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Abraham Esparza Velasco

La historia de los zapatos de tacón

De su origen bélico dentro de las caballerías persas a su uso generalizado entre mujeres de todas las clases y edades en el siglo XX, estas prendas recogen los valores sociales de cada era y región donde han florecido.

Zapato femenino de alrededor de 1780. Foto: Bata Shoe Museum

Zapato femenino de alrededor de 1780. Foto: Bata Shoe Museum

ABRAHAM ESPARZA VELASCO

La historia de los zapatos de tacón destaca no sólo la transformación de la moda, sino también los cambios en los roles de género y los valores sociales. Originalmente fabricados para hombres, estas icónicas prendas han evolucionado hasta convertirse en un símbolo de feminidad, lujo y empoderamiento, y cada era ha ido añadiendo capas a su narrativa. 

DEL EJÉRCITO A LA REALEZA 

Se cree que los tacones se originaron en Persia durante el siglo X, cuando los soldados de caballería los usaban para ayudar a asegurar sus pies en los estribos. Estos primeros zapatos no estaban diseñados por estética, sino por funcionalidad. El tacón elevado proporcionaba estabilidad, lo que permitía un mejor control de los caballos, mejorando así la movilidad y la destreza del usuario en la batalla. 

Los tacones llegaron al continente europeo durante la Edad Media, donde tanto hombres como mujeres usaban plataformas, conocidas como chapines, que elevaban el pie y distinguían las clases sociales. El usuario se elevaba por encima de la población promedio, literal y socialmente. La altura exagerada reflejaba riqueza; después de todo, cuanto más alto el tacón, mayor era el glamur asociado con no tener que realizar tareas laboriosas. 

El tacón alto ganó máximo prestigio en la corte francesa durante el reinado de Luis XIV en el siglo XVII. El rey era famoso por usar tacones rojos, que se convirtieron en un sello distintivo de su persona y en el epítome de la moda real. Luis XIV usaba tacones para compensar su baja estatura y acentuar su autoridad como el Rey Sol. Así que en ese momento, este tipo de zapatos seguía perteneciendo a una élite y estaba vinculado a la ociosidad, un marcado contraste con las clases trabajadoras. Las mujeres de alto estatus, reconociendo el atractivo de estas declaraciones de moda, comenzaron a adoptarlos en sus guardarropas, abrazando el prestigio asociado con ellos. 

Retrato del Rey Sol realizado en 1701 por Hyacinthe Rigaud. Imagen: Museo de Louvre
Retrato del Rey Sol realizado en 1701 por Hyacinthe Rigaud. Imagen: Museo de Louvre

POPULARIZACIÓN 

A pesar de su asociación con la aristocracia, los tacones se filtraron gradualmente en la sociedad europea en general. La transición de su uso de los hombres a las mujeres marcó un cambio cultural significativo. Los tacones comenzaron a ganar popularidad entre el grueso de la población a fines del siglo XVIII y principios del XIX, coincidiendo con el auge de las nociones románticas de feminidad. 

Los zapatos de mujer se decoraron con diseños delicados y adornos de moda, a medida que el concepto de calzado adquirió un nuevo significado, uno vinculado a la atracción. 

Cuando este cambio ocurrió, los tacones se enfrentaron a una reacción violenta. El Parlamento inglés incluso los prohibió en el siglo XVII por considerarlos inmorales, lo que refleja las ansiedades sociales que prevalecían en torno al género y la clase. Esta legislación tenía como objetivo reducir la moda cada vez más elaborada, que se consideraba frívola en medio de preocupaciones sociales más apremiantes.

Sin embargo, superado este bache, el siglo XX fue testigo de una explosión de popularidad de los tacones altos como símbolos de feminidad y liberación sexual. Figuras icónicas como Marilyn Monroe y Audrey Hepburn personificaron el atractivo glamoroso de los tacones durante esta era. Los diseños también experimentaron una evolución, con contribuciones notables de diseñadores como Christian Dior y Manolo Blahnik, quienes acentuaron las siluetas de las mujeres con sus creaciones. A finales del siglo, otros diseñadores, como Alexander McQueen, jugaron con la forma de los tacones para hacer de la feminidad un concepto más amplio y sin restricciones. 

El siglo culminó con una diversidad de estilos, desde stilettos hasta tacones gruesos, cada uno reflejando actitudes cambiantes hacia el empoderamiento femenino. Con la llegada de las nuevas olas del movimiento feminista, los tacones comenzaron a representar una nueva libertad de elección, pero también se convirtieron en objetos de debate. 

Marilyn Monroe en el Hotel Beverly Carlton en donde vivía en 1951. Foto: MutualArt
Marilyn Monroe en el Hotel Beverly Carlton en donde vivía en 1951. Foto: MutualArt

ACTUALIDAD 

En las últimas décadas, el atractivo de los tacones altos ha disminuido entre muchas mujeres. El auge de la ropa informal y el enfoque en la comodidad han afectado profundamente las elecciones de calzado. 

El feminismo contemporáneo ha desempeñado un papel en la reevaluación de la relación de las mujeres con los tacones, cuestionando las presiones sociales que a veces las obligan a sacrificar la comodidad por la belleza. La conversación sobre la positividad corporal y la autenticidad ha llevado a algunas a rechazar los tacones altos en favor de un calzado más funcional. 

Esta preferencia se acentuó con el confinamiento derivado de la pandemia por covid-19. Con la propagación del trabajo remoto, la población descubrió lo innecesario que resultaban ciertos tipos de vestimenta para conseguir los mismos (o mayores) resultados laborales, incluidos los zapatos de tacón. Su venta, de acuerdo a un reporte del portal de moda Glossy, cayó en un 71 por ciento.

Hoy, varios países como Reino Unido o Canadá están trabajando en legislaciones que impidan a las empresas obligar a las mujeres a usar tacones como parte de su uniforme, no sólo debido a su incomodidad, sino a que representan un riesgo para la movilidad y pueden llegar a ocasionar deformaciones en los pies. 

El viaje de los zapatos de tacón desde una pieza de calzado utilitario para hombres a un símbolo de feminidad encapsula una evolución cultural significativa. A medida que la moda continúa transformándose, también lo hará la narrativa en torno a los tacones, reflejando los valores contemporáneos y los cambios sociales. Ya sean venerados o criticados, estas piezas siguen siendo un testimonio de las complejidades de la cultura, el estatus y el género a lo largo de la historia.

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