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La reciente reconfiguración del matrimonio

Casarse ya no es la única manera aceptada de hacer válida una relación. Actualmente existen dinámicas de pareja muy variadas, que permiten que cada quien experimente el amor de forma más natural y honesta.

Foto: Unsplash/ Harli Marten

Foto: Unsplash/ Harli Marten

JESÚS CERVANTES

El matrimonio ha sido, a lo largo de varias generaciones, la institución legal y religiosa que ha regulado al amor y, como cualquier otra institución socialmente construida, está en constante reconfiguración. Por ello, aunque se le llame de la misma manera —matrimonio—, la relación que tenían las parejas en los años cincuenta distará en algunas cuestiones de las que viven los recién casados de hoy. 

Para empezar, todo lo que rodea a la sexualidad se vive de manera distinta en la actualidad porque aunque algunas prácticas pudieran ser similares, las formas como se enuncian, los acuerdos que hay en torno a ellas, la frecuencia o hasta la esencia de las mismas parecieran ser significativamente distintas. 

Es necesario destacar que la sexualidad no sólo se refiere a los aspectos íntimos y coitales, sino a una serie de significaciones y prácticas en torno a cuatro de las categorías que el investigador mexicano Eusebio Rubio destacaba: reproductividad, género, erotismo y vinculaciones afectivas. 

Hoy, los matrimonios suelen vivir una reproductividad más informada y responsable. Raro es escuchar que las familias de ahora tengan los hijos “que Dios mande” y es más común que haya una planificación familiar con todo lo que ello conlleva. 

En el terreno del género, hay más matrimonios heterosexuales donde los roles y actividades no están predefinidos por ser hombre o mujer, sino que cada pareja establece las tareas a hacer, desde las más trascendentales, como la proveeduría y el cuidado del hogar, hasta las más cotidianas, como definir quién va al súper o quién cocina hoy. 

Y ya no sólo existen uniones heterosexuales, sino que es común ver matrimonios entre dos hombres y dos mujeres y, todavía más relevante: cada vez hay menos gente que se escandaliza por algo que siempre debió ser aceptado. 

En cuanto al erotismo, las parejas hablan abiertamente de sus deseos y fantasías. También es frecuente que discutan la posibilidad de abrir la relación o incluir a otras personas en sus actos sexuales. Que ambos sean honestos suele reducir significativamente las infidelidades y traiciones. 

Los roles de género cada vez se desdibujan más para dar paso a una distribución más equitativa de las tareas en la pareja. Foto: Freepik
Los roles de género cada vez se desdibujan más para dar paso a una distribución más equitativa de las tareas en la pareja. Foto: Freepik

Finalmente, las vinculaciones amorosas se han diversificado públicamente. Aunque el noviazgo siga siendo el romance por excelencia, van tomando fuerza otros tipos de relaciones o, en su defecto, noviazgos con prácticas inusuales —por lo menos públicamente— en otros tiempos. 

Por ejemplo, en estos días no es raro que algunas parejas decidan compartir casa sin necesidad de institucionalizar legal o religiosamente la relación a través del matrimonio. Y aunque en el día a día funcionan como si estuvieran casados, no adoptan el ritual impuesto por las sociedades para hacer un compromiso a largo plazo. Quizá porque siguen la lógica del poeta chileno Pablo Neruda: “Para que nada nos separe, que nada nos una”. 

Por otra parte, también hay quienes no proyectan su relación a futuro, es decir, saben que están juntos ahora pero no hay un plan de casarse, de tener hijos o, en general, de compartir la vida por siempre; viven, gozan el día a día y sanseacabó. 

RELACIONES EN EL ÁMBITO PÚBLICO 

Estas reconfiguraciones no sólo ocurren en el ámbito privado, sino que también las representaciones públicas de este tipo de vínculos son cada vez más frecuentes, lo que motiva a una mayor aceptación social. Por ejemplo, si la vecina tiene un formato de relación parecido al expuesto en la película que acaba de estrenarse en plataformas de streaming, o muy similar al que tiene una figura pública, como una alcaldesa o empresaria famosa, seguramente estará más cerca de ser aceptada que cuando no encontraba este tipo de representación. 

En este sentido, que en México vayamos a tener una presidenta cae muy bien. No sólo por ser mujer, sino por diversos campos representacionales de Claudia Sheinbaum, entre ellos: es científica, no es católica y no tiene una familia tradicional. 

El matrimonio se ha despojado de su cualidad heteronormativa para permitir una mayor diversidad de parejas bajo el amparo de la ley. Foto: Vivian dos Santos
El matrimonio se ha despojado de su cualidad heteronormativa para permitir una mayor diversidad de parejas bajo el amparo de la ley. Foto: Vivian dos Santos

Es bien sabido que se casó con su pareja semanas antes de las elecciones. Sin embargo, vivía desde hace un tiempo con su ahora esposo y, así como Claudia, muchas personas han optado por vivir junto a sus parejas durante un tiempo y después pensar en casarse, o simplemente seguir siendo novios compartiendo casa y proyecto de vida. 

Una de las ventajas de tener relaciones más equitativas y diversas en temas de género, así como de aligerar la carga del matrimonio como única institución amorosa válida, es que cada vez pesa menos la imposición social, cultural y religiosa, lo que posibilita que las relaciones se construyan y se mantengan o se separen con más libertad. Esto ha permitido que haya un abanico de vínculos cada vez más diverso. 

La diversidad siempre será buena noticia, porque sólo en ella caben todas las formas de amar: en matrimonios del mismo sexo, de distinto sexo, con hijos, sin hijos, viviendo en casas separadas o cuartos separados —porque así lo decidieron ambas partes—, en noviazgos —o cualquier otra forma de relación— viviendo juntos, en pareja paternando o maternando los hijos concebidos en una relación anterior, en pareja con visión de futuro, sin visión a futuro, con encuentros eróticos, sin encuentros eróticos, entre otros tantos y tantos formatos. 

Al final, no sólo resulta necesario que cada pareja defina cómo quiere construir su relación, sino que esas diferentes formas de vincularse sean visibles y representadas en la vida pública a través de las artes, la política y cualquier otro espacio, para que cada vez se acepten más y mejor todos los formatos de afecto posibles y, de esta manera, todas las personas que así lo deseen puedan vivir y disfrutar libremente del amor.

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