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Los ecos de Salinger

¿Cuál es la relación entre el famoso escritor y los infames pistoleros más famosos del mundo? Su novela más prestigiosa.

Los ecos de Salinger

Los ecos de Salinger

J. A. ROBLES

Mark despertó la mañana del 8 de diciembre de 1980 en el hotel Sheraton con el espíritu revitalizado. Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Llevaba puestos únicamente unos calzoncillos color blanco; se recargó en el marco y observó la ciudad a través del cristal. Esa mañana las voces estaban muy tranquilas, seductoramente en paz. Levantó de su mesita de noche el ejemplar de El guardián entre el centeno, lo hojeó nuevamente y sonrió al momento de garabatear “Esta es mi declaración” en una de sus hojas. Lo firmó como Holden Caulfield. Luego se duchó, se acicaló el cabello, se vistió lo más decente que pudo y dejó su maleta abierta sobre la cama. Todo lo que lo podría definir hasta ese momento se quedaba en una maleta sencilla junto a algunos artículos de higiene personal. Tomó su copia del álbum Double Fantasy, su libro de El guardián… y su revólver calibre 38. Volvió a ver el cielo a través de la ventana y respiró un aire fresco que ni siquiera se colaba a su habitación. A John Lennon le quedaban sólo unas horas de vida.

El 30 de marzo de 1981, J. Hinckley Jr. redactaba una de sus últimas cartas en la mesa del restaurante en el que estaba. Había ordenado huevos estrellados con tocino y frijoles, un café y un jugo de naranja mientras se dedicaba a esas líneas. Sabía que posiblemente fueran sus últimos momentos en esta vida, por lo que llenó de pasión las palabras para aquella doncella que no se dignaba a verlo. Terminó su escrito con la frase “Espero impresionarte con la magnitud de mis acciones”. Dobló las hojas y las guardó en el bolsillo interior de su chaqueta. Tomó el itinerario de la agenda presidencial para ese día y lo memorizó. Acercó la maleta que tenía a sus pies y revisó, con el talón, que las cosas siguieran ahí. Respiró profundamente y recordó las palabras de Travis: “Cuando tienes un trabajo, te conviertes en el trabajo”. Terminó su almuerzo, dobló el periódico llevándolo bajo el brazo y al final tomó la maleta para salir del McDonald’s con la resolución de que lo que hacía era por amor. A Ronald Reagan le quedaban un par de horas antes de sufrir un atentado.

El 18 de julio de 1989, Robert John Bardo estaba de pie en el umbral de la puerta viendo el final de su obsesión. Sintió cómo el tiempo se detuvo, cómo los segundos se ralentizaban, cómo los sonidos de la calle se escuchaban a kilómetros de distancia y cómo la luz del día brillaba intensamente. Vio el arma en su mano, una Ruger GP100 calibre .357 aún humeante, y de nuevo dirigió su mirada al cuerpo de la actriz Rebecca Schaeffer, tirada en el piso, con una herida de bala en el pecho y sus últimos estertores agónicos. Un golpe de realidad lo llevó a darse cuenta de lo que acababa de hacer y huyó del lugar.

OBRA DE CULTO INSTANTÁNEA

Mark, Hinckley y Robert tenían muchas similitudes entre ellos a pesar de la diferencia de los años en que cometieron sus crímenes. Los tres cargaban con terribles obsesiones, pero hubo una que llevó a un cuarto personaje a entrar en escena, Jerome David Salinger.

El nombre de J. D. Salinger resuena fuertemente entre los pasillos de las bibliotecas y librerías de todo el mundo. Su obra más reconocida, El guardián entre el centeno, sigue alcanzando a generaciones de lectores. La historia de un adolescente que pasa por la difícil etapa del crecimiento en un mundo que lo hace sentir olvidado e, incluso, marginado a pesar de los privilegios que goza por parte de su familia, fue un parteaguas en la cultura literaria estadounidense, convirtiéndose en un ícono a tan sólo meses de haberse publicado. Salinger, un veterano de la Segunda Guerra Mundial con estrés postraumático, escribió esta novela como un reflejo de su propia juventud, traumas y desdichas en 1951.

