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En la infancia se llevan a cabo diferentes procesos de desarrollo; entre ellos está el fenómeno de la empatía. Esta es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, y nos permite ver las cosas desde la perspectiva del otro en vez de la nuestra. Implica tener la capacidad suficiente para tomar enfoque, tanto cognitivo como afectivo, respecto del ser que nos expresa su estado anímico.
La empatía es una habilidad de inteligencia emocional, y es sumamente importante porque posibilita la experimentación de relaciones sociales con el grupo amistoso, familiar o de compañeros; facilita la resolución de conflictos; promueve el respeto; desarrolla capacidades de liderazgo, negociación y colaboración, y ayuda a constituir una sana autoestima.
NIÑOS Y MASCOTAS
Crecer con una mascota ayudará a un niño a sentirse más seguro y protegido, y es una de las primeras maneras de promover la empatía en ellos. Al convivir con animales de compañía, aprenden rápido que estos necesitan cuidados y atención para crecer sanos y felices. Involucrarlos en el cuidado de sus mascotas es una excelente manera de enseñarles el sentido de la responsabilidad y ayudarles a desarrollar habilidades organizativas.
Perros, gatos, conejos, hámsteres, etcétera, estimulan la imaginación en la infancia y, con ello, se desarrolla el pensamiento creativo.
Los niños que crecen con mascotas tienen una marcada diferencia en la salud versus aquellos que no lo hacen. Enumeremos algunas:
Reducción del estrés. Los niños que interactúan con perros tienen niveles más bajos de cortisol (hormona producida ante el estrés). Esto aplica también para los adultos. Cualquier mascota puede fungir como un apoyo emocional para los más pequeños, de manera que les ayudará a sentirse aceptados, valiosos y, por ende, aumentará su autoestima.
Fomento del ejercicio. Un hábito compartido con la mascota, como pasear a un perro o jugar con él al aire libre, favorecerá la actividad física y podría ser un excelente aliciente para que el niño pase menos tiempo frente a las pantallas.
Desarrollo inmunológico. La exposición natural a los alérgenos de los animales puede aumentar la producción de anticuerpos desde muy temprana edad. Esto genera un sistema inmunológico más resiliente, de manera que el niño podría reducir respuestas alérgicas al crecer y, de esa manera, disminuir el riesgo de contraer enfermedades respiratorias.
DESARROLLO DE LA COGNICIÓN
La interacción con una mascota se ha relacionado con un impacto positivo en el bienestar infantil, y se ha asociado también con fuertes habilidades sociales y desarrollo cognitivo.
Por ejemplo, en lo que respecta a la comunicación verbal, un niño puede verse beneficiado al tener un animal de compañía cuando evoca un lenguaje expresivo hacia este, máxime cuando tiende a evitar hablar con otros humanos.
Ensayos han demostrado cómo las mascotas favorecen el aprendizaje. Se encontró que la interacción con un perro, durante al menos cuatro semanas, resulta en el fortalecimiento de las funciones ejecutivas, es decir, aquellos procesos cognitivos relacionados con la memoria, la atención y el procesamiento de la información.
MASCOTAS Y NEURODIVERGENCIAS
Entre las neurodivergencias más diagnosticadas de los últimos años, se distinguen el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA/H). De estas condiciones mucho se ha hablado, pero eso no significa que el trato con las personas que las padecen deje de ser un desafío para sus allegados. El diagnóstico de estos trastornos se vuelve más complicado en ciertos casos por la naturaleza distintiva de la infancia, el nivel socioeconómico al que pertenece la familia y la sobreinformación (muchas veces incorrecta) presente en los medios de comunicación.
El diagnóstico y el tratamiento temprano siempre marcarán una diferencia en el desarrollo del niño y especialmente en el bienestar integral de la familia. En lo referente a las medidas terapéuticas, se desprende un estudio relevante acerca de los llamados “perros de asistencia”. Dicho modelo consta de la presencia de un can entrenado en un hogar donde haya un niño con alguna de estas neurodivergencias, de manera que funja como un apoyo para mejorar sus interacciones sociales. Incluso, el animal puede evitar que el menor se autolesione accidentalmente o se aleje de la casa, como suele ocurrir en quienes tienen TEA. También es de vital importancia resaltar que el perro puede ser de gran apoyo en la concentración de los niños con déficit de atención, pero, sobre todo, el gran beneficio es que en ambos casos ayudará a reducir la ansiedad infantil, cualquiera que sea su causa.
La inteligencia emocional y la metacognición (saber que sabes) son las áreas más favorablemente impactadas cuando se tiene una mascota en casa. Sin embargo, no hay que olvidar que un animal de compañía debe ser acogido con responsabilidad en la familia, entendiendo la vida de este como un fin en sí mismo y que, en segundo término, proveerá una gran cantidad de beneficios en el hogar.
Recordando que la empatía es una capacidad que se puede desarrollar, es responsabilidad de los padres brindar las herramientas que la estimulen en sus hijos. Los padres han de fungir como ejemplo, respetando la vida en todas las esferas que los niños perciben. La infancia es el punto de partida del aprendizaje de las siguientes décadas de la vida, así que el que nuestras infancias desarrollen empatía hacia los animales es apoyar a que las próximas generaciones tengan un mayor sentido social y posean más herramientas de afrontamiento para los conflictos.