Universidad Autónoma de México / DGS UNAM.
La Corona y la Iglesia católica española fundaron alrededor de 30 universidades en América. Según los historiadores, tres de ellas compiten por el título de ser la más antigua en el continente. Cronológicamente, la primera es la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en República Dominicana, fundada por decreto del papa Pablo III en el año 1538 y llamada también Universidad Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, esta institución originalmente no contaba con la aprobación del Consejo de Indias del emperador Carlos V, por lo que algunos historiadores dan la primacía a las otras dos que fueron fundaciones tanto reales como pontificias: la Universidad de San Marcos en Lima, Perú, y la Real y Pontificia Universidad de México en la capital del país. Según las Cédulas Reales, la peruana fue fundada el 12 de mayo de 1551 y la mexicana pocos meses después, el 21 de septiembre del mismo año.
LA PRIMERA UNIVERSIDAD EN MÉXICO
Al igual que todas las que había en el mundo, la Real y Pontificia Universidad de México también fue fundada según el modelo de las universidades medievales europeas. Después de varios años de insistencia de los clérigos y laicos de la joven Nueva España para que la juventud “de los naturales y los hijos de los españoles” se dedicara a “ejercicios virtuosos y no a la ociosidad”, la Corona decidió abrir esta nueva universidad. La Cédula Real del 1551 menciona que “…nos ha sido suplicado fuésemos servidos de tener por bien que en la dicha ciudad de México se fundase un estudio e universidad de todas ciencias, donde los naturales e los hijos de los españoles fuesen instruidos en las cosas de la santa fe católica y en las demás facultades, e les concediésemos los privilegios, franquezas y libertades que así tiene el estudio e universidad de la ciudad de Salamanca…e habemos ordenado que de nuestra real hacienda se den en cada un año para la fundación del dicho estudio e universidad, mil pesos de oro en cierta forma”.
La fundación de esta nueva institución educativa en la Nueva España fue confirmada cuatro años después por el papa. Originalmente hubo solo cuatro facultades: teología, filosofía, derecho y medicina; pero también existían cátedras “sueltas”, donde se ensañaban materias como matemáticas, gramática e incluso lenguas indígenas.
Los primeros estudiantes que se inscribieron en la nueva universidad fueron muy pocos, en su mayoría religiosos de la orden de San Agustín, pero la escuela creció rápido y durante los siglos posteriores salieron de las facultades miles de doctores, bachilleres y licenciados. En 1778 se inauguró la Real Escuela de Cirugía y poco después el Real Colegio de Minería, así como la Academia de San Carlos, donde hasta nuestros días se cultivan las bellas artes. La Real y Pontificia Universidad de México tuvo un gran impacto en toda Nueva España ya que, por primera vez, se pudieron ocupar varios puestos burocráticos y académicos con personas nacidas y educadas en el continente americano. Los rectores fueron electos para un periodo de un año por los doctores, maestros y alumnos, todos ellos exclusivamente hombres, ya que la incorporación de las mujeres a los estudios profesionales fue posible hasta el final del siglo XIX. El primero de ellos fue el Dr. Juan Negrete, quien además daba clases de teología.
Durante los disturbios de las guerras de Independencia, la universidad sufrió varias clausuras y reaperturas acompañadas de cambios de nombre (pasó de Real a Imperial hasta finalmente Nacional).
El conflicto entre conservadores y liberales también se desarrolló en las aulas, lo que llevó al cierre definitivo de la institución en 1865. Finalmente, durante varios años con instituciones intermediarias, como la Escuela Nacional Preparatoria, en 1910, un centenario después de la Independencia, se fundó una nueva universidad: la Nacional de México, que posteriormente se convirtió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aunque en su sitio oficial (www.unam.mx) la UNAM se autodenomina sucesora de la Real y Pontificia Universidad de México, en la capital existe otra universidad que reclama el mismo estatus: la Pontificia de México (UPM). El asunto es muy controvertido entre los expertos. Algunos historiadores argumentan que la Universidad Nacional de México (la precursora de la UNAM), en su ceremonia de fundación, se deslindó explícitamente de ser la continuadora de la conservadora y católica Real y Pontificia Universidad de México.
Casi dos décadas antes, en 1895, se fundó, con una bula de aprobación del papa León XIII, la Pontificia Universidad de México, la cual perduró hasta 1932, cuando tuvo que cerrar por las crecientes persecuciones anticlericales en el país. Finalmente, durante años de transición con varias instituciones superiores eclesiásticos, en 1982 abrió las puertas la Universidad Pontifica de México (UPM) con las facultades y programas acreditadas por la Secretaría de Educación Pública. Ambas, tanto la laica UNAM como la católica UPM, se consideran directas sucesoras y herederas de la antigua Real y Pontificia Universidad de México.
LA REAL Y LITERARIA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
A pesar de que hubo colegios dirigidos principalmente por los jesuitas en varias ciudades del país, pasaron más de dos siglos antes de que, en el año 1791, la Corona española fundara la segunda universidad en México: la Real y Literaria Universidad de Guadalajara, que tuvo su primera sede en los edificios del antiguo Colegio de Santo Tomás, ya que este estaba desocupado por la expulsión de la Compañía de Jesús de México en los años anteriores. Pero los tiempos cambiaron: la Corona ya no contaba con recursos inagotables y ahora las autoridades locales tenían que aumentar sus contribuciones propias para financiar las cátedras.