La historia comienza cuando Holden Caulfield es expulsado del colegio en el que estaba y tiene una entrevista con uno de sus profesores. Dejan en claro que Holden es un chico inteligente, fanático de la lengua y la literatura, pero tiene un problema con la autoridad, lo que hace que las demás clases sean aburridas y sosas para él, por lo que termina reprobando la mayoría. Al volver a su dormitorio se da cuenta cuán infeliz es entre sus compañeros y decide que no va a esperar tres días hasta que lo corran de las instalaciones del colegio, así que toma el dinero que tiene y se escapa en búsqueda de algo que le haga valer su sentimiento de soledad.

Holden se refugia en un hotel, donde baila con tres chicas, pero esto no le satisface. Ahí comienza una espiral de desventuras entre taxistas molestos, una prostituta y su proxeneta, y pláticas con ex compañeros que terminan molestándose con Holden por su carácter y cinismo. No hay más soledad que la de un chico abandonado por sí mismo.

DESENLACES

El Guardián entre el centeno es una novela que retrata la soledad y alienación de la juventud, donde ellos guardan todo el pesar dentro de sí mismos y llega un punto de ebullición donde todo explota y sale a la luz.

Mark David Chapman se sentía tan compenetrado por las actitudes de Holden que se reflejaba en él y aseguraba que la historia trataba de su vida. Cuando llegó al Dakota, el edificio de departamentos en donde vivía Lennon, esperó el momento oportuno. Se dice que, incluso, reconoció a Sean Lennon, el hijo de John, mientras su niñera lo llevaba de paseo. Más tarde se topó con el cantante y le pidió un autógrafo para su libro. En ese momento Mark no hizo nada más que recibir el disco. Pero, horas después, al regresar Lennon y Yoko del estudio de grabación, Mark se acercó, sacó el arma y disparó cinco veces; cuatro de esos tiros dieron en el blanco y uno más se impactó en la pared del hotel. Después, como si nada hubiera pasado, sacó su copia de El guardián entre el centeno y leyó el último capítulo en voz alta, mientras Lennon se desangraba y llegaban las autoridades locales. En su declaración a la policía tres horas después, Chapman dijo: “Estoy seguro que la mayor parte de mí es Holden Caufield, el personaje principal del libro. El resto de mí debe ser el Diablo”.

Por su parte, un año después, Hinckley no tuvo la misma suerte que Chapman. Cuando llegó frente al entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, le disparó también en cinco ocasiones, matando a un vocero oficial, hiriendo a dos agentes del servicio secreto y, finalmente, alojando una bala en el costado del presidente, pero esta no terminó con su vida. John Hinckley Jr. terminaría en un psiquiátrico, purgando ahí una condena debido a un veredicto que lo encontró no apto de sus facultades mentales. Siendo un esclavo de sus obsesiones con la actriz Jodie Foster y la novela de J.D. Salinger, fue puesto en libertad en agosto del 2016, ya que no lo vieron como una amenaza para nadie más.

Robert John Bardo fue arrestado al día siguiente del homicidio de Rebecca Schaeffer. Las investigaciones y una llamada a la policía sobre un hombre que intentaba lanzarse a la interestatal contra los autos en movimiento, hizo que llegaran a su detención. Entre sus pertenencias estaba la dirección de Rebecca —la cual consiguió por medio de un detective privado—, el arma y una copia de El guardián entre el centeno. “Ella no debió perder su inocencia” llegó a decir Bardo después de ver que uno de los papeles de la actriz tenía relaciones con su coestrella. A partir de esa tragedia, las leyes de protección contra el acoso se volvieron más fuertes en los Estados Unidos.

Si bien la novela no tiene un desenlace trágico o equiparable a la violencia en la que los individuos antes nombrados decían que se basaban, sí representa a una generación al borde del olvido, la alienación, la depresión y la frustración, y eso fue suficiente para que la obsesión se adueñara de ellos.

El guardián entre el centeno es una obra de culto que ha traspasado no sólo fronteras territoriales, sino también del tiempo. Solamente que, al leerla, hay que tener cuidado de no caer en los engaños y mentiras de Holden y su guardia.

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Escrito en: Salinger libro Guardian ente el centeno

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