables, podremos ser considerados mejores seres humanos. Las ciudades son libros construidos y reflejan nítidamente las diferentes etapas de una sociedad. La Casa Pedregal hoy luce nuevamente radiante y es visitada por una cantidad enorme de personas de todo el mundo. Ha vuelto a ser esa dama elegante de antaño. Seguramente esa era la intención de César Cervantes: mostrarla tal cual es, entera y rejuvenecida para que cualquier mente con hambre de belleza y eternidad la disfrute.
Desde hace algunos años, gravitan alrededor de esta obra maestra Tetetlán y Tetetlánconciencia, que buscan promover el arte, la arquitectura, la cultura, la actividad física y la gastronomía en un solo lugar. Este ya es el espacio del refinamiento deseado y buscado por todos. Qué mejor sitio para reconciliarse con Luis Barragán y padecer felizmente el síndrome de Stendhal de vez en cuando.
En todo México y en cualquier lugar donde existan proyectos de Luis Barragán —incluida la Comarca Lagunera con la Casa Caballero de Gómez Palacio, Durango— se debería tomar muy en cuenta la decisión tan acertada de refrescar la obra del arquitecto con mucha inteligencia. Para quienes somos miembros de la Fundación de Arquitectura Tapatía, la Casa Pedregal es un caso de éxito, ya que siempre buscamos proteger de la mejor manera el legado de este artista de los espacios. La fundación, establecida por el mismo Barragán y algunos de sus amigos, está compuesta por personas con toda la capacidad profesional para hacer renacer, por ejemplo, la Casa Caballero en la Laguna, de la misma manera que volvió a la vida la Casa Pedregal, la joya arquitectónica más bella que vive cerca del Xitle.