La fundación se debe principalmente a las insistencias de veinte años del obispo de Guadalajara, fray Antonio Alcalde y Barriga, quien en la inauguración ya contaba con más de 90 años de edad y murió pocos meses después de concluir la obra de su vida. De la Real y Literaria Universidad de Guadalajara egresaron, desde los primeros años, destacadas personalidades de la lucha de Independencia, así como varios futuros presidentes de México. Finalmente, después de algunos cierres temporales, la institución fue renombrada en 1925 como Universidad de Guadalajara, que hoy cuenta con más de 270 mil estudiantes distribuidos en 160 planteles en todo Jalisco.
Existen varias otras instituciones, como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Autónoma de Mérida o la Universidad de Guanajuato, cuyos orígenes se remontan a los siglos XVI y XVII. Sin embargo, estas provienen de antiguos colegios virreinales y obtuvieron su rango de universidad hasta el siglo XX. Algunos de estos colegios, como el de la Santa Cruz de Tlatelolco, del año 1536, fueron fundados incluso antes que las primeras universidades. Esta institución franciscana de élite, destinada principalmente a la nobleza indígena y donde se enseñaba también la medicina náhuatl, es la más antigua escuela de educación superior en el continente americano.
LAS PRIMERAS UNIVERSIDADES DE LA COMARCA LAGUNERA
Al igual que las primeras universidades en Europa y México, los orígenes de la educación superior en La Laguna son tanto laicos como religiosos, públicos y privados. Los primeros colegios surgieron en la región a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX: Instituto Hidalgo, Colegio Torreón, Instituto Francés de La Laguna, Escuela Preparatoria Carlos Pereyra, entre otros otros.
El honor de ser la primera universidad lagunera pertenece a la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), fundada el 26 de octubre de 1957 en Saltillo. Parte de ella fue la Escuela de Medicina Unidad Torreón, hoy facultad de medicina de la UAdeC en dicha ciudad, que tenía originalmente su sede en el Hospital Civil, hoy Hospital General Universitario. La primera década de la UAdeC, donde los jóvenes laguneros podían elegir solamente entre las carreras de medicina y comercio/administración, no fue autónoma y los rectores eran nombrados directamente por el gobernador del estado.
Por las crecientes actividades agropecuarias en la Comarca Lagunera nació la necesidad de contar con estudios superiores en este sector, lo que condujo en 1972 a la fundación de la entonces Escuela Superior de Agricultura y Zootecnia (hoy la FAZ, una facultad), que fue la primera extensión de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) en La Laguna. Esta había sido fundada por decreto gubernamental el 21 de marzo de 1957, aunque tiene antecedes educativos jesuitas y laicos que datan del siglo XVIII (el Seminario Conciliar y el Colegio Civil). Posteriormente, abrió en el Campus Gómez Palacio escuelas que se convierten pronto en facultades de Ciencias de la Salud, Ingeniería y Arquitectura, Ciencias Químicas y Ciencias Biológicas.
La primera institución de educación superior privada de la Laguna fue el Instituto Superior de Ciencia y Tecnología de la Laguna A.C. (ISCYTAC), el cual recibió su autonomía universitaria por las autoridades estatales de Durango en 1974 y posteriormente fue incorporada en la red de universidades La Salle. Al parecer, ofreció por primera vez las carreras de Arquitectura y Psicología en la región.
Las primeras universidades religiosas en la Comarca están relacionadas con la actividad jesuita, ya que la docencia fue siempre una parte importante de la orden, desde su fundación en el año 1540 en Francia. Después de su expulsión del país, los jesuitas fundaron en la joven ciudad de Torreón la Escuela Carlos Pereyra y, en 1982, en las instalaciones del Colegio la Paz, la Universidad Iberoamericana Torreón. Las primeras carreras ofrecidas ahí fueron Comunicación, Ingeniería Civil, Relaciones Industriales y Ciencias Teológicas.
Hoy, la Laguna cuenta con más de 30 universidades y aproximadamente 50 mil estudiantes, lo que refleja el gran desarrollo socio-cultural de la región en las últimas décadas. No todas, hay que decirlo abiertamente, cuentan con los requisitos necesarios (varias facultades, investigación, publicaciones, etcétera) para poder cumplir con las altas normas que exige una institución educativa con este nombre. Las grandes universidades públicas como la UAdeC, la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, el Instituto Tecnológico de La Laguna de Torreón y la UJED en Gómez Palacio, tienen el mayor número de estudiantes.
La historia de la educación superior laica y religiosa en La Laguna, y en general en todo México, refleja bien la antigua bifurcación que ya estaba presente en las universidades medievales en Europa. Esta fructífera tensión entre lo secular y lo religioso-filosófico parece formar parte importante del gran éxito que tiene este sistema educativo desde hace casi un milenio de su existencia.
Sin embargo, en la opinión de varios historiadores, las universidades hoy en día han perdido su primacía dentro del progreso socio-cultural que tuvieron durante siglos, convirtiéndose en un mero apéndice de procesos tecnológicos, reduciendo así al ser humano a un futuro “competidor por un empleo”. Muchas universidades recientes ya no cuentan con facultades de filosofía o teología, las cuales fueron en un inicio los núcleos de este tipo de instituciones. Urge un nuevo diálogo entre las facultades de humanidades, artes y ciencias naturales para que la educación universitaria haga justicia a la complejidad de la humanidad, pues debe ser más que una mera enseñanza de lo profesional. El lema Alma mater studiorum de la primera universidad del mundo occidental en Bolonia, señala precisamente los dos aspectos del estudiante que deben ser nutridos: la razón y el alma.
