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LA columna DEL PERRO

A MIS MAESTROS

Estoy por supuesto, sumamente agradecido con todas las personas que me dieron clases, desde el jardín de niños, hasta mis estudios profesionales, ya que ellos me transmitieron en la medida de sus posibilidades, sus conocimientos, pero sobre todo porque dejaron en mí muchas dudas, dudas que hasta este momento en que les escribo, he luchado por resolverlas, presentándose después otras dudas nuevas, que hacen que no cese en mí, mi afán de seguir aprendiendo, para así tratar siempre de superarme.

Mucha gente, con la cual he tenido contacto a través del curso de mi vida, desde el vendedor de la calle, el bolero, el que vende periódicos, el que cuida los carros, el doctor que atiende mi familia, han constituido entre todos para mí un maestro completo en la universidad de la vida, y es que tratando de sacarle el jugo, a las cosas cotidianas, nunca dejamos de aprender y de recibir lecciones de humildad y enseñanzas de cualesquier persona y en los momentos menos esperados.

Lo que sí nunca esperé en mi vida, con todo y que soy médico veterinario, es que los animales en general y las pequeñas especies en particular fueran para mí también mis maestros, pues éstos (los animales) me han enseñado, que nada es eterno, me han enseñado que se puede querer a alguien sin importar nada, ni físico, ni posición económica, ni poder político, me han enseñado que se puede responder con nobleza, aun cuando alguien te haya tratado con rudeza.

Me han enseñado a demostrarle cariño a diario a la gente con quien convivo, me han enseñado a valorar los alimentos que consumo a diario, me han enseñado que hay que defender con fiereza a los que uno quiere. Al verlos muchas veces enfermos, me han enseñado que el sufrimiento se lleva por dentro, que el ánimo y la alegría nos ayudan a salir adelante.

Me han enseñado tantas cosas y con sólo observar su conducta a diario, sigo aprendiendo, sabedor de que nunca aprenderé lo suficiente, aunque así lo intentara.

Yo en cambio les he pagado muy mal, pues aprovechando en mi vida diaria todos los conocimientos recibidos de ellos, no sólo no les he agradecido lo suficiente, sino que aun sabiendo todo lo anterior "vivo de ellos".

Y ahora para terminar una gota de filosofía:

Para aprender hay que tener intención.

Para enseñar hay que tener corazón.

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