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Las escenas posapocalípticas de Beksiński

Aunque el artista evitaba ser explícito en sus obras, estas se prestan a múltiples lecturas que evocan un sentido de angustia existencial derivado de opresiones ideológicas.

AA89 (1989).

AA89 (1989).

AURORA HERNÁNDEZ

La obra de Zdzisław Beksiński, y la diversidad de interpretaciones sobre la misma, nos brinda un conocimiento profundo del artista. Su trayectoria, desde la arquitectura hasta la fotografía, la escultura, el dibujo y la pintura, siempre ha sido desconcertante. Al igual que su persona, su obra era enigmática. Exploró una amplia gama de temas que van desde el amor y la muerte, hasta visiones surrealistas de calaveras y paisajes místicos, fusionando elementos de la escatología gótica con una visión romántica del paisaje. La figura de Beksiński y su obra deben considerarse como un organismo único, una forma de arte que implica tanto al sujeto como al objeto. La experiencia de este fenómeno surge al intentar descifrar el mensaje de sus piezas, sin la posibilidad de una comprensión completa. La falta de títulos, claridad y lógica desafía al espectador y supera cualquier intento de interpretación. 

Zdzisław Beksiński nació el 24 de febrero de 1929 en Sanok, Polonia, y falleció el 21 de febrero de 2005 en Varsovia, a la edad de 75 años. Su muerte fue violenta; lo asesinaron en su apartamento durante un robo. Su fallecimiento fue un trágico final para un artista que ya había capturado la atención y admiración internacional. 

Los dibujos y pinturas creados por Beksiński muestran cuerpos desintegrados, unidos convulsivamente en un abrazo erótico, transmitiendo una intensa carga psicológica. Estas representaciones del cuerpo humano se complementan con temas obsesivos como la muerte, la reclusión y la tortura. Dichas temáticas no son tratadas de manera sensacionalista, sino que parecen surgir de una pulsión interna, dotando a las obras de una fuerza hipnótica. La imagen humana, a menudo en estado de disolución, sugiere una especie de descomposición física o espiritual que parece inevitable y fuera de control del sujeto. 

El espectador puede sentirse tanto fascinado como perturbado por la atmósfera de estas imágenes. Las figuras parecen atrapadas en un ciclo de sufrimiento, donde la conciencia de su situación no hace más que intensificar su dolor. Estos cuerpos son retratados en un proceso de transformación, como si estuvieran en una transición perpetua hacia la desintegración, sugiriendo un destino final de muerte y catástrofe.

AE73 (1973).
AE73 (1973).

CRISIS EXISTENCIAL 

El arte de Beksiński, aunque visualmente impactante, rechaza cualquier observación superficial. A través de sus formas distorsionadas, el pintor involucra al espectador en una experiencia que confronta la fragilidad y temporalidad de la vida humana. En la ambigüedad de sus composiciones, lo personal y lo colectivo se mezclan en un paisaje apocalíptico que pone en cuestión los límites entre la realidad y el sueño, la vida y la muerte, el ser y el no ser. 

Algunos estudiosos sugieren que sus obras se convierten en instrumentos de tortura para el espectador, presentando un “tejido inerte”. El artista siempre quiso desenmascarar las apariencias creadas por el ritmo frío y emocionalmente distante de la vida cotidiana. Por eso, los elementos de esclavitud, desesperación e impotencia en su obra muestran su condición psicológica, una visión pesimista de la existencia. 

La constante en los lienzos de Beksiński es la muerte. Sorprende la combinación de elementos y la inclusión de procesos de descomposición meticulosamente reflejados. Pero, en realidad, no se trata de asustar al espectador con las consecuencias de los procesos que ocurren en el mundo, los cuales llevan a una degradación física. Se debe mirar desde la introspección, donde la visión apocalíptica se refiere al mundo interno, que el artista expone al público. De este modo, despierta en el espectador su propio mundo adormecido, suspendido entre la vigilia y el sueño, cuestionando el sentido de la existencia humana. 

Es probable que Beksiński también haya experimentado este mismo problema existencial. Una cosa es cierta: su pintura es un ennoblecimiento de la vida interior, que al mismo tiempo es una desacreditación de la realidad terrenal, señalando sus imperfecciones y la desaparición de ciertos valores en el mundo. 

El simbolismo y la metáfora, tratados conjuntamente, desempeñan el papel de un espejismo que se forma como el espectador lo desea. Por eso, para algunos, la representación de la cruz junto a cuerpos en descomposición o una mujer desnuda pueden parecer ofensivas. Sin embargo, la interpretación es una expresión personal del estado de ánimo del espectador, aunque el artista a veces parece ocultar una indicación interpretativa en sus visiones pintadas. 

AA84 (1984).
AA84 (1984).

PARALELISMOS LITERARIOS 

Beksiński invita a reflexionar sobre su trabajo a través de la literatura existencialista, como la de Beckett o Sartre, en la que el absurdo de la existencia, la inevitable decadencia de la sociedad y el sufrimiento humano son centrales. Se trata de escritores que exploran la falta de sentido, la angustia y la libertad como condiciones fundamentales de la experiencia humana. 

Al observar las pinturas de Beksiński, tenemos la sensación de un silencio, como si el autor hubiera pintado el lienzo, lo colgara y esperara calladamente la reacción del espectador, sin dar ninguna pista sobre su interpretación. Este contenido oculto evoca el mundo en el que se sitúan los protagonistas de varias obras literarias de la Polonia comunista, donde la ideología estatal y la represión condicionaban la vida diaria. Tanto Zdzisław Beksiński como los autores de esa época crearon obras que, aunque en medios diferentes, comparten una atmósfera opresiva y desesperanzada. Ciertas piezas del artista reflejan la realidad de ese tiempo y contienen una saturación de elementos presentes en la literatura polaca, tales como la sensación de caos, alienación y deterioro de la vida humana. 

Lo que es característico en ambos campos es la representación de un estado posapocalíptico o post mortem, en el que, sin embargo, persiste alguna forma de vida. Las figuras en la obra de Beksiński aparecen en putrefacción o desecación, evocando la destrucción de la existencia humana bajo una ideología penetrante y destructiva. La imagen del caos, la masificación y la vacuidad, trazada en los textos literarios, también puede encontrarse en la pintura de Beksiński. 

Su obra, a pesar de su aparente ambigüedad, presenta una estructura lógica y coherente que invita a una profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la condición humana. A través de sus imágenes de figuras descompuestas, ojos vacíos y paisajes post mortem, el artista logra tocar puntos sensibles de la existencia, generando una respuesta emocional que provoca preguntas sobre el sentido y valor de la vida. Induce a un estado de inquietud y reflexión, obligando al espectador a enfrentarse con sus propias inquietudes sobre el destino, dejando una huella profunda y duradera. 

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